Isabel Oliva, la poeta de 100 años que hace música con las palabras
Maestra de profesión, la escritora gerundense empezó a escribir versos después de jubilarse y hasta hoy ha publicado una veintena de libros
GeronaLa poetisa gerundense Isabel Oliva i Prat acaba de celebrar 100 años. Una cifra de tres dígitos, redonda e impresionante, que la escritora afronta con una lucidez realmente admirable, en buena forma, activa e inquieta como de costumbre, atendiendo a un montón de visitas y felicitaciones, mientras todavía mantiene vivas las ganas y la inspiración por escribir nuevos versos. El centenario ni le agobia ni le merma la creatividad, sino todo lo contrario: con las piernas un poco renqueante, pero con el ingenio del todo despierto, continúa con mucha energía para hacer y rehacer ante el ordenador la línea y la forma de sus últimos poemas.
La trayectoria literaria de Oliva, acreditada con una veintena de libros y numerosos premios por toda Cataluña, está absolutamente fuera de lo común, ya que empezó a escribir por primera vez con 70 años. Fue justo en el momento de jubilarse, después de toda una vida profesional ejerciendo de maestra, sobre todo en la Escuela de Fuente de la Pólvora, donde desarrolló una labor clave para la normalización del catalán en los barrios más desfavorecidos. "Sentí la necesidad de escribir sobre muchas de las cosas que había oído antes pero nunca había puesto en palabras", recuerda Oliva. De esta forma, encontró en la poesía un impulso y un empleo para mantener la mente inquieta después de retirarse de la enseñanza. Primero, el instinto poético nació como una mera afición sin pretensiones, pero, con el paso del tiempo, gracias a los reconocimientos y el buen recibimiento entre los lectores, acabó convirtiéndose en una segunda vocación con la que ha hecho fortuna.
Verso libre sobre Girona, la naturaleza y la música
Apadrinada por maestros como Miquel-Lluís Muntané, Ricard Creus y Rosa Font, Isabel Oliva ha cultivado una poesía fresca y clara, emancipada de la rigidez de sonetos o endecasílabos, que fluye con un verso de rima libre, muy lírico, dócil y espontáneo. La autora, que nació en la última casa de la calle de la Força de Girona, utiliza a menudo su ciudad como escenario poético, sobre todo en sus primeros libros, como El instante del ángel (2004), que le acreditan como una gran prologuista de las piedras, las campanas y los balcones del Barri Vell –no es extraño, pues, que en el 2024 recibiera el encargo para hacer la Glosa de las Ferias de Sant Narcís–. También el paisaje y los motivos naturales se repiten en sus metáforas y descripciones, al igual que la música, la otra gran pasión de Oliva, que resuena en su obra tanto en el contenido como en la forma, tal y como muestran poemarios como Aria para una sola cuerda (2011).
De hecho, el padre de Oliva (que murió cuando ella tenía 6 años) era músico y la madre la apuntó a piano de pequeña, pero lo abandonó, hasta que, al jubilarse, al igual que la poesía, reanudó las clases. "Cuando escribo a menudo me pongo música clásica de fondo, piezas como los Conciertos de Brandeburgo, y me inspiro con su cadencia. Entonces, en el piano, me gusta mucho tocar a Bach, Chopin, Mozart, Schubert, Schumann o Erik Satie", reconoce la poeta.
Del amor, en cambio, tema poético por antonomasia, Oliva no habla demasiado. "Si estás enamorado, un poema de amor te sale muy fácil, pero suele quedar mucho ramplón, así que yo el amor lo disimulo. Por ejemplo, tengo un poema que habla del encaje de dos manos, que ya significa amor, o en otro parto del verso Llueve amor siempre que vienes, deÁlex Susanna, para hablar de un amor que llega en tren, menos explícito", comenta Oliva.
Una antología de la obra completa en el horizonte
Pese a que empezó a escribir de forma muy tardía, el talento poético de Oliva no es flor de un día, sino el resultado de un poso cultural que la autora ha alimentado durante toda su vida, como lectora ávida de poesía .Durante la República, en la escuela, descubrió poetas catalanes como Joan Maragall, Segarra o Clementina Arderiu; Juan Ramón Jiménez; y, de mayor, contemporáneos como Joan Margarit, uno de sus referentes. Con 100 años, sigue leyendo a estos grandes maestros y sigue con nuevos encargos y proyectos entre manos: "Ahora escribo un poema para los Amigos de la Unesco, que me ha encargado Lluís Lucero, y estoy muy contenta porque acabo de saber que las Bibliotecas de Girona editarán una antología con toda mi obra, en el 2025. Era la gran ilusión de mi vida", concluye Oliva.