Estopa: "Preferimos ganar menos y que la gente tenga un concierto inolvidable"
Grupo musical. Publica el disco 'Estopía'
BarcelonaDavid y Jose Muñoz, los Estopa, reciben al ARA en la madriguera habitual: el estudio que tienen en Sant Feliu de Llobregat. Esta vez el encuentro es a raíz de la publicación del disco Estopía (Sony, 2024), disponible a partir de este viernes. La charla, como es habitual, toma diferentes caminos y desemboca en la preocupación que les agobia estos días, mientras preparan una gira que incluye un concierto en el Estadi Olímpic Lluís Companys el 10 de julio, con las entradas agotadas. "Quiero que sea espectacular, y eso requiere una inversión. Preferimos ganar menos y que la gente tenga un concierto inolvidable, pero me preocupa muchísimo", dice David.
Hace unos meses comtentabais que el nuevo disco sería un poco volver a los orígenes. Tiene sentido, pues, que la primera canción sea El día que tú tienes marchas.
— Jose Muñoz: No sé si lo hemos logrado, pero era nuestro deseo.
— David Muñoz: Sí, te coloca en el año 2000. Chonchi Heredia, la rumba, el ritmo, la poesía, la melodía. Queríamos que la primera canción del disco fuera representativa, y empezar a enseñar otros colores a partir de la segunda, que es más rock.
— J.M. Lo bueno de la voz es que quizás no envejece tanto como el cuerpo, y más o menos mantiene el color.
¿Cuidáis mucho la voz, sobre todo cuando debe empezar una gira como esta?
— J.M. Sí, hacemos una ITV antes de empezar la gira, vamos al otorrino para ver cómo tenemos las cuerdas vocales. Y siempre nos recetan lo mismo. Tenemos algo de reflujo, y nos dan pastillas para el reflujo.
¿Y físicamente se preparan de alguna manera especial?
— J.M. Cuando das un concierto, al día siguiente es como si te hubiera pasado un camión por encima. Y si no tienes un mínimo de forma física… Además, cuando realizas un repertorio de canciones que no son precisamente baladas, sino canciones muy energéticas, si no estás bien físicamente…
— D.M. Pero la preparación para la gira es más psicológica que física.
La segunda canción, Ke más nos da, es también muy vuestra, de la liga de los temas más rock. ¿Pensáis que acabará teniendo un protagonismo especial en su repertorio?
— D.M. Será el próximo single.
— J.M. Con el primer single, el que salió en diciembre, sí que nos pusimos pesados, porque queríamos que fuera El día que tú tienes marchas.
— D.M. Y Ke más nos da la ha elegido la compañía. Nos hemos dejado aconsejar por la compañía.
¿No estáis convencidos?
— J.M. Sí, sí. Además, es una canción que la escuchas y te vienes arriba.
Y tiene un estribillo para corear fuerte: “Queremos pizza para cenar”.
— J.M. Nos gusta por la contundencia…
— D.M. Y por la simplicidad.
— J.M. Nosotros estábamos más por Mañana clara, pero no hemos querido ponernos pesados como con el primer tema.
— D.M. Ké más nos da es muy contundente, muy energética, y anima mucho. Una de las cosas de las que estamos más orgullosos es cuando me viene alguien y nos dice: “He estado con una depresión, me he puesto vuestras canciones y he salido de la depresión”. Y creo que esa canción es antidepresiva. Y es la que mejor puede ejercer de focus track, como dicen a la compañía: “Es el single que sonará en la radio, la canción más radiable”. Pues adelante, pero igual en la radio convencional no, porque tiene todo lo que no le gusta en la radio: rock y palmas. No gustará a nadie, ni a los rumberos ni a los rockeros [ríe].
Pasan los años y todavía sois capaces de hacer canciones tan potentes como Ké más nos da.
— J.M. Cómo decimos en La ranchera, no queremos ser esos artistas que se vuelven baladistas.
Cuando fue la última vez que salisteis de fiesta, una fiesta como la que explicáis en La ranchera?
— D.M .Pues mira, cuando grabamos el videoclip de La ranchera, que fue una fiesta real.
— J.M. Sí, sí, hicimos el método Stanislavsky: aquí no se actúa.
— D.M. Llamamos a mi prima, porque es un videoclip muy homemade, y le dijimos "Mireia, tú tienes amigos de esos guays..." Y montamos una fiesta que flipas, hasta las 3 o así.
— J.M. También hicimos una fiesta gorda en la gala de los premios Goya.
