Crónica

Olivia Rodrigo hace cantar con rabia los corazones rotos de Barcelona

La cantante californiana ha pasado por el Palau Sant Jordi para presentar su segundo disco, 'Guts'

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Olivia Rodrigo en un momento del concierto

BarcelonaCon una seguridad abrumadora, sobre todo teniendo en cuenta sus 21 años, Olivia Rodrigo ha presentado hoy en el Palau Sant Jordi sus credenciales como una de las grandes estrellas de la música actual. Y la respuesta no ha podido ser más contundente: un griterío ensordecedor por parte de un público que ha vivido todo el concierto como si se jugara la vida. Rodrigo, que presenta su álbum Gutos, continuación de lo muy celebrado Sour, ha arrancado la noche con las dos bombas casi punk ¿Bad idea right? y Ballad of a homeschooled girl, dos temacles que las fans han cantado desde el inicio hasta el final, haciendo que muchas veces ni se oyera la voz de la cantante. La tónica se mantuvo durante toda la noche.

La locura colectiva no ha parado de crecer cuando Rodrigo ha encadenado Vampire, que conecta con cualquier chica o mujer que se haya sentido víctima de una relación basada en manipulaciones y luz de gas, y Traitor, una colección de reproches hacia aquellas exparejas que pasan página demasiado rápido. Si hacemos caso a la devoción con la que las fans han acompañado a Rodrigo, podemos acreditar que el artista es la nueva cronista de los corazones rotos y enrabietados.

Que Olivia Rodrigo apela directamente a la experiencia femenina se ha hecho evidente con el público que ha asistido en masa al Palau Sant Jordi: mayoritariamente grupos de amigas de veinticinco años absolutamente customizadas para ocasión. El dress code oficial era faldas de lentejuelas plateadas como luce la misma cantante, tops y sombreros de cowboy de color malva (el tono que une sus dos discos), gafas de sol con forma de corazón y estrellas por doquier. También había quien complementaba el conjunto con una banda de miss con los títulos de sus canciones favoritas de la californiana.

El concierto del público y de Olivia

"Uau, Barcelona, ​​está cantando muy fuerte. ¿Alguien le ha roto el corazón, tal vez?" Rodrigo no pudo evitar mostrar su estupefacción por el hecho de que su concierto se convirtió casi en un recital coral, con su voz y la de las 18.000 personas que llenaron el Sant Jordi. La catarsis colectiva ha llegado a cuotas extremas con Drivers license, la canción sobre una ruptura sentimental con la que Olivia se dio a conocer y que ha interpretado en el piano. Pese a su corta edad, el repertorio también tiene espacio para la nostalgia, representada por Teenage dream, que también ha tocado en el piano y que iba acompañada de un vídeo que recogía imágenes de ella desde niña cantando y bailando por casa, una colección de recortes que dejan claro que estaba destinada al espectáculo desde pequeña.

Uno de los momentos más icónicos del concierto ha tenido lugar cuando Rodrigo, sentada en una media luna de color malva y rodeada de estrellas, se ha elevado por encima del público para cantar Logical, una amarga balada sobre el carácter irracional del amor. Juguetona con las cámaras y el público, la cantante ha felicitado cumpleaños, se ha hecho fotos con móviles de las seguidoras y se ha puesto una camiseta ilustrada con una foto de ella como una Virgen María y con la Sagrada Familia de fondo. Y ha llevado al éxtasis a sus seguidoras tanto con las canciones más grandilocuentes como con temas más intimistas como Happier, que ha interpretado sólo acompañada de guitarra.

Que Rodrigo tiene alma rockera ha quedado claro desde el inicio del concierto, pero ha explotado con el tramo final. Brutal ha hecho aullar al Palau Sant Jordi y la temperatura ha subido unos cuantos grados más con su último éxito, Obsessed, confesión desvergonzada de unos celos enfermizos. Por si había alguna duda de que la rabia es uno de los motores creativos de la cantante, cuando ha sido el turno deAll american bitch el artista ha pedido al público que llamara hasta reventar pensando en aquellas personas que les sacan de quicio. El público, que no ha desfallecido ni un minuto, se ha despedido de Rodrigo cantando a pleno pulmón la vuelta de ¡Get him back!, tema que no desentonaría en la banda sonora de cualquier comedia romántica de los 90.

Con dos álbumes y tres premios Grammy en el zurrón, hablar de Olivia Rodrigo como de una joven promesa al alza es hacer corto. Aunque su paso por el universo Disney podría hacer creer que se trata de un producto manufacturado, la intensidad de sus letras –marcadas por la brutal honestidad de la postadolescencia– y sus referencias musicales demuestran una identidad propia que no debe dejarse pasar por alto. Ante la insistencia en emparentarla con Taylor Swift, ella reivindica a Alanis Morissette, Gwen Stefani (No Doubt) o Sheryl Crow como sus guías espirituales. Todas tienen algo en común: haber transformado el enfado provocado por una ruptura sentimental en un pasaporte hacia el éxito. Sus referentes musicales y estéticos –el look del videoclip de ¿Bad idea right? es un clarísimo homenaje a la película de culto de los 90 Empire recuerdos– hacen que llamarle la etiqueta de fenómeno pop para adolescentes suene reduccionista.

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