Patrimonio lingüístico

“El estado español es una máquina de matar lenguas”

Lingüistas y escritores señalan los retos para que el catalán sobreviva las próximas décadas

3 min
Una manifestación por los derechos lingüísticos en Palma.

Barcelona¿En el siglo XXII se hablará catalán? La pregunta la lanzó ayer la presidenta del Ateneu Barcelonès, Isona Passola, ante una sala de actos llena a rebosar –hasta donde las restricciones pandémicas lo permiten– de asistentes preocupados por el futuro de la lengua. El pronóstico que lingüistas y escritores plantearon a lo largo de la tarde no fue especialmente esperanzador, pero es que el punto de partida tampoco les dio mucha tregua. “Las agresiones lingüísticas conforman la discriminación más callada y permisiva en Catalunya. Y van en aumento”, afirmó la presidenta del PEN Català, Àngels Gregori, después de poner como ejemplo la regresión que sufre el catalán en las universidades.

Aprovechando que este año se cumplen los 25 años de la declaración universal de los derechos lingüísticos, el PEN Català y el Ateneu reunieron a expertos y entidades para realizar una radiografía de los retos más urgentes de la lengua. La lingüista Carme Junyent se mostró “optimista”, pero dio por perdida cualquier ayuda procedente del gobierno español. “Nunca he creído que tuviera la intención de preservar la diversidad. El estado español es una máquina de matar lenguas”, subrayó Junyent, que alertó de “que actualmente hasta el 95% de las lenguas del mundo pueden desaparecer en el siglo XXI”.

El escritor Sebastià Alzamora se aferró al vaso medio lleno. “Me gustaría que se lograra una confianza en nuestra lengua para que dejemos de preguntarnos cuándo desapareceremos y empecemos a preguntarnos cómo queremos vivir y cómo queremos proyectar este patrimonio que tenemos”, deseó el escritor. Pero, tocando con los pies en la tierra del presente, los ponentes desplegaron una lista de problemas de la lengua difíciles de resolver solo con el activismo ciudadano. “El catalán es objeto de una beligerancia cotidiana y de una beligerancia orquestada e institucionalizada que intenta arrinconarla –constató Alzamora–. Lejos de haber ido por un camino de mejora, el catalán ha hecho una involución notoria”. La conversación llevó a la confluencia entre lengua y literatura, porque las dos comparten males y no se pueden explicar la una sin la otra. “En la práctica, el catalán no es una lengua del estado español igual que la literatura catalana tampoco lo es. La literatura catalana tiene al estado español en contra”, afirmó Alzamora.

La mirada desde fuera de España

En cambio, la proyección de la literatura catalana más allá de las fronteras españolas permite imaginar un futuro algo más resplandeciente. “Los problemas que la literatura catalana tiene que afrontar son los problemas de las literaturas medianas de lenguas no hegemónicas. Los países del norte de Europa se encuentran con situaciones similares a la nuestra, y por eso son nuestros aliados”, dijo la directora de la Institució de les Lletres Catalanes, Izaskun Arretxe, que también puso de ejemplo los casos de éxito de traducciones de Jaume Cabré o Irene Solà: “Cuando nuestros autores se convierten en fenómenos fuera, esto tiene un efecto inmediato aquí. El prestigio que logran fuera nos ayuda a prestigiar nuestra literatura y nuestra propia percepción de la lengua”.

En la Unión Europea las cosas tampoco son fáciles. “Continuamos con un régimen jerarquizado. Las competencias para decidir qué lengua se habla continúan siendo monopolio de los estados”, explicaba la sociolingüista Maite Puigdevall. La lucha por la supervivencia del catalán atraviesa todas las esferas y, tal como se constató ayer, todavía tiene muchas batallas por lidiar.

stats