Esclavitud

El Museu Marítim muestra las vergüenzas de la esclavitud catalana

El director del equipamiento dice que la exposición generará polémica pero que los museos no pueden ser neutrales

Exposición "La infamia. La participación catalana en la esclavitud colonial"
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BarcelonaNo es fácil saber quién y cómo se enriqueció con el tráfico de personas esclavizadas. En España y Catalunya fue un negocio bastante opaco, porque el mayor tráfico de esclavos se produjo cuando ya era ilegal. Entre los siglos XVI y XIX, distintos países europeos raptaron a más de 12,5 millones de personas de África, que fueron embarcadas hacia las colonias americanas. Según las investigaciones actuales, las embarcaciones con bandera española llevaron a América a cerca de un millón de personas. Reino Unido ilegalizó el tráfico de esclavos en 1807, y un año después Estados Unidos (aunque no abolió la esclavitud hasta 1863). España no prohibió el tráfico hasta 1820; paradójicamente, se convirtió en un gran negocio para españoles y catalanes. "A Cuba llegaron más de 550.000 cautivos africanos cuando el tráfico ya era ilegal según la legislación española, más de la mitad que en toda la historia", dice el historiador Martín Rodrigo, que asesora a la exposición Infamia. La participación catalana en la esclavitud colonial, que se puede ver en el Museu Marítim de Barcelona hasta el 5 de octubre. "En la exposición hemos puesto algunos nombres para ilustrarlo, pero es un fenómeno mucho más amplio", añade el historiador.

"Esta exposición la teníamos pendiente desde hacía muchos años, por no decir décadas. Muchos otros países han revisado su historia, pero España y Portugal todavía no lo han hecho de forma sincera y manifiesta, y era una espinita que teníamos clavada desde hacía tiempo", asegura el director del Marítimo, Enric Gar. "Estamos orgullosos de haber dado este paso, pese a ser conscientes de que va a generar debate y polémica. No lo hacemos para autoflagelarnos ni pedir perdón, sino para contar una historia de la que no hemos hablado hasta ahora. Se acabó la época en la que se decía que los museos debían ser neutrales", añade el director del Marítimo desde. Enfrente tiene un interactivo que muestra los edificios construidos gracias al dinero que se consiguió con la esclavitud. Detrás, el nombre del Liceu con letras muy grandes.

Un legado esclavista muy presente

"Se trata de contar un hecho del pasado del que no nos sentimos orgullosos y que tiene consecuencias en el presente", dice Rodrigo. El periodista Antonio Tortajada, responsable del guión de la exposición con base en el proyecto museográfico de Ignasi Cristià, apuesta por resignificar edificios y estatuas: "Nuestra sociedad no es responsable de lo que hicieron sus antepasados, pero estaría bien que supiera que convive con su legado –destaca Tortajada–. El racismo es otra parte". De hecho, al final de la exposición hay una reflexión al respecto y se explica la retirada de la estatua de Antonio López.

Una de las viñetas de la exposición, que muestra la división de la sociedad de la época.
El espacio donde se muestran látigos y grilletes.

Hubo tráfico, pero también mano de obra esclava. España fue el último país en Europa en prohibir el trabajo esclavo en 1885. Muchos cautivos morían durante la travesía y, si sobrevivían, tampoco les esperaba una vida demasiado larga. En los Ingenios, nombre con el que se conocían las grandes haciendas dedicadas a la producción de azúcar en Cuba, las condiciones eran terribles. Entre 1847 y 1874 llegaron a la isla 125.000 chinos que eran hombres libres pero que fueron explotados como esclavos.

"La esperanza de vida de un esclavo, una vez entraba a trabajar, era de 5 a 7 años", afirma Rodrigo. En estas plantaciones, propiedad de españoles o descendientes de españoles, se molía y procesaba la caña para hacer azúcar o aguardiente. Era el principal negocio en la isla. En 1860 en Cuba había 1.365 Ingenios y todo funcionaba con esclavos. Entre otros catalanes que fueron propietarios, estaba Josep Carbó Martinell, de Sant Feliu de Guíxols; Josep Antoni Marquès Torrents, Salvador Samà Martí, Teresa Sicart Soler y Pau Soler Morell, de Vilanova y la Geltrú; Tomás y Pau Lluís Ribalta, de Barcelona; y Josep Riera Romeu, de Sitges. Entre los que se lucraron con el tráfico de esclavos estuvieron también los Borbones. En concreto, la reina regente Maria Cristina de Borbón y su segundo marido, Agustín Muñoz.

Una sociedad dividida entre esclavistas y abolicionistas

Cuba se convirtió en un negocio muy lucrativo y, por tanto, muchas veces se hacían la vista gorda ante el tráfico ilegal. Allí era donde se hacía el dinero. Era el mayor exportador de azúcar del mundo y, por eso, España hizo algo insólito en Europa: construyó primero la vía férrea a Cuba –la que unía La Habana con Güines– en 1837 y después en la metrópoli, entre Mataró y Barcelona, ​​en 1845.

En el Marítimo se muestra también cómo el arte retrató esta esclavitud. Hay una acuarela de la distribución del navío Marie Séraphique, de René Lhermitte (1770). Se observa la localización de la carga y cómo se encabían el máximo de personas en la bodega: estiradas en el suelo del entrepuente, junto a unas de otras y alternadas con objetos. En otra pintura, un exvoto, se puede leer: "Falucho 'Uracán' perseguido por el vapor inglés 'Gráulas' en tráfico negro", y muestra cómo un barco británico persigue la embarcación española que se dedicaba al tráfico de esclavos. Algunas viñetas de la prensa de la época dejan patente que en la sociedad del siglo XIX había controversia. Mientras que algunos defendían la esclavitud, otros como la concertista de arpa, compositora, escritora y activista Clotilde Cerdà y el rector de la Universidad de Barcelona y editor Antoni Bergnes de las Casas pedían su abolición.

"Por primera vez una entidad pública cuenta esta historia. Otras grandes potencias también han tardado, no lo han hecho hasta el siglo XXI, pero lo han hecho antes que nosotros. Llegamos tarde, pero llegamos –dice Tortajada–. Es importante que la sociedad lo asuma y se inicie un proceso de restauración".

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