Vampire Weekend y Pulp despegan en el Primavera Sound
Las guitarras eléctricas marcan el tono en la primera jornada del festival en el Parc del Fòrum
BarcelonaLa primera jornada del Primavera Sound en el Parc del Fòrum deja al menos tres constataciones. La primera, que el festival ha sabido homenajear Steve Albini, el productor y guitarrista del grupo Shellac que falleció el 7 de mayo debido a un ataque al corazón. Lógicamente, se canceló la actuación del trío, que había tocado en cada edición desde 2007. El Primavera Sound ha reaccionado rebautizando un escenario con el nombre de Steve Albini y organizando una escucha del disco póstumo de Shellac a media tarde : unos cientos de personas han participado en esta ceremonia tan insólita en un festival como emocionante. Como testigo, un ramo de flores en un lateral del escenario.
La segunda constatación es que, si se considera el precio de la cerveza como medida de la inflación, la vida es un 11% más cara que el año pasado: el vaso que valía 4,50 euros en el 2023 cuesta ahora 5. Por cierto, el ingenio gastrolingüístico sigue en plena forma: en una furgoteca sirven patatas Brava Del Rey, un triquinio de cerdo Pork McCartney y uno de Nutella y coco Taylor Sweet.
La tercera constatación es que las guitarras eléctricas todavía pueden ligar buena parte de la programación del Primavera Sound, e incluso dar una cabeza de cartel tan consistente como Vampire Weekend, que además no apela descaradamente a la nostalgia de indie rock y que acaba de publicar un disco notable, Only God was above us (2024). El grupo de Nueva York, que había actuado en el festival en el 2008 cuando apenas habían publicado el álbum de debut, ha despegado su indie rock con cosas (saxo, violín, piano, soluciones rítmicas de raíz africana) en uno de los escenarios principales, el Estrella Damm, y frente a un gentío que, como el año pasado, ha podido moverse con una fluidez razonable por el recinto. Proyecciones de pinturas de las vanguardias (después aparecieron otras épocas), White sky y el toque caribeño de Holiday han abierto el consistente concierto de estos hijos indias que no tuvieron los Talking Heads. El cantante y guitarrista Ezra Koenig es un frontman poco dado al histrionismo, pero le basta con la voz (precisa y afinada) y cuatro gestos para hacer justicia en directo a temas como Connect y Classical (dos de los nuevos), Cape Cod Kwassa Kwassa, Harmony hall y sobre todo Unbelievers, uno de los más destacados de la actuación.
El magisterio de Jarvis Cocker
Una parte del público de los Vampire Weekend se quedó en el mismo sitio para esperar el regreso de Pulp, la banda británica liderada por Jarvis Cocker. Una introducción ruidosa y crispada al estilo de Scott Walker precedió a la irrupción de Cocker como crooner de un mundo magullado para cantar Y spy. Acompañado sobre todo por los violines, la llevó a una cumbre interpretativa inabarcable para muchos artistas. ¡Qué barbaridad empezar así un concierto! Y de repente, cambio de registro, confeti, y un griterío recibió Disco 2000, una de las maravillas del álbum Different class (1995) y al mismo tiempo una pieza inmortal del pop inglés. Quizás sí había nostalgia de la tercera vía del britpop, la del realismo social más inspirado, pero también se estaba respetando un legado de la mejor manera. Sólo había que ver a Cocker totalmente entregado a las quebrantaduras de los crescendos de Mis-shapes, con todo el grupo remando con la misma intensidad.
Something changed, con violines y guitarra acústica en sincronía, bajó un grado la temperatura emocional, apenas para coger empuje y seguir ofreciendo una lección sobre cómo defender con convicción a un cancionero de esta entidad. Pink glove, Weeds (con el arranque dylaniano que estalla en superpop), Sorted for E's & Wizz (donde Pulp se encuentran con David Bowie y The Kinks)… El repertorio era impecable y caminó hacia las palabras mayores: This is hardcore, con la batería y los violines llevando a Cocker a cantar desde el corazón de la tormenta; el contraste entre el agro lírico y la euforia musical de Do you remember the first time (preguntó si alguien había estado en el concierto de Pulp en la sala Zeleste de Barcelona en 1995); Babías, Sunrise y, claro, un tramo final en el que no faltaron Underwear y una Common people, llena de dignidad y de indignación de clase y pensada para ser bailada incluso en las noches más sórdidas. Un concierto grandioso, y seguramente la demostración de que las canciones de Pulp ya nacieron para sobrevivir a la juventud y su época. Sobre todo cuando son interpretadas con la convicción y el respeto con que lo han hecho en Primavera Sound.
De Mujeres a Maria Hein versionando Maria del Mar Bonet
Antes de Vampire Weekend, en el otro escenario principal, el Santander, han descargado punk-rock roto de bar de carretera a los australianos Amyl and the Sniffers. El grupo de la cantante Amy Taylor, poder y carisma, ha vuelto al escenario del crimen, en el mismo sitio donde en 2022 ofrecieron una actuación salvaje. Y como entonces, el público de las primeras filas ha montado un buen pogo. Podrían convertirse en unos habituales del festival, como lo fueron Shellac.
Más guitarras inauguraron el festival. Mujeres, honrando la estirpe de los power trios, premiaron al público que a las cinco y media quiso (y pudo, que para muchos era horario laboral) permanecer en la inmensidad de la explanada de los escenarios principales. Una sala de conciertos es el hábitat natural del trío barcelonés, pero no les asusta el abismo de los festivales diplodocus. Están en un momento de forma insuperable desde que publicaron el disco Desde flores y entrañas. Batería, bajo, guitarra y un inagotable catálogo de estribillos vertiginosos hacen el trabajo, y el público, poco para el Primavera Sound pero lo suficientemente numeroso para llenar un Razzmatazz, respondió como si el primer concierto de la tarde ya fuera el mejor de la jornada. Da gusto ver a grupos que saben cuidar la fidelidad del público.
Un rato antes, a las 17.10 h, Maria Hein había abierto el escenario Pull&Bear removiendo conflictos sentimentales con la cuchara de un pop electrónico muy bien proyectado con la voz de la mallorquina. Además, regaló el primer gran momento del festival: una magnífica versión deAlenar, de María del Mar Bonet. En un tono parecido, y muy bien adaptada al bochorno de la tarde, Renaldo y Clara, el grupo de la leridana Clara Viñals, actuó en el escenario de al lado, el Amazon Music, el más cercano a los vecinos del Besòs. Pletórica, Viñals dedicó un tema al dúo Hidrogenesse "para ser los mejores", y ofreció una muy adecuada El amor hace calor, exquisita indulgencia bailable que musicalmente dialoga muy bien con las canciones del último disco, La boca agua. Renaldo y Clara, una década siendo una de las grandes propuestas del pop catalán.