Jason Statham ya es oficialmente el nuevo Sylvester Stallone

La última frase que se pronuncia en En working man es "Bienvenido a casa". Seguramente, una parte de los espectadores sentirá el calor terapéutico de estas palabras, sobre todo si están algo desorientados en la fluidez del mundo contemporáneo. Esto se debe a que nos encontramos ante un filme que no sólo quiere ofrecer familiaridad (la de los códigos del género de acción tal y como quedaron grabados a fuego y testosterona en la década de los ochenta), sino también certezas absolutas, como que si alguien tiene aspecto de malo, viste como un malo (hay que aplaudir el vestuario con hablador de coro), forzosamente tendrá que ser malo.

También que, aunque a nadie le gusta la violencia, a veces hay que romper algunos cráneos. Por ejemplo, cuando unos malhechores raptan a la hija de los empresarios que te han acogido cuando nadie te daba una oportunidad, que es la situación con la que se encuentra el personaje de Jason Statham en la película, donde se reúne con el director David Ayer un año después del éxito de Beekeeper: El protector y, sobre todo, con Sylvester Stallone, productor y coguionista, que le señala como su único heredero. Los esfuerzos deEn working man para crear una zona de confort para el aficionado a los estomacados pueden parecer rutinarios, pero este crítico admite sentir respeto por la capacidad de Ayer para encarar con convicción un material tronado que, de entrada, sólo parecería posible conjugar desde la ironía o, directamente, desde la parodia.