Literatura

La vida eterna de las 'Almas muertas' de Gógol

Publicada en 1842 y traducida de nuevo al catalán por Arnau Barios, es una obra maestra de la sublimitado y el grotesco, una carnavalada y un retablo social exacto

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Cuadro de Ilià Repin de 1905 en el que Nikolai Gógol está a punto de quemar la segunda parte de 'Almas muertas'
  • Nikolai Gógol
  • Traducción de Arnau Barios
  • 340 páginas / 24,95 euros

Heredero de Cervantes y de la literatura picaresca, antecedente e influencia de Kafka y Beckett, compañero brillantemente deformado y sarcásticamente deformador de sus coetáneos realistas europeos (es Balzac sin refinamiento, es Dickens sin esperanza), Nikolai Gógol (1809-1852) es uno de los nombres centrales de la literatura rusa, que tantos nombres centrales ha dado a la literatura mundial. Almas muertas, aparecida originariamente en 1842 y de la que había una segunda parte que el propio autor se encargó de destruir antes de morir, es su obra más conocida, una obra maestra de la sublimitado y el grotesco, una carnavalada y un retablo social exacto, y ahora La Casa dels Clàssics acaba de publicar una edición en catalán muy difícil de mejorar, con un prólogo orientador de Xènia Dyakonova y con una traducción deArnau Barios que se intuye tan imaginativa como rigurosa y precisa. No nos venden “cenas de kopek” aquí. (Por si fuera poco, la edición incluye también un breve epílogo explicativo ejemplar del propio Barios.)

Existe un tipo bastante específico de grandeza literaria que sólo la irradian las grandes novelas del XIX: ambición panorámica y minuciosidad minorista, retrato de una realidad política y socioeconómica y exploración de una vasta galaxia de individualidades, majestuosidad y banalidad, narración de unas vidas y reflexión sociomoral y filosófica sobre estas...

Con su sentido del humor desconcertante y extraño, con su prosa espinosa y llena de registros –desde la broma estridente, el juego de palabras vulgar y el insulto de taberna hasta la comparación elevada y la metáfora audaz–, con su nacionalismo lingüístico ruso desbocado –Gógol era ucraniano, pero era un asimilado y en todo el libro exuda su obsesión por expandir y depurar la lengua rusa–, con su argumento de pura picaresca, con sus personajes que son unos pocapena y unos aprovechados y unos hipócritas y unos canallas, con todo esto, digo, parece que Almas muertas no pueda encajar en la galería canónica de rutilantes títulos novelísticos del XIX. Pero ¡por supuesto que encaja! Es una pieza mayor.

La dignidad de 'la alta carcajada entusiasta'

El argumento de la novela es tan sencillo como inquietante, sugerente y lleno de posibilidades humanas y narrativas. “El Consejero Colegiado Pável Ivanovich Chitchikov”, un tipo poco agraciado y nada carismático, pero que sabe ganarse la confianza y la simpatía de los demás, se dedica a visitar a grandes propietarios y terratenientes –la acción transcurre en la época zarista, feudal y esclavista– para hacerles una oferta de compra de siervos, llamados y contabilizados como almas, con la particularidad de que el protagonista, para sorpresa de todos y sin que nadie (tampoco el lector) entienda exactamente por qué , quiere comprar siervos ya difuntos, pero que aún consten como vivos en el censo. Tanto desde un punto de vista ético y cómico –picaresca pura– como desde un punto de vista digamos filosófico y existencial –la absurdidad, la tragedia, el nihilismo–, la riqueza significativa de esta premisa argumental es enorme. Y Gógol lo exprime al máximo. Saca un muestrario vivísimo de los pecados, miserias, defectos, hipocresías, vicios, vulgaridades y maldades de la sociedad rusa de la época, pero de vez en cuando también insufla un poderosísimo soplo existencial: “Hay personas que no existen como realidades, sino como salpicaduras o manchas sobre la realidad”.

En un par de páginas memorables que hay justo en la parte central de la novela, Gógol explica su programa estético y moral y viene a decir que escribe para que sus coetáneos admitan de una vez que son “igual de prodigiosos los cristales que reflejan el sol y los que transmiten el movimiento de insectos imperceptibles”, y que “la alta carcajada entusiasta” es “digna de un sitio al borde del alto impulso lírico”. Alta risa entusiasta y alto impulso lírico: Almas muertas es exactamente esto.

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