Minucias

Un gran poeta crápula, bandarra y asesino

Un detalle de la edición francesa de 1500 de la 'Balada de los colgados', de Villon
21/02/2025
2 min
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BarcelonaNo es que François Villon (1431-?) tuviera más o menos amor en Cataluña, porque no debió venir nunca, a pesar de que su pista se pierde en París en 1463. No sabemos qué hizo a partir de esa fecha, ni cuándo murió, ni dónde. La cuestión es otra: Villon ha sido muy poco traducido a nuestro país. Nos constan dos poemas derramados al catalán por Feliu Formosa en la antología Poesía francesa, al cuidado de Alain Verjat (Barcelona, ​​Ed. 62, 1985) y la traducción más reciente de las Baladas, a cargo de Andreu Subirats (Barcelona, ​​LaBreu Edicions, 2010).

Dada la importancia de Villon en el panorama de las letras francesas, esto no es mucho. Una causa de este olvido podría ser la lengua de Villon, que no sólo es la francesa del siglo XV, sino que, además, está cargada de una jerga propia de la vida canalla, urbana y rural, de la Francia de su tiempo: se necesitan un diccionario de la lengua francesa antigua (el de Greimas de la historia de la lengua) (quizás el de Lucien Rigaud).

Otra causa importante, y quizás hay más, es que Villon es una especie de "poeta maldito", crápula, bandarra y asesino –eso sí, delicadamente piadoso en sus versos–, proclive a las groserías –como los goliardos– y amigo de un los ojos de hoy. Esta corriente de la poesía francesa siempre ha dado un estorbo a los traductores catalanes, seguramente porque la ha hecho a los lectores ya los gustos literarios de la población, antes amante del decoro –con pocas excepciones, de Juli Vallmitjana a Josep Maria de Sagarra–, ahora sometido a las leyes tácitas de lo "políticamente correcto". En este sentido, Rabelais no ha tenido mucha fortuna en el país, como tampoco la ha tenido Baudelaire (a pesar del esfuerzo de Xavier Benguerel, Pere Rovira y yo mismo), ni el "teatro de la crueldad" propuesto por Antonin Artaud.

Quizás ahora que la vida sexual está desatada hasta la agujeta, los jóvenes leerían con gusto alguna de las baladas, procazas y no, de maestro Villon. Por ejemplo, la tan famosa "Balada del paso del tiempo" –cantada por muchos chansonniers–, que recurre al lugar común delubi sunt, y que dice (en nuestra traducción, porque no disponemos de la edición LaBreu) eso que sigue. (Antes): "¿Qué se ha hecho, de aquella frente lisa, / del cabello rubio, cejas en arco, / gran entrecejo, mirada bonita / que atraía a los más espabilados? [...] Los pechos pequeños, ancas carnosas, / altas, todo lisas y redondas, / que mantenían juergas chicas; / ¿bien escondida en su bosquecillo?" (Ahora): "La frente todo arrugada, el pelo gris, / cejas caídas, ojos apagados, [...] orejas como colgantes, todos musgos, / rostro pálido y desteñido, / mentón arrugado, labios peludos: / ¡mirad la bien!, ¡cuánta bella! Pues vetelo aquí.

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