— D.M. Lo que ocurre es que la de los Goya fue una fiesta más fashion, y la del videoclip de la canción es más como la de ¡Jo qué noche! (1985), la película de Scorsese. Para mí, la mejor de Scorsese. Además me siento superidentificado con el personaje. Esta canción tiene ese espíritu.
¿De quién fue la idea de versionar a Los Chichos a los Goya?
— D.M. De los Javis. Nos llamaron y nos dijeron: “Los Javis quieren hacer un homenaje al cine quinqui y que cantéis Libre, de Los Chichos”. Nos lo dieron todo masticado.
— J.M. La estopizamos un poco, porque tampoco nos gusta hacer una versión muy distinta a la original.
— D.M. Porque en los Goya siempre cambian mucho las canciones, intentan darles una impronta demasiado impronta.
Libre es una canción que tenéis como influencia directa.
— D.M. Nos caímos en la marmita de Los Chichos, nosotros.
¿Sentisteis alguna responsabilidad especial ese día?
— D.M. No, no. Era fácil, lo teníamos claro. Veías a Pedro Almodóvar, Sigourney Weaver, Pedro Sánchez… Pero, en cuanto a la canción, no teníamos ninguna duda: Los Chichos es la lección 1-A de nuestro rollo.
— J.M. Luego fuimos a ver a Sigourney Weaver y estaba con Pedro Almodóvar, que era como el traductor. “Sigourney dice que le gusta mucho la música española y que está encantada de estar aquí con nosotros”.
Ahora ya hay gente de 20 años que es fan de Estopa porque los padres ya lo eran, ¿no?
— J.M. Y nosotros somos fans de Los Chichos porque nos los ponía nuestro padre. Nos encanta que se vuelva a repetir esto. Pero en mi caso, yo no le pongo a mi hijo la música que me gusta a mí.
— D.M. Yo sí. Desde el principio no he dejado que entre el demonio en su interior. Al principio le dije "escucha esto, escucha esto, escucha esto". Adoctrinamiento total [ríe]. Es que la educación musical es tan importante como la religiosa [ríe más fuerte].
Otra de las novedades de los últimos meses es que el ministerio de Cultura español os ha concedido la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.
— D.M. Será muy importante porque todo el mundo me felicita por la calle. “¡Felicidades!” ¿Por qué? "Por la medalla". Debe ser importante. Como la Creu de Sant Jordi, que todo el mundo me felicitaba.
— J.M. Hombre, es un reconocimiento.
— D.M. Sí, nos hizo mucha ilusión que nos dieran la Creu de Sant Jordi, y ahora la Medalla de Oro. Nos hace ilusión que alguien piense en nosotros, pero es la misma ilusión si nos da un premio el ministro o una asociación de aquí, de Sant Feliu.
— J.M. Mi madre tuvo que tomarse un diazepam cuando le dijimos que nos habían dado la medalla. Se puso muy nerviosa. Le hizo mucha ilusión. Imagino que para unos padres es motivo de orgullo.
¿Y vuestros hijos qué dicen?
— D.M. Pues supercontentos. Creo que están más contentos los demás que nosotros.
— J.M. El otro día mi hijo me pedía: “Papá, vosotros cuando estabais a lo suyo peak, en vuestra curva más alta de éxito, ¿cómo os sentíais?”. Y le dije: "Pablo, ahora estamos en el nuestro peak".
— D.M. Razón no le falta. Nunca habíamos vendido tantas entradas como ahora. Nunca, ni con el primer disco.
¿Creéis que tenéis un disco a la altura de estas expectativas?
— D.M. No lo sé. Estamos muy contentos, claro.
— J.M. Contentos, convencidos, orgullosos. Creemos que es un discazo, pero que lo digamos nosotros no tiene ningún mérito.
— D.M. Yo no creo que sea un discazo. Es el disco que debíamos hacer. O sea, no sé si es bueno o malo, esto no nos corresponde a nosotros decirlo. Pero yo me lo pongo, no escucho otra cosa que no sea ese disco.
¿Y cómo te sientes cantando en catalán La rumba del Pescaílla?
— D.M. Muy bien. No es la primera vez. Hombre, tengo un acento curioso. Mi acento. Esta canción estaba hecha un par de años o tres años antes de la Creu de Sant Jordi. Que nadie piense que le hemos hecho la pelota a la consellera. De hecho, a la consellera ya se lo habíamos dicho: "Natalia, hemos hecho una canción en catalán". Surgió un día paseando por el barrio de Gràcia con un amigo. De repente vimos una puerta con una placa. "En 1925, en aquest portal va néixer Antonio González, el Pescaílla". Y eso me dio para hacer la canción. Y como la placa era en catalán, pues la hicimos en catalán. Simplemente por eso. La canción empieza más o menos con lo que pone en la placa.
