Teatro

Muere el director de teatro Peter Brook a los 97 años

Fue una de las grandes figuras de la escena teatral del siglo XX y un gran especialista en Shakespeare

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Peter Brook en una imagen de archivo del 2018

BarcelonaEl director teatral británico Peter Brook ha muerto este sábado a los 97 años en París, según informa Le Monde. Nacido en Londres el 21 de diciembre de 1925, Brook fue una figura destacada de la escena teatral del siglo XX. Su maestría como director deja un legado impresionante, sobre todo con montajes de obras de Shakespeare, pero también con otras producciones que han hecho historia como Mahabharata, la impresionante adaptación del poema épico indio, que también se representó en 1986 en el Mercat de les Flors. "Visionario, provocador, profeta", son palabras que se repiten cuando se evoca el legado de este gigante que también dirigió ópera y cine.

El verano del año pasado, Brook fue un invitado especial al Festival Grec de Barcelona, donde presentó Tempest project, un espectáculo planteado como una lección de teatro en la que los actores, un reparto procedente de todo el mundo, ensayan La tempestad de Shakespeare. "Si alguien dice que un actor ha hecho un Hamlet perfecto, o es un fascista o es un criminal. La perfección no existe. Tenemos que ser más modestos y respetuosos con lo que nos es desconocido, y de las obras de Shakespeare no llegamos nunca a averiguar todos los misterios", explicaba Brook hace un año.

Hijo de judíos letones que se establecieron primero en París y después en Londres, está considerado uno de los grandes renovadores del teatro contemporáneo, faro y guía para diferentes generaciones. Fue un talento precoz, ya que antes de cumplir 20 años ya había dirigido un Dr. Faust en Londres. Su nombre empezó a destacar en 1949, con solo 24 años, a raíz del estreno de una provocadora producción de la ópera Salomé de Richard Strauss con decorados de Salvador Dalí. En aquellos primeros años también se adentró en el universo shakespeariano en la Royal Shakespeare Company.

Sobre todo a partir de los años cincuenta, Brook contribuyó decisivamente a la renovación de la puesta en escena del teatro clásico inglés, junto a actores como John Gielgud y Laurence Olivier. De esta época son montajes de Romeo y Julieta, La tempestad y Tito Andrónico, entre otros, y desembocó en una magistral producción de El rey Lear (1962) que marcaría el camino hacia una nueva concepción del espacio escénico. "El teatro de antes era complicado: mecanismos, decoraciones... Para empezar a explicar una historia hace falta un espacio vacío. Todas las imágenes y la participación del espectador son esenciales y hacen que el espacio empiece a vibrar", decía Brook. El siguiente paso fue Marat/Sade, de Peter Weiss, que Brook dirigió en 1964 con Ian Richardson, Clive Revill, Patrick Magee y Glenda Jackson.

De hecho, los intérpretes siempre fueron fundamentales en el teatro de Brook, y todavía más cuando fue desarrollando la teoría del espacio vacío, un espacio sin artificios, en los que captar y mantener la atención del espectador es el gran reto del actor. "A veces me duermo en el teatro si se ha perdido la secuencia o el ritmo. Si en un espacio vacío los actores no te atrapan, entonces te puedes aburrir terriblemente. Nunca se puede reemplazar la parte humana", aseguraba el director londinense. A las órdenes de Brook trabajaron actores como Ben Kingsley, Paul Scofield, Alan Rickman, Patrick Stewart y Juliet Stevenson, entre otros, cómplices necesarios en el prestigio que consiguió con montajes revolucionarios como el de Sueño de una noche de verano.

A principios de los setenta fundó el Centro Internacional de Investigación Teatral, una compañía multicultural con la cual se instaló en el Théâtre des Bouffes du Nord, en París. Una de las primeras producciones que dirigió en París fue la adaptación de Jean-Claude Carrière de Timón de Atenas de Shakespeare. "Empecé a descubrir que tradición tenía otro significado diferente de aquello rancio y estéril que tanto detestaba en el teatro. Aprendí la manera oriental de esconder la sabiduría como una piedra preciosa, de ocultar sus fuentes, de hacerla difícil de descubrir, de forma que su valor pueda ser realmente apreciado por el buscador que hace tiempo que quiere pagar el precio", explicaba Brook. Todo ello lo lleva en 1979 a adaptar al poeta persa Farid-ad-Din Attar y al poeta senegalés Birago Diop. Paralelamente, deja su huella en obras de Chéjov y Alfred Jarry, y en 1985 estrena en el Festival de Aviñón Mahabharata, monumental obra de nueve horas y una de las cumbres de la creatividad de Peter Brook.

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