La resurrección de Lobezno certifica que el cine de superhéroes vive en el pasado
Hugh Jackman regresa al personaje y hace equipo con Ryan Reynolds en 'Deadpool y Lobezno'
BarcelonaCuando X-Men se estrenó en 2000, el cine de superhéroes aún no existía. Se habían hecho –y con mucho éxito– películas de Superman y Batman –y otras menos relevantes–, pero eran películas de Batman y de Superman, con reglas propias y un mundo estanco. El cine superheroico como género moderno y hegemónico del Hollywood del siglo XXI nace, en realidad, con la película de Bryan Singer sobre los X-Men, que encontró el equilibrio justo entre la identidad de los cómics que adaptaba y los códigos del blockbuster digital de la era post-Matrix. El impacto deX-Men en el estudio que la producía, 20th Century Fox, se tradujo en cerca de una veintena de títulos superheroicos a lo largo de los veinte años siguientes, la mayoría enmarcados en la franquicia mutante. Pero con la venta de Fox a Disney en 2019 estas historias fueron reabsorbidas por Marvel, digeridas y transformadas en elementos esenciales; es decir, propiedades intelectuales con alto valor de mercado.
La paradoja de Deadpool y Lobezno (Deadpool & Wolverine en versión original) es ser la primera película de Marvel Studios con una propiedad recuperada de Fox y, al mismo tiempo, un homenaje a las historias, personajes y actores que escribieron ese capítulo de la historia del Hollywood moderno. Un homenaje que se hace más que explícito en la trama cuando algunos personajes reaparecidos de esas películas reclaman "un final" para sus historias. Irónicamente, para enterrar este universo, Deadpool y Lobezno resucita al único personaje del estudio que había tenido un final a la altura de su relevancia, el Lobezno de Hugh Jackman, que moría al final de la notable Logan (2017). Lobezno quizá no necesitaba ese regreso, pero la tercera entrega de Deadpool sí necesita Lobezno: él fue al principio de todo –impagables las escenas del rodaje deX-Men que aparecen en los créditos finales– y tiene sentido que sea también al final. Tampoco se le puede discutir a Jackman la relevancia como icono cinematográfico: ha interpretado a Lobezno ocho veces a lo largo de 25 años, más que Sean Connery a James Bond.
Multiversos infinitos
Para dar coherencia al conjunto dislocado de títulos de Fox e integrarlo en el universo Marvel, la película recorre a la excusa de los universos paralelos, de la que el cine de superhéroes está abusando en los últimos tiempos. Y he aquí el problema: Deadpool y Lobezno, que se estrena este jueves, no deja de repetir una fórmula que ya hemos visto recientemente en The flash (2023), que ponía punto final al Snyderverse de Warner, e incluso a Spiderman: Sin camino a casa (2022), homenaje a las encarnaciones previas de la franquicia arácnida: pero el retorno de personajes del pasado y de los actores que los interpretaron, mayores pero aún con ganas de juerga, es un recurso ya demasiado sudado.
El hecho diferencial es la calidad meta de la saga Deadpool, una autoconciencia total que llega al paroxismo en esta entrega. Desde su primera escena, con un Deadpool excavando literalmente la tumba de Lobezno, la película es, en gran medida, un comentario sobre el estado del cine de superhéroes como género, sobre la forma en que se hacen las pelas películas y sobre los actores que las interpretan. Y no un comentario sutil sino explícito y articulado en forma de chistes más o menos exitosos disparados incesantemente por el mercenario bocazas y casi inmortal que interpreta a Reynolds. Chistes para los que a veces es necesario tener un conocimiento profundo de los cómics de los X-Men, de la intrahistoria de la franquicia cinematográfica o de los rumores que han circulado durante años sobre futuras películas: uno de los actores que reaparece ni siquiera llegó a interpretar al personaje en el cine... Hasta ahora.
Deadpool y Lobezno parece una película pensada para el fan entregado del cine de superhéroes, una película más preocupada por dialogar con esta hiperconciencia compartida por los aficionados al género que por contar una historia con cara y ojos. Hay un momento en el que Lobezno y Deadpool toman una decisión que se nos ha asegurado que sería fatal para ambos pero que, finalmente, no tiene ninguna consecuencia para ellos. "Con Deadpool y Lobezno haciendo equipo nada puede salir mal", viene a decir uno de los secundarios. Desgraciadamente, no tiene razón: a pesar de ser razonablemente entretenida y con frecuencia divertida, Deadpool y Lobezno hace evidentes los síntomas de agotamiento y la tendencia a devorarse a sí mismo del cine de superhéroes, un género que en el 2000 hacía soñar con futuras películas y ahora parece esclavo de su pasado.