Minucias

La sociedad se está volviendo cada vez más tonta

Una imagen de 'Una noche en Casablanca', de los hermanos Marx
26/06/2025
2 min

BarcelonaHay dos libros de autores estadounidenses que diagnosticaron con una acuidad insólita el panorama intelectual de la población estadounidense: Richard Hofstadter, Anti-Intellectualismo en American Life (1a edición,1963) y Alan Bloom, The closing of the american mind (1a ed., 1987; en castellano: El cierre de la mente moderna, 1a ed., 1989).

Resulta muy interesante constatar que los dos libros son antiguos, pero que advertían a la sociedad lectora del país de que la sociedad se estaba volviendo cada vez más tonta, menos informada, más indiferente a la política, más refractaria al saber, a la cultura, ya las letras en especial. De hecho, el segundo de estos libros hablaba expresamente de la vida universitaria, aquella que Donald Trump no puede soportar, y contra la que ha dictado unas medidas, en parte anuladas por los tribunales, que parecen insólitas.

Insólitas, de hecho, no tienen nada. Ya hace decenios que se incuba en aquel país —y, de rebote, toma cuerpo a todas las sociedades llamadas altamente "civilizadas"—, un desprecio no exactamente por la cultura de las élites —que, al fin y al cabo, no hace daño a nadie y es consumida por las propias élites—, sino por cualquier manifestación de la inteligencia que pueda convertir a los norteamericanos.

Todo venía de todavía más lejos; porque Hofstadter citaba, en su libro, este pasaje de John Dewey: "Una vez empezamos a pensar, nadie sabe qué puede surgir de esta actividad, salvo que muchas cosas, objetivos e instituciones acabarán probablemente tocadas. Todo pensador pone en peligro una porción de un mundo aparentemente estable, y nadie le puede predecir."

También citaba el caso de Cornelius Vanderbilt, empresario, quien, cuando le dijeron que era una lástima que un hombre con su capacidad no tuviera ninguna cultura, respondió: "Si hubiera adquirido una formación muy elevada, no hubiera tenido tiempo para aprender otra cosa".

Hace muchos decenios, pues, que en muchos lugares tiene un gran prestigio "la otra cosa", y ningún poseer una cultura de patente, al menos una inteligencia celosa.

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