San Jorge 2025: Preparados, listos, ya
BarcelonaApenas iniciamos febrero y la gran familia de la literatura ha puesto en marcha los motores para el día de Sant Jordi, no sólo los ha puesto en marcha sino que libreros y editoriales ya han dado gas a fondo y van a ciento treinta por la nacional de las futuras ventas. Lo sabemos: la venta de libros es estacional y ese día es clave para los resultados de todo el ejercicio. Soñábamos una isla donde las cosas no fueran así, soñábamos, y seguimos soñando, una isla al otro lado del miedo, una isla donde se vendan libros a carritos cada día del año, una isla habitada por lectores ávidos para aparearse con una lectura que entren en las librerías gorjeando como los pájaros en la época de cría, una isla donde una mujer cualquiera vuelve a casa y se encuentra un libro envuelto sobre la mesa aunque no sea Sant Jordi ni su cumpleaños, una isla donde la gente no gruñe que los libros son caros mientras se arruina comprando móviles y ropa de marca y cenas en buenos restaurantes.
Pero quizá sueña que soñarás, nos hemos perdido por el camino. El tsunami santjordiesc inundará el mercado demi país querido y lo colgará de la misma manera que el agua pendía antes la iglesia de Sant Romà de Sau: dejando sólo una pequeñísima parte visible. Así mismo, algunas novelas serán empujadas por las editoriales con energía feroz y atropellarán otras muchas, que quedarán debajo, sepultadas por el marketing pagado a golpe de talonario. El marketing: la estafa del siglo, la ciencia de las falsas verdades. Pero bueno, son las normas del juego, el mercado se autorregula y el funcionamiento de todo ello no es más que el resultado de cómo compramos y cómo leemos. O esto dice la tan hermosa y tirana teoría del juego. Es ley de vida (literaria): unos libros despegan y otros estallan en mil pedazos como el Challenger cuando parecía que todo iba bien, unos nunca salen de la base de lanzamiento y otros se quedan en circulación orbital durante años. Y después están los géneros: la novela es la gran estrella. Tenemos una avidez enfermiza por las ficciones: por las mentiras, pues; convendría hacer un análisis sociológico. Aunque también nos sigue interesando la prosa del yo,el yo que no muere, la prosa escrita con carne y huesos y no sólo con invenciones mentales. O quizás no sólo es que el yo no muera, sino que el yo está más vivo que nunca y necesita más caso que nunca. Es éste el motivo que todo el mundo escriba: escribe la amiga, escribe la podóloga, escribe un vecino extraño, escriben los seres queridos, escriben éste y aquella, escribe Carmen, Juan, Fernando, Guadalupe, elElisa Kiseljak y elAnna K., pronto escribirán los elefantes y todo. En la calle donde vives seguro que también hay algún escritor, y en tu familia (si una familia no tiene ninguna, ya empieza a ser una anomalía). Hay plos cuatro lados. También yo lo soy, y no pensáis, me acuso a mí misma de ser la intrusa y me pregunto a menudo por qué escribo.
Aparte de los libros que tiran como una locomotora, el resto es un mercado atomizado hecho de fragmentos pequeños y preciosos como los vidrieras. Ficción, poesía, ensayo, literatura infantil y juvenil, etc. Y después el subgénero y el subgénero del subgénero. Una fractal que no te la acabas nunca. Porque la oferta es tan amplia y variada que lo contiene todo, la banalidad y la grandeza, la gracia y la desgracia, la roca y el aire.
Empezar antes no implica ganar
En febrero salen muchos libros por la carrera de Sant Jordi, pero algunos empezaron antes, en septiembre o en octubre, o ya hace años. Ahora bien, empezar antes no implica ganar: puede que te agotes antes de llegar a la meta y acabes el último revolcándote en sólo tierra, sólo lluvia, sólo barro, y tengas que recurrir a los amigos y la pareja para que te consuelen con una mamalia simbólica y te digan que tu libro merecía más. O quién sabe, puede que no, quizá eres la conformista de la casa y te dices que si no nos quieren, marcharones y listos. Pero volverás. Porque la literatura forma parte de ti y hay adiós imposibles de pronunciar, cosas insustituibles en tu existencia. No puedes hacer la gran sustitución. No puedes cerrar la puerta a lo que da luz a tu vida, no es posible ni conveniente cerrar la puerta del sol.
Y quizá en los momentos de más hiperrabia, cuando veas el resentimiento que atraviesa el sistema literario del país, cuando constates una vez más que libros maravillosos pasan desapercibidos y otros mediocres despuntan, desearás que todo esto queme y te consolará pensar que el futuro es una pequeña llama que puede destruirlo todo. La carrera ha empezado pero no hace falta apresurarse, los buenos libros no caducan y nos esperarán pacientes, al igual que por más esquivo que sea el gato nos espera al margen.