'La Merope': cuando los astros se alinean en el Liceu

Entre los muchos deberes de todo teatro público se encuentra la recuperación del patrimonio, especialmente el autóctono. Y esto incluye los teatros de ópera. Desde su reinauguración, el Liceu ha hecho sus deberes a medias, porque ha habido temporadas sin títulos de nuestros compositores y, cuando ha habido, a menudo se ha optado por la fórmula de la versión en concierto.

En el caso de la noche del jueves, los astros se alinearon a favor de La Merope, ópera seria en tres actos con libreto de Apostolo Zeno estrenada en Roma en 1743 con música del barcelonés Domènec Terradellas (1713-1751). Trasladado a Nápoles, tras un periplo viajero por Europa propio de una novela de aventuras, acabó en Roma, donde fallecería asesinado en extrañas circunstancias. Terradellas dejaba un legado con títulos como Artserse, Mitridate, Giuseppe riconosciuto (oratorio escénico que hace unos meses pudimos escuchar en el Palau de la Música), La Merope y Sestri, re de Egitto, que en 1754 se representó en el Teatro de Santa Cruz de Barcelona en el que fue la primera ópera de un compositor catalán representada en la ciudad.

La obra de Terradellas nos resulta todavía demasiado desconocida aunque La Merope (de la que Robert Gerhard hizo una edición crítica) se vio en el Jardín de los Naranjos de Can Bartomeu en 1955. Posteriormente, Artaserse y Sestri también han hecho acto de presencia, pero de forma demasiado tímida.

Que el Liceu haya apostado por La Merope es una excelente noticia. Sobre todo por la presencia de estos astros alineados que son los miembros del Akademie für Alte Musik Berlin, dirigida con temple enérgico por Francesco Corti. Sonido impecable para una versión en concierto (de gira por Madrid, Viena y Berlín) que permite disfrutar de un equipo musical bien conjuntado y con ocasionales astros vocales rutilantes. Especialmente, la soprano Francesca Pia Vitale, un Epìtide de voz fogosa, impecable coloratura y generosa proyección. La partitura de Terradellas es excelente, de gran originalidad en los giros melódicos y armónicos y de riesgo en el uso de recursos como los saltos interválicos. Y eso hizo que el canto de la soprano Emöke Baráth (Merope) no siempre se ajustara a la precisión que pide el compositor en el ataque a sobreagudos comprometidos. Muy bien y de menos a más el Trasimede del contratenor Paul-Antoine Bénos-Djian, correctos el Polifonte del tenor Valerio Contaldo y el Licisco de la mezzo Margherita Maria Sala y discretos la Argia de la soprano Sunhae Im y el Anassandro del también tenor Thomas Hobbs.