Primavera Sound 2024

Keanu Reeves en el jardín de Lana Del Rey en el Primavera Sound

El actor actúa con el trío Dogstar la misma noche que el festival se rinde a la cantante estadounidense

Lana del Reu hoy en primavera Sound
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BarcelonaEl viernes era el día de Lana Del Rey en el Primavera Sound. La expectación ya se notaba a las cuatro y media de la tarde, cinco horas antes del concierto de la cantante estadounidense. Tan pronto como se abrió el acceso a la explanada del escenario Estrella Damm, miles de personas se pusieron a correr por el césped artificial. Era el público inesperado que tuvo Ferran Palau, el héroe del pop metafísico de Collbató, que iba deslizando los minutos con magia conocida y estrenos del disco nuevo. "Gracias, muy amables", decía Palau ante un gentío con camisetas de Lana Del Rey. De alguna manera, el pop psicodélico, tierno e inquietante de Ferran Palau, como de urbanización mal asfaltada y peor comunicada, conecta con el lujoso melodrama de urbanización exclusiva de la estrella de la segunda jornada del festival.

Es como si los programadores del Primavera Sound hubieran pensado en este hilo invisible. En cualquier caso, Palau brilló haciendo pasar un buen rato a un público que mayoritariamente quería que las horas pasaran deprisa. Cabe decir que había espectadores que también se apresuraron a coger sitio para ver a Troye Sivan tan de cerca como permite el formato de macrofestival. Poca broma la parroquia que atrae el actor, youtuber y estrella fulgurante del pop, que como prólogo de Lana Del Rey ha ofrecido un show refrescante.

Es como si los programadores del Primavera Sound hubieran pensado en este hilo invisible. En cualquier caso, Palau estuvo brillando haciendo pasar un buen rato a un público que mayoritariamente quería que las horas pasaran deprisa. Cabe decir que había espectadores que se apresuraron a coger sitio para ver al sudafricano Troye Sivan tan de cerca como permite el formato de macrofestival. Deunidó también la parroquia que arrastra al actor, youtuber y estrella fulgurante del pop, que como prólogo de Lana Del Rey ha ofrecido un show refrescante.

Por último, tras las actuaciones de Ethel Cain (que vestía una camiseta con el nombre de Palestina), Omar Apollo y Troye Sivan, apareció la diva de suburbia que solo autoriza el acceso al foso a cinco fotógrafos de prensa, la cronista de soledades melancólicas y a la vez superestrella de un pop contracultural, al menos en el contexto de un macrofestival. La música de Lana Del Rey, y más aún la del disco Did you know that there's en tunnel under Ocean Blvd (2023), querrías disfrutarla de cerca, probablemente sentado en la oscuridad, aislado del mundanal ruido. Pero la cita era en un escenario gigante, dentro de un festival para 70.000 personas y donde puedes comer patatas Brava del Rey.

Sin embargo, se ha producido un silencio mágico, algo inquietante también, porque Lana Del Rey se ha hecho esperar más de 25 minutos, un retraso que solo se tolera en las estrellas. Pasada la incertidumbre, ha aparecido entre el griterío aliviado del público y con un despliegue gigantesco: una escenografía que recordaba el esqueleto de una mansión poblada por fantasmas de Tennessee Williams, bailarinas, incluso una barra de pole dance, un piano, proyecciones evocadoras, todo tipo de recursos de luz, y ella como crooner de la melancolía, siempre en el límite del exceso del simulacro. El vestido y el peinado de celebridad de los años 50 con anhelos monárquicos añadía aún más distancia.

La explanada de los principales escenarios del Primavera Sound durante el concierto de Lana Del Rey.

Temas como Without you y sobre todo Summertime sadness han fijado el tono emocional del show, reflejado en el gesto de muchos espectadores de las primeras filas, entregados a una especie de catarsis y al borde de la lágrima. Así de potente es la identificación con el cancionero de Lana Del Rey. Más aun cuando han sonado canciones como Born to die y Video games, que el público ha cantado con tanta convicción y potencia que prácticamente no se oía la voz la diva.

En el Primavera Sound, el dispositivo escénico y la cantidad de cosas que pasan alrededor de Lana Del Rey han compensado una dinámica musical irregular que depende más de la elección de las canciones que de una interpretación que es conscientemente indolente. Al fin y al cabo, ha hecho del melodrama interior toda una marca y se expresa en una niebla de afectación que seguramente reclama más salidas de tono y golpes en la mesa de los que ha hecho muy puntualmente. Es un estado de ánimo con pocos colores, y eso siempre ha condicionado sus directos.

Lana Del Rey ha tenido el festival pendiente de su jardín de la melancolía durante una hora y diez minutos. Se ha despedido con Young and beatiful, rematado con un agradable jolgorio rítmico, y entonces ha bajado del escenario para acercarse al pueblo, como hacían las estrellas del cine clásico y Eva Perón: ha saludado, ha besado, ha firmado autógrafos y ha charlado con algunas espectadoras. Todo ello podía verse por las pantallas mientras mucha gente giraba cola buscando otros incentivos musicales o gastronómicos, o se desplazaba hacia el escenario de al lado donde después tocaban The National.

Keanu Reeves durante el concierto de Dogstar en el Primavera Sound 2024.

¡Es John Wick!

Otro de los reclamos del viernes era el actor Keanu Reeves, presente en el Primavera Sound como bajista del trío Dogstar. El protagonista de Matrix y John Wick procura que su popularidad estratosférica no afecte a lo que ha venido a hacer al escenario Plenitude, uno de los secundarios del festival y el más alejado de donde tocaba Lana Del Rey: un concierto de rock con dos amigos, uno de los cuales, el guitarrista y cantante Bret Domrose, ejerce de líder y portavoz del trío. Por cierto, Domrose vestía una camiseta del disco Ghost in the machine de The Police.

Alguna sonrisa de vez en cuando certificaba que Reeves está contento de haber reactivado la banda después de dos décadas de inactividad, y además con nuevo disco. Su papel en Dogstar es lo que se espera de un bajista de rock alternativo: sólido, austero y efectivo dentro de un grupo comprometido con la épica eléctrica de los 90, la de la distorsión justa y la contundencia controlada de la sección rítmica. El público enseguida ha buscado inmortalizar el momento haciendo fotos y vídeos, pero poco a poco los móviles han ido desapareciendo, salvo cuando el trío ha hecho la versión de Just like heaven, de The Cure: la respuesta a la interpretación ha sido espectacular, por la felicidad que transmitía todo ello. La naturalidad desnuda del dispositivo escénico, con tres hombres vestidos como si fueran a comprar comida para el perro de John Wick, se ha contagiado al público, que simplemente se ha dedicado a disfrutar de un rato de música en directo, seguramente olvidando que el bajista es uno de sus actores favoritos. Objetivo logrado.

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