Enric Casasses, el poeta que "de joven ya quería ser antiguo", gana el premio Jaume Fuster
Entre los libros del poeta, "partidario de los grupos sin cabeza", destacan 'Calç', 'T'sé' y 'El nudo la flor'
BarcelonaEnric Casasses (Barcelona, 1951) acaba de ser proclamado ganador del 25 premio Jaume Fuster, votado anualmente por los socios de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana, y que ha distinguido en anteriores ediciones la obra de Jesús Moncada, Joan Margarit, Narcís Comadira, Antonia Vicens y Antonina Canyelles, entre otros. La propuesta literaria de Casasses, poeta, traductor, articulista y narrador, se ha expandido en una treintena larga de libros y discos –entre los que destacan los que ha hecho con Pascal Comelade– y en cientos de recitales.
Jordi Cornudella, que ha editado varios libros de Casasses desde Edicions 62, se ha encargado de glosar su figura en el Ateneu Barcelonès. "Fue Sergi Pàmies quien me recomendó, en 1991, que leyera un libro muy bueno que acababa de publicar la editorial Empúries, La cosa aquella. Nunca se lo he agradecido lo suficiente –ha empezado–. Desde entonces, y hasta finales de los noventa, Enric publicó un alud copioso de libros, que fue posible no porque escribiera a destajo sino porque había ido llenando libretas desde hacía veinte años. Se le llamaba poeta joven, pero ya no era ninguna pipiolo, tenía más de 40 años". Entre los títulos que ha destacado Cornudella de aquella primera etapa estaba el libro de sonetos No estábamos (Empúries, 1993), el torrencial Uh (Asociación Cultural Container, 1997) y la recopilación de artículos El pueblo de al lado (Empúries, 1993). "Cada tanto aparece un poeta que abre posibilidades nuevas y señala posibilidades de futuro. Enric es uno de ellos. Algunos también miran hacia el pasado, y no lo hacen sólo mirando adentro, sino hacia la tradición. Lo han hecho autores como Carner y Riba y, desde hace décadas, también lo hace Enric", ha continuado Cornud.
"Siempre que me llaman maestro, pienso: ¡mierda!"
"Desde la adolescencia siempre me he sentido, por un lado, en la punta de lo moderno, pero también de lo antiguo –ha dicho Casasses–. De joven yo quería ser antiguo, pero también iba con el pelo largo y tenía actitudes extravagantes. Cuando empecé a verme con artistas, unos hacían performances, otros arte conceptual y yo sonetos. Me parecía que era una buena manera de estar a la vanguardia".
Casasses viene de una familia llena de maestros, pero no lo ha querido ser nunca: "Siempre que me dicen maestro, pienso: ¡mierda!", ha exclamado. , ha continuado.Los canarios fosforescentes (Empúries, 2001), libro de poemas en prosa hecho con estirabots, Cornudella ha destacado su "rigor y audacia formales". Y ha añadido: "Si nunca tuviéramos un inventario de todas las formas cerradas que Enric ha cultivado caeríamos de culo, aunque también ha tratado, y con acierto, las formas abiertas, como ha hecho recientemente en Marramaus". "Los canarios fosforescentes es de los pocos libros míos que pueden leerse en otra lengua –ha admitido Casasses–. Soy un autor de mal traducir”.
Un lector tenaz y libre de prejuicios
"Una de las cuerdas que ha estirado siempre Casasses ha sido la de la crítica literaria, como lector tenaz y libre de prejuicios académicos", ha recordado Cornudella antes de destacar el trabajo del galardonado con el premio Jaume Fuster rescatando a autores como Juli Vallmitjana y Eduard Girbal Jaume y escribiendo "prólogos decisivos" sobre Joan. "Aunque haya acabado teniendo muchos seguidores, Enric es un poeta partidario de los grupos sin cabeza", admitió el editor, poco después de destacar el último ciclo de libros, formado por Bes Nagana (Ediciones de 1984, 2011), Te sé (Ediciones de 1984, 2013), El nudo la flor (Ediciones Poncianas, 2018) y el reciente La policía irá de bulto (Documentos Documenta, 2025).
Entre los reconocimientos anteriores que ha recibido la obra de Casasses está el premio Carles Riba por Cal (Proa, 1995), el premio Letra de Oro por El nudo la flor (Ediciones Poncianas, 2018) y el premio de Honor de las Letras Catalanas en el conjunto de su trayectoria. Jaume Fuster es un premio sin jurado y sin dotación que votan los socios de la AELC: Casasses se ha impuesto a los otros dos finalistas, Josep Albanell y Gabriel Janer Manila. "Albanell era el candidato que voté –ha admitido Casasses, con una sonrisa pícara–. Se puede decir que he perdido y ganado a la vez".