Cineasta. Director de 'La abuela'

Paco Plaza: "Estamos convirtiendo nuestra vida en una pasarela, especialmente la gente joven"

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El director Paco Plaza estrena 'La abuela'

BarcelonaEn La abuela, el monstruo no anuncia su presencia con un aullido o un rugido atronador, sino con la arruga que se empieza a formar alrededor de la comisura del ojo. La nueva película de Paco Plaza (Valencia, 1973), presentada en el último Festival de San Sebastián y desde este viernes en los cines, aborda el miedo a envejecer y la obsesión por la juventud a través de la historia de una modelo, la revelación del cine español Almudena Amor, que tiene que volver a casa para hacerse cargo de la abuela, su única familia.

Tráiler de 'La abuela'

La película parte de un guion de otro director, Carlos Vermut, con quien comparte productor. ¿Cómo surgió la colaboración?

— Somos íntimos amigos, cada año vamos a Sitges, y en Madrid nos vemos cada semana. Yo llevaba un año intentando escribir una película de posesiones en la que el demonio fuera la vejez pero no encontraba la manera de explicarla. Y Carlos, que había terminado el guion de Mantícora su próxima película–, se ofreció a escribir una versión de la historia. Me gustó mucho y, a partir de aquí, ya trabajamos de manera normal como director y guionista. Además, él conoce muy bien mis gustos porque hablamos mucho cine, así que me ha hecho un vestido muy a medida. Lo más bonito es que el guion nació de un gesto de amistad y generosidad: los directores no solemos escribir guiones para otros directores, solo para nosotros.

A lo mejor ahora le escribirá el guion de su próxima película.

— Pues me encantaría. Mira, quizás le propongo hacerlo [ríe].

En la película habla sobre la vejez y, más concretamente, sobre la obsesión por huir de ella. ¿Por qué le interesaba el tema?

— Porque tenemos pánico a envejecer y dejar de ser jóvenes, en parte por culpa de la imagen que trasladan las ficciones y la publicidad de una sociedad de gente joven y guapa. Hoy en día no hay mejor piropo que decirle a alguien que no parece que tenga la edad que tiene. Nunca se pone en valor el hecho de cumplir años, que es la única manera de continuar vivo. Vivimos en una especie de carrera imposible contra el envejecimiento, un hedonismo superficial acelerado del que se destierra todo aquello que no sea la perpetuación artificial de un ideal de juventud. Todo esto también tiene que ver con el miedo a la muerte: cuanto más te alejas del nacimiento más te acercas al final y supongo que tenemos un mecanismo de defensa que nos empuja a retroceder a la casilla de salida para no pensar que todo se acaba.

La abuela retoma uno de los propósitos genuinos del horror: mostrar aquello que la sociedad invisibiliza porque lo considera monstruoso.

— En la película hay una escena que impacta mucho en la que una nieta ducha a su abuela, y es porque los cuerpos desnudos de la gente mayor son invisibles. Es como si solo los jóvenes pudieran estar desnudos; los viejos, nunca. El montador y yo tomamos la decisión consciente de hacer que la escena durara algo más de lo normal porque queríamos recrearnos y poner énfasis en ello. Las cosas no dejan de existir por mucho que evitemos mirarlas.

¿Conocer a tantos actores y haber estado casado con una actriz lo ha hecho más consciente de la presión que hay para fijar una idea de belleza asociada a la juventud?

— Sí, pero no es exclusivo del gremio. En Instagram hay una cosa fascinante, y no en el buen sentido, y es que ahora todos somos modelos. ¿Dónde están aquellas fotos en las que salíamos con los ojos cerrados? Ahora siempre estamos posando. Se ha producido una banalización de la imagen y estamos convirtiendo nuestra vida en una pasarela, especialmente la gente joven. En mayor o menor medida, todos creamos un avatar en las redes que es un alter ego nuestro, una idealización de la percepción que tenemos de nosotros mismos y que siempre sale guapo. Y el exhibicionismo de felicidad impostada tarde o temprano nos pasará factura.

Almudena Amor, la protagonista, también aparece en el buen patrón y es una de las revelaciones del año. ¿Quién la descubrió antes, Fernando León o usted?

Primero hizo La abuela, pero tampoco me atribuyo mucho mérito porque se descubrió ella misma. Almudena es una actriz con una inteligencia, un carisma y una sensibilidad extraordinarias. A veces, para descubrir a alguien solo hay que abrir los ojos. A mí me ha pasado más de una vez esto de trabajar con gente que no es conocida y pensar: "Qué suerte que nadie se haya fijado antes en ellos". Me pasó con Enric Auquer en Quien a hierro mata y con Sandra Escacena en Verónica .

El otro descubrimiento del film, si se puede decir así, es Vera Valdez, una actriz de 85 años que fue supermodelo, musa de Coco Chanel, presa política en Brasil... ¿Le interesaba este bagaje para el papel?

— Que hubiera sido modelo sí, porque la protagonista lo era y me iba bien que su abuela también lo fuera, como si en la familia hubiera una tradición de culto a la belleza. Pero Vera tiene un pasado que va más allá de ser modelo, es casi una estrella de rock, una mujer fascinante. Haberla conocido me ha cambiado la percepción de muchas cosas.

¿En qué sentido?

— Que una mujer de 85 decida atravesar el Atlántico para hacer una película de terror con alguien a quien no conoce en un idioma que no habla... A mí, a los 48 años, ya me dan pereza muchas cosas, pero ella se aferra al presente de una manera que me fascina. Nuestra generación tiende a una nostalgia un poco impostada, como si cualquier tiempo pasado fuera mejor. Me gusta la gente que cumple años y sigue valorando el presente como lo único real. Y creo que tiene que ver con el hecho que saber que no te queda mucho para vivir hace que cada día sea especial. La nostalgia es una trampa porque recordar es ficcionar, siempre deformamos la realidad cuando la evocamos. Y no me gusta que la nostalgia oscurezca el presente. "Cuando en la Gran Vía teníamos 25 cines...". Pues mira, ya no están, debe de ser que no íbamos lo suficiente. El discurso de pantalla grande contra plataformas es una dialéctica falaz. Que mucha gente adopte el consumo doméstico como manera principal de relacionarse con la ficción no es bueno ni malo, es un hecho. Y no es que tengamos que asumirlo, sino que tenemos que disfrutarlo.

Tiene mérito que reivindique centrarse en el presente precisamente en estos tiempos que nos han tocado. La abuela, de hecho, ha sufrido muchas vicisitudes por culpa la pandemia: un rodaje interrumpido, atrasos sucesivos del estreno...

— Sí, pero esto no es nada comparado con la gente que no ha podido trabajar. Al final, tenemos una película de la cual estoy muy orgulloso y que se proyectará en cines de todo España. No tengo espacio para el lamento. La hemos podido acabar, la hemos acabado bien, la estamos promocionando y todo el que quiera la podrá ver. No tenemos el presente que querríamos, pero es el que tenemos y tenemos que vivirlo de la mejor manera posible. La pandemia interrumpió el rodaje de la película, pero retomarlo después fue un regalo, como si hubiéramos rodado dos películas. Y es cierto que el estreno se atrasó, pero al final salimos en un momento que no parece especialmente malo. Realmente, no tengo motivos para quejarme.

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