Memoria infame: el pasado colonial de Barcelona que no se ve
Las grandes sedes culturales de la Generalitat y el Ayuntamiento en la Rambla fueron construidas con el dinero de las colonias
BarcelonaHubo un momento en el que se realizaron grandes fortunas con la explotación de los recursos naturales y humanos de las colonias y con el negocio negrero. Quienes hicieron fortuna, a menudo, después volvieron y se hicieron construir lujosas residencias en Barcelona. Detallarlas todas llenaría muchas páginas, pero hay tres bastantes imponentes en la Rambla que acogen a grandes instituciones culturales. Dos de la Generalitat: el Palau Moja, sede de la dirección general de Patrimonio Cultural, y el Palau March, sede del departamento de Cultura; y una del Ayuntamiento, el Palacio de la Virreina, que acoge el Instituto de Cultura de Barcelona (Icub) y la Virreina Centro de la Imagen. Es una parte de la historia poco visible. "Más allá del hecho simbólico de la retirada de la estatua de Antonio López, las instituciones han hecho muy poco en Barcelona, por ejemplo, en relación al recuerdo y la memoria del pasado negro de la capital catalana", asegura el historiador Martín Rodrigo, autor de La controvertida historia de Antonio López, marqués de Comillas (Ariel).
Poco a poco se ha ido explicando cómo muchos barcos de esclavos zarparon del puerto de Barcelona rumbo a África, primero, ya América, después. Con mayor o menor controversia también se ha divulgado como quienes se enriquecieron en América con el expolio o con el tráfico de esclavos invirtieron, después, sus capitales en Catalunya. "Los hubo que operaron desde Barcelona, como Cristóbal Roig Vidal, Mariano Flaquer, Juan Roig Jacas, Jaime Tintó o Pedro Gil Babot. Otros, se instalaron en la capital catalana después de haber hecho fortuna en África o América, como Isidro Inglada, José Mataró, Jaime Bahía, José Samá Mota, José Cargó, Estaban Gatell o los hermanos Antonio y Claudio López, entre otros muchos", detalla Rodrigo, que prepara una web que contará la historia que esconde parte del monumental patrimonio de la capital catalana con la Agencia Estatal de Investigación.
"Deberíamos explicar Barcelona de otra forma", afirma el antropólogo Andrés Antebi, que desde el Observatorio de Vida Quotidiana trabaja en diferentes proyectos sobre la memoria colonial de Barcelona y pronto hará pública una nueva aplicación que quiere explicar "la memoria infame" de algunos edificios. "Deberíamos ser capaces de ponernos las gafas y mirarlo todo con otra sensibilidad. Conocer de dónde venían los recursos económicos para construir estos edificios, dar un salto en el tiempo", añade.
En la web de Barcelona Turismo se dan unas pinceladas del Palau de la Virreina. "Un edificio barroco os recibe en la Rambla de Barcelona, pasada la calle del Carme, y le despertará la curiosidad, ya que su fachada, muy decorada, y los patios interiores y escalinatas, dejan entrever riqueza y poder", se puede leer. Y, más adelante, añade: "Detrás de su nombre, encontraremos que la virreina fue la esposa del virrey de Perú, Manuel Amat y Junyent, marqués de Castellbell". Sin embargo, en ninguna parte se explica, como reconoce el propio Icub, cómo hizo la fortuna Manuel Amat y Junyent (Vacarisses, 1704/1707- Barcelona, 1782). "En la Virreina se han realizado exposiciones muy sensibles y muy críticas con el colonialismo, pero el edificio no ha abordado suficientemente su propia historia", detalla Antebi.
