Violencia en la retaguardia

¿Quiénes eran los cuatro hombres enterrados en una fosa en Sarrià y quién les asesinó?

Según el arqueólogo Jordi Ramos, fueron muertos extrajudiciales y los cuerpos fueron enterrados clandestinamente

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Fotografía del desfile de la División Kark Marx frente al cuartel militar Voroshilov

BarcelonaEn junio del 2019, mientras se hacía una obra en la calle de Ràfols, en el barrio de Sarrià de Barcelona, se descubrieron los restos de cuatro hombres. Todo indicaba que habían tenido una muerte violenta y que quien los había enterrado no había querido dejar rastro alguno. Habían sido inhumados en posiciones forzadas en dos fosas y cubiertos de cal. Además, junto a sus cuerpos, había restos de tela de saco y tres de las cuatro víctimas tenían disparos en la cabeza. "Les habían disparado con un arma corta, una nueve milímetros, que era la pistola que normalmente se utilizaba para las ejecuciones. En el caso del cuarto hombre no se ha podido conservar el cráneo y no podemos saber si va también morir de un disparo", afirma Jordi Ramos, el arqueólogo que ha dirigido y documentado la investigación que encargó la dirección general de Memoria Democràtica.

El lugar de inhumación se encontraba cerca de la escuela del Sagrado Corazón de Sarrià, que fue el cuartel Voroixílov de la Juventud Socialista Unificada de Cataluña (JSUC) durante la Guerra Civil. Gracias a una fotografía que tomó el fotógrafo cubano Antonio Góncer Rodríguez, más conocido como Gonsanhi, se sabe que a partir del 11 de febrero de 1937 allí estaba el cuartel de la División Carlos Marx y que era también un lugar de prácticas para los brigadistas internacionales. Ramos está bastante convencido de que fueron muertos extrajudiciales y que los cuatro hombres fueron enterrados clandestinamente. "Lo podemos saber por cómo fueron ejecutados y cómo fueron enterrados. Los enterraron en el Torrent de les Monges, un lugar donde es relativamente fácil hacer un agujero y taparlo, y los cubrieron con cal viva. Además, no hemos encontrado ningún registro documental en ninguna parte", dice Ramos, que ha revisado tanto el registro civil de defunciones, como los registros hospitalarios y el depósito judicial de cadáveres. Todo sin olvidar los archivos históricos y judiciales de Cataluña, los archivos españoles y el archivo RGASPI (Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica). En ningún sitio hay ningún rastro de los cuatro hombres.

La fosa de la calle Ràfols, en el barrio de Sarrià de Barcelona.

¿Milicianos descontrolados o una orden superior?

Quiénes eran estos hombres y por qué los mataron es lo que ha intentado averiguar durante muchos meses a Ramos. En el torrente de Les Monges no consta que se realizara ninguna otra ejecución ni paseos como en la Cruz de Pedralbes, los algarrobos de los Capuchinos, Can Caralleu, la Font del Lleó o en las puertas de los cementerios de Sant Gervasi y Les Corts. "Los responsables de estos asesinatos eran milicianos, considerados incontrolados. En cambio, los ejecutores de los cuatro hombres del Torrente de las Monjas podrían estar relacionados con el cuartel Voroshilov y, por tanto, ser militantes sujetos a órdenes superiores", asegura Ramos.

Con los cuerpos había también mucho material: hebillas, cremalleras, restos de cuero de cinturones, las llaves de alguien que tenía intención de volver a casa, ligas de calcetines y botones. Además, se encontró una pluma estilográfica, un lápiz de madera y un portaminas, nueve monedas de bronce y una de plata, una alianza de oro y una mochila de ropa. "Estos botones del abrigo, que son en forma de balones de fútbol, ​​se pusieron de moda a partir de 1932 y no llegaron más allá de 1940. Otros elementos identificativos son las prótesis dentales de oro halladas en dos de los cadáveres y una plantilla ortopédica del pie derecho, que están hechos con técnicas y tratamientos habituales en el este de Europa en los años 30", explica Ramos.

El arqueólogo no cree que las ejecuciones estén relacionadas con los Hechos de Mayo de 1937, cuando las calles de Barcelona se llenaron de barricadas y muertes por los enfrentamientos entre los partidarios de la revolución social, liderados por la CNT-FAI y el POUM, y los partidarios de la Segunda República, como ERC y PSUC. Ésta era una posible hipótesis, porque cerca de la fosa se encuentran las Escuelas Salesianas de Sarrià, donde estaba la F14, una potente industria de guerra donde se fabricaban bombas, balas y fusiles máuser, y se equipaban los tanques y los vehículos acorazados . Era un sitio de conflictos porque había habido algunos robos. "Lo descarto porque el patrón es muy diferente. Los enfrentamientos de los Fets de Maig estaban a pie de calle y las víctimas se dejaban sin enterrar, no escondían nada", asegura.

¿Brigadistas Internacionales?

La proximidad de las fosas con el cuartel hace que haya más posibilidades, según Ramos, de que podrían ser brigadistas internacionales. "Hay ejemplos de otras ejecuciones de miembros de las Brigadas Internacionales. El caso más cercano sería la cárcel y centro de tortura para brigadistas internacionales en el castillo de Castelldefels, donde hay una fosa que nunca ha sido exhumada, y que funcionó entre abril de 1938 y el 22 de enero de 1939", detalla el arqueólogo. "En las paredes del castillo hay muchos grafitos con nombres de brigadistas y sabemos por los registros que algunos de los que entraron no salieron de nuevo", añade.

El Sagrado Corazón de Sarrià, rebautizado como Voroixílov (comandante militar soviético fiel a Stalin y miembro del Comité Central del Partido Comunista), se convirtió en un cuartel militar. El complejo estaba formado por el convento, la escuela, los patios y la capilla, que se utilizaba como teatro. Los campos eran el sitio de entrenamiento de los militares voluntarios, tanto del país como de los primeros extranjeros. Dormían oficiales e invitados, entre otros Ramon Mercader, que más tarde asesinaría a Trotsky; su madre, Caridad del Río, y su hermano, y los servicios de espionaje soviéticos.

"Uno de los individuos fallecidos tenía entre 25 y 30 años y los demás tenían entre 30 y 40 años, algo que indicaría que quizás tenían algún cargo o liderazgo político o sindical. Uno de ellos, además, era cojo y , por tanto, descartamos bastante que fuera soldado", dice Ramos. "En 1938, los miembros del PSUC y el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la Unión Soviética (NKVD) habían hecho desaparecer a algún individuo, por tanto, ésta sería una posibilidad", añade. A menudo estas víctimas condenadas sin juicio habían sido acusadas de indisciplina, infiltración, deserción o eran anarquistas o comunistas disidentes considerados, despectivamente, "trotskistas y fascistas". Entre abril de 1937 y enero de 1939 se calcula que se llegaron a encarcelar a 3.734 militantes antifascistas, el 90% de los cuales eran de la CNT, el 4% del POUM, el 3% de UGT o PSUC y el resto de filiación desconocida.

Otra posibilidad es que fueran víctimas de la checa de la calle Anglí, 46, que fue primero de la CNT y, después de los Hechos de Mayo, del Servicio de Información Militar. Cerca estaba también otra checa, en la avenida Vallvidrera, 10, y otra en el número 1 de la calle Canet.

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