— J.M. Es un homenaje al Pescaílla, un homenaje a la rumba catalana y un homenaje a Barcelona.
¿Tenéis algún rincón preferido de Barcelona?
— D.M. Yo sí, pero está en Santa Eulàlia, en L'Hospitalet. En el metro de Mercat Nou había un graffiti de Sendys y Kapi, que ya no está. Este es mi rincón favorito. Había un graffiti guapísimo, e iba con otros compañeros raperos a admirar el graffiti, que era mítico.
— J.M. Yo no tengo ningún rincón así en particular. Estuve viviendo un tiempo en el barrio de Sants y otro tiempo en Les Corts. Les tengo cariño, en estas zonas...
Os cuesta andar por la calle cuando salís a pasear...
— D.M. Nos cuesta avanzar.
— J.M. Si vamos por separado no tanto, pero si vamos juntos somos una portada de disco atravesando la calle.
— D.M. Mira, te enseñaré una foto que me tuve que hacer, que parezco Clark Kent [sale con gafas, afeitado, peinado con el pelo aplastado y una expresión en la cara como la de un conejo asustado por la luz de un coche]. Esto fue un día que queríamos ir al Portal de l'Àngel, en Navidad. Yo quería ir normal, porque a mí me da igual, tengo paciencia, pero me obligaron mi hijo y mi mujer. Aun así, me reconocieron.
— J.M. La mascarilla, para eso, era maravillosa.
— D.M. Pero si incluso con la mascarilla te reconocen. Por los ojos. El otro día, cuando fuimos con papá a la clínica, llevaba la mascarilla y nos reconocían. Y yo pensaba: ¿pero cómo nos has pillado?
— J.M. Pues por la coleta.
— D.M. A ti sí, pero a mí no.
Jose, ¿cuántos años llevas la coleta?
— J.M. Pues 27 o 28. Se ha convertido en un amuleto.
— D.M. Ahora mola, pero recuerdo cuándo era como una cola de cerdo, horrible. Y por ahí se ha puesto rubia.
— J.M. Sí, porque se quema. Y una vez Paloma puso un poco de pelo suyo.
— D.M .¿Qué dices?
— J.M. Sí. Como una cuestión de un amor. Unión de amor.
Volviendo al disco y a la gira... ¿Sabéis qué repertorio tendrán los conciertos?
— D.M. Tenemos un repertorio de unas 38 canciones.
— J.M. Queremos que dure dos horas y cuarto, más o menos.
— D.M. Estoy superpreocupado por cómo haremos que el concierto del Estadi Olímpic sea inolvidable.
Pero tenéis una ventaja: las canciones.
— D.M. Sí, las canciones nos ayudarán, lo sabemos. Pero quiero que sea algo inolvidable tanto en lo visual como en el sonido. Quiero que sea espectacular, y eso requiere una inversión. Preferimos ganar menos y que la gente tenga un concierto inolvidable, pero me preocupa muchísimo.
¿La clave para mantenerse es precisamente esa sensación de tener que cumplir las expectativas de un montón de gente?
— D.M. No darlo todo por sentado.
— J.M. No dormirse en los laureles. Hay que estar al acecho.
Hace unas semanas hubo una polémica sobre el uso de la inteligencia artificial en la portada de vuestro disco. ¿Qué habéis aprendido de todo eso?
— D.M. Pues hemos aprendido que había un problema con esto y los ilustradores…
— J.M. No sabíamos que hubiera ese debate.
— D.M. Nos gustaba decir que había más inteligencia artificial de la que existe. De hecho, dijimos que el videoclip estaba hecho con inteligencia artificial, pero era marketing. Te confieso que era marketing, que no había inteligencia artificial. Pensaba que molaba eso, pero veo que no. Fuimos unos pardillos. Ya hemos aprendido. Me la suda la inteligencia artificial. ¡Ni que yo fuera un líder de la inteligencia artificial!
De hecho, vuestro portadista, Jandi (David Salvador), no ha utilizado imágenes que tuvieran copyright ajeno, sino las que había dibujado él mismo.
— D.M. Exactamente. No le ha robado a nadie. No ha cogido imágenes con copyright. Simplemente, ha entrenado la inteligencia artificial con sus esbozos. Sí que nos ha afectado a que alguien pudiera pensar que nosotros éramos insensibles de que alguien perdiera el trabajo por la puta inteligencia artificial. Y después vendían los ataques personales y las fake news: que si tenemos tres inmobiliarias... ¡Sí, hombre, un imperio inmobiliario! ¡Pero cómo debemos tener una inmobiliaria si nos caen fatal los de las inmobiliarias!