Muere el historiador Josep Maria Salrach, un gran medievalista
Desaparece a los 80 años una figura clave para el conocimiento de los orígenes de la nación catalana
BarcelonaJosep Maria Salrach, uno de los grandes medievalistas de Cataluña y Europa, ha muerto en Barcelona a los 80 años. Llevaba tiempo delicado de salud, pero hasta el último momento siguió activo. El 8 de abril todavía asistió al CCCB a la presentación del libro colectivo La memòria dels catalans, dirigido por su colega y amigo de infancia Borja de Riquer, un acto durante el cual Salrach intervino con un brillante análisis breve sobre la mitificación en la historia. En las últimas semanas estuvo hospitalizado. La muerte se produjo ayer lunes, según hizo público este martes la familia.
Catedrático emérito de la UPF, es uno de los grandes expertos en la formación de la nación catalana alrededor del año 1000. Su labor ha dado continuidad a la de los grandes medievalistas que ha proporcionado la historiografía del país, con figuras como Ramon d'Abadal, impulsor en 1920 de la obra magna Catalunya carolíngia, a la que Salrach ha dado continuidad junto con Gaspar Feliu. En una entrevista reciente con ARA, el historiador ahora desaparecido lamentaba precisamente que no podría terminar esta tarea: "Quisiera terminarla, pero no podré. El trabajo ha ido pasando de una generación a otra: un siglo para publicar todos los documentos catalanes anteriores al año 1000. Catalunya tiene muchos, e irán apareciendo más, sobre todo en los archivos".
Salrach, el gran referente catalán para los estudios sobre la Edad Media, deja una extensa y sólida obra y una larga lista de discípulos. Miembro del Instituto de Estudios Catalanes (IEC), donde recientemente se le rindió homenaje, era además una figura querida y respetada, de talante afable y con estrechos contactos tanto en Francia, donde había estudiado e impartido clases, como en Estados Unidos, donde había cultivado en especial la amistad con el historiador Paul Freedman.
Entre sus títulos destacan El procés de formació nacional de Catalunya (1978); el segundo volumen (sobre el proceso de feudalización) de la Història de Catalunya (1987) dirigida por Pierre Vilar, con quien también había tenido una estrecha relación; Historia medieval de Catalunya (1998), escrita a cuatro manos con su primera mujer y también medievalista Mercè Aventín; Catalunya a finals del primer mil·leni (2000); y una obra interesantísima de madurez, al margen de su especialidad estricta: La fam al món. Passat i present (el hambre en el mundo, pasado y presente (2009).
Apasionado, dotado de una gran capacidad de trabajo, riguroso y detallista, venía de una familia modesta de payés de Llinars del Vallès, con el padre inválido, y pudo estudiar en Barcelona gracias a su tío escultor y coleccionista Frederic Marès, que se hizo cargo de pagarle todos los gastos hasta graduarse en la universidad.
Dulce en el habla y la escritura, nos ha dejado un erudito, docente e investigador que también tuvo especial cuidado en la alta divulgación: primero, de joven, como autor de enciclopedias para Salvat Universal –tarea que le dio gran capacidad expositiva y de síntesis y le permitió aprender a escribir en catalán– y, después, a través de obras propias y colectivas. De hecho, actualmente estaba implicado en una historia de Cataluña dirigida al público extranjero: él se encargaba de la parte medieval, Riquer de la contemporánea y Joaquim Albareda, con quien también ha mantenido un estrecho vínculo, de la parte moderna.
Su generosidad y su maestría, siempre de la mano de una sonrisa apacible, ha seducido y catalizado el trabajo durante décadas de colegas, discípulos y editores. "La historia medieval de Cataluña y los Països Catalans se escribe hoy como Salrach nos ha enseñado", proclamó Antoni Furió en enero en el homenaje en el IEC.
Aparte de Abadal y Pierre Vilar, también consideraba como referentes intelectuales suyos a Ferran Soldevila, Jaume Vicens Vives y, más para acá, a Josep Fontana. Y entre los colegas franceses destacaba Guy Bois, militante e historiador comunista, Michel Vovelle, líder en historia de las mentalidades, y Pierre Bonassie, humanista marxista cuya influencia le llevó a escribir la historia del hambre en el mundo. De hecho, Salrach, en lo ideológico, se movió en el triángulo catalanismo, marxismo y cristianismo.
De talante conciliador, le había interesado en especial la tradición medieval catalana del pactismo, cuyo origen él remontaba a los siglos XI y XII. De hecho, en los últimos quince años formó parte de un grupo de investigación dedicado a reunir la documentación catalana sobre justicia y resolución de conflictos en Cataluña entre los siglos IX y XII. "En los siglos IX-X –decía– los grandes y pequeños problemas se resolvían por la vía de la justicia de acuerdo con un código jurídico romanovisigótico y unos profesionales que lo aplicaban. Esto ocurría en época carolingia. Se ha dicho que luego se derrumba y viene un tiempo de anarquía. Pero ahora sabemos que no se hunde todo. La noción de bien público no desaparece. La noción de como se administra la justicia, tampoco. Se hacen más pactos, tanto los nobles como los particulares". Y llevando la reflexión hacia el presente, concluía: "Si miramos bien, la buena política es diálogo y pacto. Esto también ocurrió en el Proceso: se partió de un diálogo que resultó imposible".
Emocionado y humilde, el día que los colegas le homenajearon se despidió con un autorretrato nostálgico: "Aún me veo como el niño que era hace setenta años, un niño que ha hecho los deberes". Por supuesto que los ha hecho, los deberes de un gran historiador.