Los libros que no interesan a Aliança Catalana
BarcelonaYa hace unos días –y es culpa de los resultados electorales, de la entrada de Aliança Catalana en el Parlament– que pienso en un niño alemán que no conozco de nada; ni siquiera sé cómo se llama. Me habló de ello la ilustradora y pintora Carme Solé Vendrell, que le conoció durante un viaje a Düsseldorf para presentar La luna, la tierra y el sol, que hizo con Jaume Escala (Comanegra). A una escuela, se le acercó el niño en cuestión porque quería decirle algo: "Lo que más me ha gustado de este libro es que, siendo tres personajes tan diferentes, se puedan hacer amigos". La maestra después explicó a Solé Vendrell que era un niño inmigrante y que los demás no le aceptaban. No sé si el resto de criaturas pudo hacer la misma lectura que él y su situación cambió un poco, pero estoy segura de que ese libro, al menos durante un rato, debía de ser refugio, y quizás también esperanza, para aquél niño.
El miércoles, en un momento "de desesperación", como me explicaría más tarde, la escritora Blanca Luz Vidal hacía una propuesta a X que también apelaba a los libros: "¿Y si hacemos un hilo de lecturas que, de algún modo, vayan bien para alertar de las mentiras y de los peligros de la extrema derecha? Ensayo, ficción, poesía, lo que sea". Enseguida, el hilo se llenó de títulos: hay muchos ensayos muy prometedores, textos clásicos y algunos menos conocidos, y encontrará concentrados autores como Agustí Bartra, Fina Birulés y Hanna Arendt, Margaret Atwood, Martin Amis, Judith Butler, Theodor Adorno, Victor Klemperer o Georges Bataille. Hay lecturas muy diferentes, vale mucho la pena echarle un vistazo. Pocas horas después, Vidal se mostraba emocionada por la red que se estaba creando, por el gesto colectivo que está recopilando lecturas que son, según la escritora, "Antídotes. Antorchas. Barandillas. Faros".
Verse obligado a emigrar
Yo todavía no he participado en el hilo, pero sé que añadiré Hemos tenido que irse, un libro que recoge el testimonio de seis inmigrantes que Laia de Ahumada hace hablar en primera persona después de entrevistarles (Akiara Books, con ilustraciones de Cinta Fosch). Está pensado para jóvenes, de hecho, me parece una lectura muy indicada para todas las bibliotecas escolares, pero en realidad interpela a lectores de cualquier edad. Encontrará el Soly, de Senegal; Helena, de Bolivia; el Said, de Siria; Ruth, de El Salvador, y Meriem y Osama, ambos de Marruecos. Los enumero, con su nombre, porque me parece importante y porque responde al objetivo del libro: la autora quiere que veamos a las personas que se ven obligadas a emigrar y que seamos capaces de ponernos en su piel. Nos explican cómo era la vida en sus países, por qué tuvieron que dejarlos y cómo se lo hicieron para llegar hasta aquí. También cómo lo han hecho para vivir en un país desconocido para ellos, cómo es su vida ahora. Su periplo incluye situaciones que se pueden imaginar, pero todos tienen sobre todo algo en común: sus historias tienen finales felices, gracias a la implicación de personas y entidades de nuestra casa. Es emocionante. Soy consciente de que las cosas no siempre son así, que la situación en nuestro país es compleja, pero también creo que la solución no pasa, en modo alguno, por la extrema derecha. Y si hay libros que nos ayudan a entenderlo, que son resistencia, un motivo más para seguir leyendo.