“Manel cantaban sobre nosotros y no lo sabíamos”

Se cumplen diez años del disco ‘10 milles per veure una bona armadura’

Martí Maymó, Guillem Gisbert, Arnau Vallvè y Roger Padilla, Manel, en una fotografía de 2011
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Barcelona“Xicots, aneu fent lloc, que estem esperant” ("Chicos, id haciendo sitio, que estamos esperando"). Lo advertía Guillem Gisbert al final de Benvolgut, la canción con la que los Manel abrieron el disco 10 milles per veure una bona armadura (2011). Hace diez años, la sensación era justamente la de que ya tenían su lugar, que no habían tenido que esperar mucho para convertirse en el grupo de cabecera de mucha gente. El éxito de Els millors professors europeus (2008) auguraba unos años de popularidad sostenida, pero también estaba la maldición del segundo disco, la gestión de la caricatura de los chicos del ukelele y la angustia de no saber si serían capaces de atender unas expectativas de magnitudes generacionales. Estos eran algunos de los retos que tenían que desafiar Gisbert, Martí Maymó, Roger Padilla y Arnau Vallvé, nacidos entre 1981 y 1983, cuando unos días antes de la primavera de 2011 publicaron el disco de BenvolgutBoomerangLa bola de cristallEl Miquel i l’Olga tornen y La cançó del soldadet, entre otros temas.

“Manel nos llevan al grupo de amigos que recorrimos media Catalunya siguiéndoles por festivales, cantando sus canciones y descifrando sus letras. Queríamos entender qué pasaba en Deixa-la, Toni, deixa-la, quién eran los amigos de Toni, por qué le aconsejaban esto. Podíamos hablar de Miquel y Olga o de Dolors como si fueran amigos nuestros. Manel es el recuerdo de la época universitaria y de las primeras veces que íbamos con amigos a conciertos y festivales. Fuimos a todas partes a buscarles; si hacía falta, íbamos hasta al Festival SOS de Murcia”, recuerda la periodista Andrea Gumes (Barcelona, 1987), directora del programa Tardeo y copresentadora con Anna Pacheco de Ciberlocutorio a Ràdio Primavera Sound. Gumes y Pacheco, de hecho, dedicaron un programa a sobreanalizar Benvolgut, una de las canciones más destacadas del pop catalán y una de las que siempre suenan en el repertorio en directo de Manel.

Aquel efervescente 2011

Uno de los festivales donde el cuarteto tocaba a menudo era el PopArb, que se celebró en Arbúcies entre 2005 y 2015. Incluso tenían que actuar cuando todavía no habían grabado el primer álbum. “Pero no pudo ser porque uno de ellos tenía un bolo en una boda, o algo así”, dice quien fue la directora del PopArb, Anna Cerdà. El año 2011, claro, las cosas ya eran diferentes porque 10 milles per veure una bona armadura fue el disco que demostraba que pagaba la pena intentar vivir del grupo. “Todo iba bastante deprisa: en el cartel del PopArb de 2011 estaban Manel, Antònia Font, Mazoni, The New Raemon y también Refree y el Guincho, gente que ahora está produciendo a nivel mundial. Es muy reconfortante ver aquel cartel. Era un momento muy efervescente, pasaban cosas. No iba tan mal”, dice Cerdà, que hoy es conservadora y comisaria de arte en el Macba.

Guillem Gisbert durante el concierto de Manel en el PopArb 2011

“En aquel momento, en 2011, quizás todavía no habíamos tenido tiempo para darle muchas vueltas a todo lo que significa Benvolgut –explica Gumes–, pero Anna [Pacheco] y yo siempre volvemos a la imagen de aquella de gente haciendo cola escondida detrás los matorrales. O al hecho que te puedas encontrar a tu ex por la calle y que te salude. No nos había dado tiempo a tener tantas experiencias, pero ahora, con el tiempo, quizás te ves más parecida a Teresa, Dolors... Nos hemos hecho mayores. Hemos crecido hasta el punto de poder ser ahora las protagonistas de las letras de Manel. ¡Qué horror! Cantaban sobre nosotros y no lo sabíamos”. ¿No es este uno de los propósitos secretos del pop? 

A pesar de que en aquella época la relación de Anna Cerdà con la música estaba muy condicionada por el trabajo en el PopArb, también recuerda el efecto íntimo que causaban canciones como Benvolgut y Boomerang. “Soy de la generación de Manel, pero algo más mayor –dice Cerdà, nacida en 1978–. Sus letras me resonaban, pero a la vez había esta distancia de tres o cuatro años que hacía que tuviera la sensación que estaba escuchando a alguien que te explica tu vida, pero cuando ya no es exactamente como había sido unos años atrás. Había una especie de resonancia, un eco, que también era muy interesante”. Cerdà atribuye este efecto a “la potencia de las canciones”, a “la manera de relatar tan directa” que tenía el grupo. “Es que la clavan mucho en las letras”, concluye Cerdà.

Y resuena aquel primer verso de hace diez años: “Benvolgut, permet-me suposar...

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