Festival de Cine

Una Mostra de Venecia sin estrellas rescata la memoria del cine italiano

Liliana Cavani recibe un León de Oro honorífico en la primera jornada del festival

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La cineasta italiana Liliana Cavani en la Muestra de Venecia 2023.

VeneciaEn los últimos años, la Mostra de Venecia se ha convertido en el festival europeo predilecto de Hollywood. Con su buen ojo para acertar los caballos ganadores de la “carrera por el Óscar”, Alberto Barbera, el actual director artístico del certamen, ha hecho del festival más antiguo del mundo un brillante escaparate para la industria del cine norteamericano, que a cambio ha convertido la Mostra en una exuberante fuente de glamour. Pero ¿qué pasaría si las grandes estrellas no pudieran acudir a la cita con la alfombra roja situada en el Lido de Venecia? Este año, cuando el festival celebra su 80ª edición, esta fatídica hipótesis se ha hecho realidad por la huelga del sindicato de intérpretes de Hollywood. Así, estrellas como Emma Stone, Bradley Cooper o Michael Fassbender, protagonistas de títulos de la Sección Oficial, se quedarán en casa, y solo producciones independientes como Ferrari, de Michael Mann, o Priscilla, de Sofia Coppola, podrán contar con el apoyo mediático de sus protagonistas.

De entre las bajas provocadas por la huelga del sindicato hollywoodiense, la más destacada es la de Challengers, el drama deportivo dirigido por Luca Guadagnino y protagonizado por Zendaya que fue retirado de la programación por sus productores cuando ya había sido anunciado como el filme de inauguración. Ante este obstáculo, la Mostra ha tirado este miércoles de talento local para animar la primera jornada, que ha tenido como platos fuertes la presentación de Comandante, de Edoardo de Angelis, y la entrega del León de Oro alla carriera a Liliana Cavani, directora de títulos míticos de la década de 1970, como Los caníbales o El portero de noche.

A sus 90 años, Cavani no sólo ha ido al festival para recoger el galardón honorífico, sino que también ha aprovechado para presentar, fuera de competición, el filme El ordine del tempo, que lleva a la ficción el ensayo homónimo en el que el físico Carlo Rovelli estudia los misterios del tiempo. “Es importante leer libros científicos –ha reclamado Cavani en su encuentro con la prensa–. Incluso cuando no los entiendes del todo, ayudan a comprender el mundo”. Sobre la nueva película, que estudia las reacciones de un grupo de amigos que aguardan la posible caída de un meteorito que podría destruir la Tierra, Cavani ha reivindicado la necesidad de meditar sobre la naturaleza del tiempo: “Vivimos atemorizados por lo que nos puede deparar el futuro, pero no conocemos bien nuestro pasado”, ha afirmado la autora de filmes sobre Francisco de Asís (Francesco) y Friedrich Nietzsche (Más allá del bien y del mal).

Liliana Cavani, la transgresión y el heroísmo

Pese a las buenas intenciones de Cavani, El ordine del tempo no logra otorgar densidad teórica o emocional a las prolongadas discusiones que mantienen a un grupo de burgueses de mediana edad que, ante la posible inminencia del apocalipsis, intentan ajustar cuentas con sus traumas sentimentales. La película pretende sacudir al espectador con referencias al amor lésbico y la inhumanidad del capitalismo, pero la verdadera transgresión brilla por su ausencia. Y, de hecho, este lastre se ha hecho aún más evidente cuando Cavani, invitada a escoger su filme más relevante, ha destacado El portero de noche, que en 1974 impactó por su retrato de una pasión sadomasoquista ambientada en parte en un campo de concentración nazi.

"El éxito de aquella película supuso una gran sorpresa para mí", ha explicado Cavani, quien ha revelado que su obra más polémica "tomó forma a partir de cosas" que descubrió "haciendo otros proyectos históricos", como el documental La donna nella Resistenza, sobre partisanas que sobrevivieron a la invasión alemana de Italia. "Me impresionó que una superviviente de Auschwitz no quisiera hablar conmigo a causa de la vergüenza que arrastraba, mientras que una superviviente de Dachau me explicó que, cada año, pasaba una parte de sus vacaciones visitando el campo de concentración. No sabía por qué lo hacía, pero sentía que debía hacerlo".

La memoria invocada por Cavani tiene un reflejo en Comandante, el filme de inauguración, en el que Edoardo de Angelis explora la historia verídica de Salvatore Todaro, el comandante de un submarino italiano que, durante la Segunda Guerra Mundial, protagonizó un sorprendente episodio de compasión con el enemigo. Concebida como un manifiesto antibelicista, la película termina cayendo en la trampa de convertir la guerra en un escenario privilegiado para el heroísmo.

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