BarcelonaElla va haciendo, persistente. "Son diez años ya de la publicación del primer disco, y treinta años de dar conciertos. Viene de lejos, todo. Es un trabajo de hormiguita", asegura Natàlia Miró do Nascimento (Barcelona, 1979), Namina para el arte . Desde que debutó con el álbum Orlando (2014), ha movido diferentes herencias, "la brasileña y la catalana familiares y la estadounidense cultural", que ha modulado de acuerdo con las circunstancias, a veces pulsando el acelerador del blues más austero; otros encontrando inspiración en la literatura, tanto de Víctor Català como de Mercè Rodoreda, ya menudo dejándose columpiar por la bolsa nueva.
De la incertidumbre pospandémica surgió Un aullido (2022), canciones que podía tocar desenchufada a pie de calle. Dos años después, la constatación de que se siente parte de un equipo se refleja en el disco autoeditado La nuit (2024), que también es fruto de un proceso de liberación, y que presenta en directo en el Paral·lel 62 Club este sábado, 21 de diciembre, a las 21 h. "No sé si nada o muy poco, pero todavía tenía el síndrome del impostor, y ahora tocaba pasar página y liberarme de todos los obstáculos que me estaba poniendo yo misma, que a veces somos el nuestro peor enemigo. Liberarme es soltarme a la hora de hacer letras, de cantar, de tocar la guitarra, de atreverme a hacer más cosas", dice Namina. Lo suficientemente claro resulta en cuanto empieza el disco con Cualquier árbol del jardín, una canción en la que pone mesa con todo el despliegue instrumental, lleno de swing, de los Barbarians, "el equipo" que forman Pep Gol, Pep Pascual, Pedro Miró, Pep Rius, Gerard Nieto y Xavi Matamala.
"Es una canción muy especial", admite Namina, ya continuación explica la historia de esta Cualquier árbol del jardín, que es también la historia de los caminos imprevisibles que puede abrir la música. "Uno de los mecenas del micromecenazgo con el que financí el disco contactó conmigo, porque quería proponerme que le pusiera música a una letra que había escrito en portugués una persona importante para él. La letra me gustó y estuve trabajando en ella , en la música", recuerda. La petición era una suerte de acuerdo privado que no debía ir al disco; de hecho, le envió la canción con la letra en portugués al mecenas. "Pero cuando tuve la canción, me enamoré tanto de la música que decidí hacer otra versión con una letra mía, que es la que sale en el disco", dice. La letra nueva surgió durante una estancia artística en la Fundació La Plana. "Es un sitio que quiero mucho", asegura.
En el álbum nuevo revuelve el blues-rock con más consistencia y groove que en discos anteriores; por ejemplo, en temas como Aforismos, a partir de los dichos de Joan Fuster "El amor nos permite ser imbéciles impunemente" y "Tienes un cuerpo, aprovéchalo". También propone juegos fonéticos estirando el hilo de Víctor Català, de quien además adapta Policromio, un poema que da una de las claves de la forma de hacer de Namina: escribir con el molde del corazón. "No busques primeras finuras académicas, / no busques ardideces sublimes del pensamiento; / busca tan sólo reflejos de sensaciones endémicas / que en otros días hicieron mi gozo y mi tormento", dice Víctor en unos versos que Namina suscribe al 100%. Igualmente relevante es ¡Y en medio un animal!, una canción que canaliza con pop-jazz bailable la rabia ante la injusticia, el racismo y "la historia borrada de media humanidad". "Es una canción que hacía muchos años que quería hacer, para hablar de los que deben moverse de un sitio a otro para sobrevivir. Por eso elegí el nombre de Barbarians para el grupo, porque todos podemos ser considerados bárbaros. Quería hablar de esto de una manera sencilla", explica Namina, quien en el disco combina las composiciones propias con versiones muy exitosas de Taj Mahal (Queen B) y Jorge Ben (Chove chuva).
El mejor recuerdo relacionado con la música... y el peor
Namina también responde a la doble pregunta que el ARA hace a los músicos que entrevista: "¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes relacionado con la música?" y "¿Qué recuerdo relacionado con la música querrías olvidar?"
"El mejor recuerdo es el de esas veces que ha habido una conexión muy especial, aunque sea con una sola persona del público, y se han removido muchas emociones. Cuando ocurre esto es maravilloso. Y lo que querría olvidar. .. Recuerdo ir a conciertos cuando era adolescente y haber sido agredida por alguien del público, que me hicieran tocamientos y que nadie hiciera nada. Fue muy bestia, porque fue muy agresivo y me hizo. mal, y cuando me giré se hizo un vacío de un metro a mi alrededor...", explica.