Crítica de serie

'Doctor Portuondo': ¿la primera serie original de Filmin, qué tal?

Carlo Padial firma esta comedia neurótica sobre el psicoanálisis como terapia reparadora

3 min
Jorge Perugorría y Nacho Sánchez a la serie 'Doctor Portuondo'

'Doctor Portuondo'

Carlo Padial para Filmin. En emisión en Filmin

Con su primera serie original, Doctor Portuondo, Filmin cubre un espacio reclamado desde hace tiempo en la industria audiovisual de nuestro país. Y permite dar salida a producciones independientes y de clara marca de autor que, ignoradas por los canales de televisión y también por las nuevas plataformas, no podrían ver la luz o quedarían condenadas al limbo de la autoproducción y la distribución gratuita. De hecho, el responsable de Doctor Portuondo, Carlo Padial, ha desarrollado una parte de su carrera como creador audiovisual en estos ámbitos alternativos desde los cuales demasiado a menudo es difícil dar el salto a la profesionalización sin renunciar al sello personal ni entregarse a las convenciones del mainstream. ¡Así que bienvenido sea el apoyo de Filmin a la producción de este tipo de series!

Los formatos y las películas de Padial, de Josep Mauri. La dictadura de la razón a Mi loco Erasmus, de Go, Ibiza Go! a Algo muy gordo y Vosotros sois mí película, se caracterizan por la naturaleza heterogénea. Doctor Portuondo es un proyecto a la vez íntimo y de más vocación comercial, una serie de autoficción de base cómica que rehúye las convenciones de la sitcom clásica, pero mantiene la estructura típica de reseguir el proceso sanativo de un protagonista a través de la terapia. El primer original de Filmin se puede leer como la historia de amor del creador, a través de su alter ego protagonista, con el psicoanálisis, una comedia dramática sobre alguien que se obsesiona con este tratamiento psiquiátrico. A lo largo de seis episodios se exploran algunas ideas brillantes, como los celos que abruman a todos los neuróticos asiduos a la terapia cuando aterriza en la consulta un psicótico, un enfermo "de verdad" a ojos del médico; o el hecho de enamorarse obsesivamente de una terapia hasta el punto en que la pareja se sienta abandonada. La consulta también supone una excusa para que Padial y su colaborador Carlo de Diego convoquen a todo tipo de personajes excéntricos, entre absurdos y tiernos, que habitan desde siempre sus obras. La temática (la reclusión en la neurosis) y el personaje del título, un psiquiatra de origen cubano que encarnaría los paradigmas del siglo XX y a quien da vida Jorge Perugorría, justifican una ambientación de aires rancios y oscuros, que adopta texturas próximas al cine de terror cuando al protagonista se le disparan los miedos, como en el quinto episodio.

Toda comedia neurótica implica una cierta dosis de narcisismo y misantropía. El protagonista admite el primer punto, y la serie se puede hacer empinada para quien no conecte con la omnipresencia del actor Nacho Sánchez, siempre con el mismo ademán entre estupefacto, asustadizo y confundido con que mimetiza el talante de Carlo Padial. Pero la exposición de miedos, defectos y contradicciones propios de una autoficción también resultan un poco autoindulgente: el protagonista, por ejemplo, presenta como neura insuperable que le causen rechazo los baños de establecimientos públicos (hola, bienvenido al mundo cotidiano de las mujeres) y el "gran secreto" que revela al final, Lena Dunham se lo ventilaba en el primer episodio de Girls con menos aspavientos y más autoironía. En cuanto a la misantropía, echas de menos que el personaje lo abrace con todas sus consecuencias, como hacen Woody Allen y Larry David. En Doctor Portuondo se prefiere finalmente aparcar cualquier traza de incomodidad y concluir la trama con una victoria de los buenos sentimientos y la autosuperación personal.

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