No eran premios nobel, eran médicos nazis
Barcelona acogió con los brazos abiertos a científicos que habían colaborado en el Holocausto
Barcelona"El doctor Bardají será huésped de honor del profesor alemán, premio Nobel de medicina, doctor Nauck", decía La Vanguardia del 31 de octubre de 1950. El nombre de Nauck aparece en muchos más artículos, siempre enalteciéndolo, porque participó en muchas conferencias que se hicieron en Barcelona y en diferentes lugares del Estado español durante la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra. Además, en parte, Nauck fue el ideólogo del pabellón de investigación de enfermedades tropicales del Hospital Municipal de Infecciosos de Barcelona (el actual Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas), que se inauguró el 5 de junio de 1948. De hecho, el plano original del edificio está todo en alemán.
Sin embargo, el médico alemán, que murió en Benidorm en 1967, no era ningún premio nobel, sino que tenía un pasado más bien oscuro. Ernst Georg Nauck fue patólogo del Instituto de Higiene de Hamburgo (actualmente el Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical), lideró una unidad de investigación sobre el tifus en el Instituto Estatal de Varsovia y también intervino en el gueto de la capital polaca. En aquel momento, la Alemania de Hitler prefería experimentar las vacunas con seres humanos. Los médicos nazis consideraban que las pruebas con animales no podían proporcionar una información suficientemente adecuada y, según un médico de un campo de concentración, las ratas eran más caras que los prisioneros. Nauck trabajó en experimentos con vacunas y fármacos. Hicieron pruebas con medicamentos con sulfonamidas que provocaban derramamientos e incluso la muerte. Nauck filmó a los hombres y mujeres con los que experimentaron e hizo las autopsias.
Para las instituciones catalanas y españolas y para la prensa de entonces, este pasado más bien oscuro de Nauck era del todo inexistente, como también lo era el de otros médicos alemanes que fueron recibidos en Barcelona con alfombra roja porque se los consideraba por encima de todo científicos de gran prestigio. "Peter Mühlens, Walter Menk, Viktor von Weizsäcker y Walter Kikuth son algunos de los médicos que vinieron. Entonces no se dijo nada, pero tampoco ahora, cuando se han hecho libros de historia o se ha hablado del Hospital del Mar", lamenta Antoni Gelabert, actualmente jubilado y que había sido urólogo de la centenaria institución sanitaria. Gelabert empezó a investigar sobre estos médicos nazis, con el cirujano Luis Grande, después de un hallazgo fortuito. "Todo empezó mientras escribíamos un artículo sobre la enfermedad urológica del papa Inocencio XI. Fui al arzobispado de Barcelona buscando información y me derivaron a la biblioteca de la Facultad de Teología, donde el bibliotecario me regaló el libro El Hospital de Infecciosos de Nuestra Señora del Mar y las Darderas. Allí encontré los nombres de estos médicos y me chocó mucho que no se hubiera dicho nunca nada de su pasado nazi", detalla Gelabert.
El tifus, culpa de los judíos y de los brigadistas
A partir de aquí, Gelabert y Grande se pusieron a investigar. Nauck, junto con Mühlens, participó también en experimentos en instituciones mentales y en el campo de concentración de Neuengamme.
Nauck era profundamente antisemita: creía que los judíos eran los principales transmisores del tifus y que lo habían extendido por toda Europa. Justificó que se les encerrara en el gueto de Varsovia para evitar la propagación de la enfermedad. Los dirigentes franquistas, como los alemanes nazis, echaban la culpa de la epidemia a quien consideraban el enemigo. La dirección general de Sanidad franquista afirmaba en 1941 que la expansión del tifus era responsabilidad del "desorden" republicano y de las Brigadas Internacionales que se formaron con personas procedentes del Este de Europa. "En los años 30, los alemanes ya quisieron hacer una política de imperialismo científico, tanto en Europa como en América Latina", explica Alfonso Zarzoso, director del Museo de Historia de la Medicina de Catalunya. "La Guerra Civil y la posterior posguerra, con el hambre y la propagación de las enfermedades entre una población debilitada y vulnerable, convirtieron el Estado español en un vasto laboratorio social", añade Zarzoso.
La Alemana nazi formó a diferentes médicos españoles en los laboratorios que tenía tanto en territorio alemán como polaco. Los médicos españoles viajaron a Frankfurt, Varsovia y Cracovia durante 40 días en verano de 1941. En verano de 1942 también hubo una expedición de médicos en Berlín y Varsovia. Los médicos españoles, según recoge la Gaceta Médica Española, fueron "atendidos exquisitamente por el Sr. Frank, gobernador general de Polonia, y obsequiados con una comida pantagruélica". Hans Frank fue uno de los nazis acusado durante los juicios de Nuremberg de crímenes de guerra y contra la humanidad, y fue condenado a la horca y ejecutado el 16 de octubre de 1946.
En la España franquista también se probaron vacunas contra el tifus entre los más desfavorecidos. Se hizo, por ejemplo, en 1940 en un brote en la prisión de Granada y en 1941 se aplicó en las prisiones madrileñas de Comendadoras, Santa Engracia, Torrijos y Yeserías y entre los prisioneros condenados a trabajos forzados en Cuelgamuros. Se desconocen los protocolos que se siguieron, porque nunca se hicieron públicos. Aquel mismo año, el 12 de diciembre, Ernst Nauck fue invitado por la dirección general de Sanidad del régimen franquista y recurrió a diferentes ciudades como conferenciante. Nauck vino varias veces a Barcelona, donde siempre fue muy bien acogido. A pesar de que no vino cuando se inauguró el pabellón de investigación de enfermedades tropicales del Hospital del Mar, en 1948 –el invitado fue Alexander Fleming, descubridor de la penicilina–, sí que fue al centro sanitario barcelonés, por ejemplo, para celebrar el 25.º aniversario de su construcción, o en 1953, para asistir al IV Congreso de Higiene y Medicina de la Mediterránea.
Walter Menk fue otro médico de pasado oscuro que fue acogido en Barcelona. La Vanguardia del 2 de junio de 1943 relataba que Menk había ofrecido una conferencia sobre las diversas formas de la disentería en los países tropicales y que el director del Hospital del Mar, Lluís Trias de Bes, lo elogió y lo describió como un célebre médico de reconocido prestigio en el mundo científico. Wenk, de quien La Vanguardia decía que tenía una "magistral competencia", participó en experimentos que se hicieron con fármacos entre enfermos psiquiátricos.
Peter Mühlens fue otro científico elogiado que fue anfitrión de diferentes delegaciones de médicos españoles. Además de usar pacientes en instituciones mentales como conejillos de Indias en tratamientos contra infecciones, pidió autorización a Heinrich Himmler para hacer experimentos con los prisioneros del campo de concentración de Neuengamme. En 1939, Mühlens fue a Varsovia y ordenó la construcción de un muro que aislara a los judíos para evitar la propagación de epidemias. La vinculación de todos estos médicos que fueron elogiados en Barcelona y Madrid con el nazismo no sale prácticamente en ninguna parte. "Los médicos de aquel momento mantuvieron un silencio interesado y todo ello ha sido bastante olvidado. Es un tema que no se ha estudiado lo suficiente", concluye Zarzoso.