Música

El Milano Jazz Club de Barcelona, a punto de cerrar

Una 'trattoria' puede acabar con uno de los espacios fundamentales del ecosistema jazzístico de la ciudad

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Él Milano Jazz Club en una imagen de archivo

BarcelonaBarcelona va a perder otro espacio cultural. Este otoño cerrará el Milano Jazz Club, la coctelería de la ronda Universitat que se había convertido en un lugar fundamental para la música en directo, y sobre todo para el jazz. Si nada lo remedia, en su lugar habrá un restaurante de una cadena de trattorías italianas. El cierre no obedece a problemas financieros ni de pérdida de público, sino a la lógica de la desposesión de espacios y actividades singulares por parte de la economía de las franquicias, franquicidio, tal y como lo describe el periodista Carlos Pérez Cruz, creador de lo muy recomendable podcast Club del Jazz.

La desaparición del Milano es un paso más en la conversión de Barcelona en una especie de centro comercial de un aeropuerto al aire libre, despersonalizado y desculturizado. "No sólo se cargan un espacio musical, sino que todo ello afecta a un ecosistema cultural", explica Guim Cifré, gestor y programador del Milano, un club de jazz que, además, era plenamente viable económicamente y que de momento mantiene la programación hasta a finales de septiembre. Cabe recordar que en los últimos años Barcelona ha perdido otros espacios musicales como el Mandacarú, el Pipa Club, el Rocksound, el Honky Tonk Blues Bar y la sala Artte, como documenta el periodista Martí Farré.

La pesadilla de Cifré y su compañera Clara Conill empezó "hace nueve meses". El Milano, abierto en el 2007 cerca de la plaza Catalunya, está en el amplísimo sótano del restaurante-cafetería Bracafé, en el número 35 de la ronda Universidad. Ambos espacios los tiene alquilados Ramon Larregola, que promovió la música en directo como uno de los atractivos de la coctelería y avalado por una licencia de restauración que permitía realizar conciertos, normalmente dos pases, a las 19.30 y a las 21.30 h del miércoles a domingo. Problemas de salud y la proximidad de la jubilación hicieron que Larregola pensara en dejar el negocio. "Y nos propuso que nosotros nos encargáramos de la explotación", dice Cifré. Tras pensar en ello, acordaron que la mejor manera para garantizar su continuidad era el traspaso. Asumiendo que la propietaria de la finca podría subir el alquiler un 20%, hicieron "los cálculos" y consideraron que era "viable". Pero al final la propietaria prefiere la oferta de la trattoria, que pagaría un alquiler inviable para cualquiera que no sea una multinacional que paga por tener un espacio de promoción en el centro de Barcelona. Esta es una lógica que se repite en la ciudad y que ha aeroportizado el paisaje comercial barcelonés.

Campaña para salvar al Milano

El cierre del Milano Jazz Club desnuda una de las asignaturas pendientes de Barcelona y del país en general: la defensa legal de los espacios culturales. En cuanto a la música en directo, ha habido importantes avances en los últimos años a raíz de políticas como la de los Espacios de Cultura Viva impulsada por los comunes en el consistorio barcelonés y que permiten la música en directo en lugares que no tienen la licencia de sala de conciertos o de discoteca. Sin embargo, en casos como el del Milano no hay forma de proteger la actividad musical cuando hay un traspaso de negocio.

"El Milano es un lugar de encuentro para los aficionados al jazz, y con el cierre se pierde uno de los pocos espacios donde los jazzistas, tanto profesionales consagrados como jóvenes promesas formadas en las diferentes escuelas de música de la ciudad, pueden presentar sus creaciones", dice el periodista Carlos Pérez Cruz, que ha puesto en marcha la campaña ¡Salvemos el Milano! El propósito es que "la empresa propietaria del local recapacite y considere como un valor añadido la continuidad del Milano Jazz Club": "Todos somos responsables con cada uno de nuestros actos del entorno en el que vivimos, y es importante que los poderes económicos también demuestren un compromiso con la ciudad y contribuyan a mantener su singularidad".

La campaña también interpela al Ayuntamiento de Barcelona y al resto de administraciones públicas para que "asuman la responsabilidad de garantizar la supervivencia de los locales históricos y emblemáticos de la ciudad, gracias a los cuales precisamente Barcelona es uno de los lugares más visitados por turistas de todo el mundo". "Pedimos al gobierno municipal que explore opciones para dar continuidad a la actividad del Milano Jazz Club y que busque fórmulas legales para garantizar la protección de otros espacios culturales que puedan encontrarse en una situación vulnerable", añade el texto de la campaña ¡Salvemos al Milano!, a la que este lunes ya se habían adherido más de 2.100 personas.

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