El virrey del Perú que murió repentinamente
Manuel Amat y Junyent, el hombre que hizo construir la actual sede del Icub, fue el virrey de Perú. "Es una figura controvertida por su extrema dureza en Perú. Dentro de la lógica colonial de su tiempo fue considerado un hombre de éxito porque exitoso al reorganizar la capacidad extractiva y de explotación de Perú. Se habían agotado los recursos naturales de muchas zonas y encontró nuevos en Huancavelica y Cerro del Pasco", detalla Antebi. En Huancavelica, actualmente una de las ciudades con mayor índice de pobreza del país, se explotó el mercurio, mineral necesario para la purificación de la plata. "Toda esta explotación minera, que dejó muchos muertos, es todavía muy visible con grandes heridas en la tierra, unos grandes agujeros impresionantes, y una gran contaminación", dice Antebi. Cuando Amat regresó a Barcelona, fue recibido como un héroe y se casó con Maria Francesca Fiveller, hasta ese momento enclaustrada en un convento y al que el sobrino del virrey había dejado plantada en el altar. El palacio se llama de la Virreina por ella que residió allí, sola, después de que Amat muriera de forma repentina.
Martín Rodrigo, en el libro Del olvido a la memoria. La esclavitud en España contemporánea (Icaria), menciona una larga lista de vestigios materiales que dejó la intensa relación de Barcelona con la esclavitud a lo largo del siglo XIX. Uno de los hombres que se enriqueció bastante con las expediciones negras de Cuba, sobre todo entre 1810 y 1820, fue el armador Isidro Inglada. "Se sabe que fletó hasta veinte expediciones a las costas africanas con once embarcaciones diferentes. Inglada regresó a Cataluña en 1822, se instaló en Barcelona e hizo construir varias casas residenciales entre la Rambla y la plaza Sant Jaume. Una de sus adquisiciones más espectaculares fue la Granja Vella de Horta (actualmente Martí Codolar), que convirtió en una gran casa señorial que acogió a monarcas como Fernando VII, el 17 de marzo de 1828", explica el historiador .
Entre las muchas biografías que detalla el historiador, está la de personas bastante conocidas, como los hermanos Antonio y Claudio López. Antonio regresó a Barcelona en 1855 y compró el Palau Moja por 770.000 pesetas en 1879. Cuatro años después, en 1874, compró al marqués de Palmerola dos edificios cercanos, en los números 7 y 9 de la calle Portaferrissa, y en 1880 el número 5 de la misma calle. La Generalitat compró el inmueble en 1980 y actualmente es la sede de Patrimoni Cultural. En la web no se habla de cómo se enriqueció Antonio López. Sin embargo, se dan algunas pinceladas en las visitas guiadas. Rodrigo siempre ha defendido que el controvertido Antonio López fue un esclavista y, además, comerció con esclavos cuando era ilegal. "Sin esto no habría podido amasar la fortuna que le convirtió en el empresario más rico de Catalunya", explicaba en una entrevista en el ARA.
La huella esclavista en el Palau Marc
Otra sede cultura ubicada en la Rambla que tiene la impronta colonial es el Palau Marc, que fue adquirido por Tomàs Ribalta en 1876. Nacido en la Barceloneta y de origen humilde, se convirtió en un hombre muy rico en Cuba con las plantaciones de azúcar y la mano de obra esclava. Con parte de la fortuna compró el Palau Marc, y actualmente todavía puede verse un relevo que confirma su pasado. Además de la simbología propia de la navegación y el comercio, así como frutas tropicales, se distingue la chimenea de la hacienda y la caña de azúcar. "En los años ochenta la Generalitat compró el edificio a sus herederos, que viven en Miami", afirma Rodrigo. Tampoco se cuenta esa parte de la historia en este edificio.
"Se han aprobado proposiciones no de ley, pero no han servido prácticamente de nada", lamenta Rodrigo. La primera se aprobó en febrero de 2010 y, entre otras cosas, pedía erigir un monumento en recuerdo a las víctimas de la esclavitud. "No se ha hecho nada de eso", dice el historiador. En abril de 2022 se proponían modificaciones a esta ley. Entre otras, la de conmemorar el 23 de agosto como Día Internacional del Recuerdo del Tráfico de Esclavos; promocionar iniciativas que visibilizaran el papel de España en la historia de la esclavitud e incorporar la esclavitud en el currículo educativo. "En Nantes (Francia), que también fue un puerto del que salieron barcos esclavistas, por ejemplo, existe un Memorial de la Abolición de la Esclavitud, pero aquí nada nos lo recuerda", lamenta Rodrigo. Desde el ámbito universitario y asociativo ha habido algunas iniciativas, como las rutas que organizaba la Asociación Conocer Historia-Memoria BCN.