El faraonismo minimalista de Philip Glass en el Liceu
El teatro de la Rambla acoge el estreno estatal de la maravillosa 'Akhnaten'
- Música: Philip Glass.
- Libreto de Philip Glass en colaboración con Shalom Goldman, Robert Israel y Richard Riddell.
- Dirección escénica: Phelim McDermott. Dirección musical: Karen Kamensek.
- Intérpretes: Anthony Roth Costanzo, Rihab Chaieb, Katerina Estrada Tretyakova, Juan Martín-Royo, Toni Marsol, José Manuel Montero, Zachary James, Amanecer Valdivieso, Carmen Buendía, Mar Esteban, Carol García, Marina Pinchuk, Anna Tobella y la Orquesta Sinfónica y el Orquesta Sinfónica.
La tradición operística ligada a temas del Antiguo Egipto ha dado, a lo largo de la historia del género, frutos sabrosos como Giulio Cesare en Egitto de Händel o Aida de Verdi, además de Sestri de nuestro Domènec Terradellas o creaciones contemporáneas al estilo deAnthony and Cleopatra de John Adams (que el Liceu acogió en el 2023).
El caso deAkhnatenSin embargo, juega en otra liga. Porque Philip Glass no apuesta por el historicismo, sino por la reflexión sobre los fantasmas del pasado, anulados por la banalidad y el ruido de la cultura de masas de nuestros días. El músico de Baltimore toma como punto de partida la figura del faraón egipcio Akhenaton (padre de Tutankamón), artífice de una reforma religiosa que se esforzaba por el monoteísmo, enfrentándose así a los poderes fácticos de la casta sacerdotal.
En la ópera de Glass, la figura del faraón es evocada como un reflejo lejano, reducido hoy a una pieza de museo. Después deEinstein on the beach (1976) y de Satyagraha (1980), Akhnaten se estrenó en Stuttgart en 1984 con gran éxito y ahora llega a Barcelona, que ya había estrenado la primera de estas óperas en el Liceu en 1992 (y que se repuso en el Palau de la Música hace seis años). En resumen: hay que ver Akhnaten. El espectáculo es fabuloso, la música de Glass extraordinaria y el resultado global hace que estemos frente a uno de los montajes más interesantes y estimulantes de la temporada.
La música se enmarca dentro de un minimalismo sutil y minucioso, con la reiteración de patrones melódicos y rítmicos cortos, que se van transformando gradualmente a base de incorporar o eliminar notas, instrumentos o capas sonoras. El resultado es hipnótico, gracias a la dirección de Karen Kamensek al frente de una orquesta titular poco acostumbrada a este repertorio, pero que responde a la perfección ante el minucioso trabajo de la directora estadounidense. Impecable también el corazón de la casa, cuyos componentes han cantado y también han tenido que participar en algunos malabares, mientras los miembros del grupo de malabarismo Gandini Juggling contribuían a la riqueza plástica del conjunto escénico.
Un himno en catalán
El componente musical y ritual de la propuesta se apoya en la escenificación estática y visualmente muy rica que firma Phelim McDermott con la complicidad del escenógrafo Tom Pye, del figurinista Kevin Pollard y del diseñador lumínico Bruno Poet. A todo ello hay que añadir a los citados malabaristas, que contrastan con el estatismo procesional de muchos de los cuadros de la ópera. Un compendio estético-estilístico integral y que funciona con una unicidad ejemplar, al servicio de un texto sin acción hecho a base de textos del Antiguo Egipto (himnos y plegarias) en antiguo egipcio pero también en hebreo, acadio y con la narración en inglés del escriba (espléndido el actor Zachary. Todo ello sin olvidar el catalán, porque Glass prescribe que el himno al Sol que cierra el segundo acto se cante en la lengua del país en el que se represente la ópera. Lástima que, a excepción de los fragmentos recitados en inglés y del citado himno solar, el resto del librito no contara con la versión traducida a los sobretítulos. Entre los solistas, cabe hacer una mención especial para el contratenor Anthony Roth Costanzo, que asume el arriesgado rol titular, junto a la notable soprano Rihab Chaleb. El reparto incluye igualmente a cantantes nostrats como Toni Marsol, Joan Martín-Royo y José Manuel Montero, entre otros. Una apuesta valiente, de excelentes resultados al servicio de un espectáculo total que, insistimos, nadie debería dejarse perder.