Elogio a la "nobleza, perseverancia y eficacia" del libro en catalán
Albert Jané, último Premio de Honor de las Letras Catalanas, inaugura la Semana en el paseo Lluís Companys
BarcelonaA media mañana del sábado, poco antes de la inauguración de la 42ª Semana del Libro en Catalán, por el paseo Lluís Companys ya hormiguean cientos de personas. "Puede que haya más pasavolantes que visitantes de la feria, pero, si se detienen a mirar todo lo que pueden encontrar, algo les convencerá: estoy convencido", comenta Érico del Arco, presidente del Gremio de Libreros de Cataluña. A lo largo de su historia, la Semana ha tenido que combatir muchos elementos, como los cambios de ubicación y fechas, pero también la lluvia, que este año ha estado a punto de aguar el éxito de la primera jornada.
No ha sido el caso, aunque las nubes grises se esparcían por el cielo mientras llegaban las autoridades políticas al acto inaugural, entre ellas las consejeras de Cultura y Educación, Sònia Hernández y Esther Niubó, y el consejero de Política Lingüística, Francesc Xavier Vila. "El carácter itinerante de la Semana no la desvirtúa ni le quita eficacia", ha asegurado, con un optimismo admirable el lingüista, escritor y traductor Albert Jané. El último Premio de Honor de las Letras Catalanas, con 94 años cumplidos, y pendiente de una operación delicada, ha elogiado la "nobleza, perseverancia y eficacia" del libro en catalán. "La Semana es una de las iniciativas más acertadas, exitosas y fecundas que ha habido en el mundo cultural durante las últimas décadas", ha proclamado Jané antes de comentar algunos "hechos positivos" en relación con la industria editorial: "Nunca s 'habían publicado tantos libros en catalán como ahora. La nómina de autores se incrementa año tras año con nombres de todas las procedencias y de edades muy diversas. internacional de nuestra literatura que no se limita a las traducciones a lenguas vecinas”.
Heroicidad y orgullo
Jané sigue observando con agudeza la realidad desde la residencia geriátrica de Santa Coloma de Gramenet, donde vive: "Lamento que las tiradas sean tan cortas y que la presencia de los libros sea tan efímera", precisó. En tiempos "difíciles, ásperos y agoreros" como los de ahora, en medio de los "presagios negativos sobre el futuro del libro" que ha provocado "la irrupción de las nuevas tecnologías" y con una lengua que recibe "ataques constantes" por parte " de enemigos que quieren eliminar para siempre la identidad del país", el catalán sigue resistiendo con un punto de heroicidad.
Por corto que sea el paseo que se haga por la Semana se hace difícil no admirar el trabajo realizado por el sector del libro del país. Una editorial minúscula como Café Central acaba de publicar un nuevo poemario de la prestigiosa Alice Oswald. Adesiara recupera una obra de teatro de Ignasi Iglésias –que no se representa en Catalunya desde hace décadas– y apuesta por una novela de 550 páginas de Sinclair Lewis, Elmer Gantry. Quaderns Crema descubre el talento inclasificable de Joel G. Morera, y la Segunda Periferia presenta una antología suculenta de cuentos de Etgar Keret. "De momento hemos vendido más novelas de Sigrid Nunez que de Maggie O'Farrell", comentan desde la parada de La Otra Editorial. Aniol Rafel, editor de Periscopi, da una vuelta por las paradas pocos días después de publicar la nueva novela de Manuel Baixauli ya punto de lanzar uno de los libros más esperados de la temporada: Intermezzo, de Sally Rooney. Quizás la lengua catalana esté en un momento complicado, pero los lectores disponen actualmente de una oferta abrumadora que la Semana consigue realzar. A la hora de irse, tanto el pasavolante curioso como el visitante convencido salen del recinto con la satisfacción de haber hecho algún descubrimiento y con el orgullo de formar parte de una cultura inquieta, tenaz y viva.