Las pasiones sepultadas de Wong Kar Wai

Hipnótico, sugerente y trágicamente romántico, el director de Hong Kong celebra los veinte años de ‘Deseando amar’ con el reestreno de sus películas más icónicas restauradas

'2046'
10 min

Como un estudiante que entrega un examen cuando está a punto de sonar la campana, en 2000 Wong Kar Wai esperó hasta el último momento para presentar Deseando amar al Festival de Canes. El suyo no era un caso de dejadez, sino de extrema obsesión por el trabajo bien hecho. El director hongkonés, a quien el crítico John Powers denomina “el Usain Bolt de los atrasos”, había rodado 30 veces más metraje del que finalmente tuvo la película y estuvo recortando y editando casi hasta la fecha final de entrega para el festival. El esfuerzo no fue en vano: la película lo catapultó internacionalmente; Tony Leung, su protagonista, se llevó el premio a la mejor interpretación masculina, y la cinta ganó el Gran Premio técnico. Wong Kar Wai pasó de ser un cineasta con pedigrí en los festivales -ganó el premio al mejor director en Canes en 1997 con Happy together - a ser admirado por espectadores de todo el mundo.

Pasados veinte años de su estreno (a España llegó en 2001), la historia de los vecinos que desean amarse pero no se atreven vuelve a cobrar vida con una restauración en 4K, que ha contado con la supervisión estricta del director y que, después de pasar por las salas de cine en enero, ahora se puede ver en Filmin. Deseando amar no es la única de sus películas que se puede recuperar en la plataforma: gracias a un acuerdo con Avalon, la distribuidora que tiene los derechos de los filmes en España, Filmin ha incorporado toda la filmografía del director en su catálogo. En total, nueve títulos –siete reestaurados– que permiten hacer una inmersión total en un universo único de colores sugestivos, amores suspendidos en el tiempo y pasiones nunca materializadas.

'Chungking express'

A pesar de que nació en Shanghái, Wong Kar Wai está considerado uno de los máximos exponentes del cine de Hong Kong, donde se trasladó con su familia cuando tenía cinco años huyendo de la Revolución Cultural china. Su filmografía es fruto de la colisión de influencias occidentales y asiáticas que se vivió en Hong Kong durante todos los años en los que estuvo bajo control inglés y con unas relaciones distantes con China. Las libertades políticas y económicas de las que disfrutaba el territorio fueron caldo de cultivo para una industria cinematográfica que llegó a convertirse en la tercera potencia mundial después de Bollywood y Hollywood. Wong Kar Wai, que se formó como diseñador gráfico, es uno de los miembros más alternativos de una generación conocida como la Segunda Oleada del cine de Hong Kong, un grupo de directores formados en la televisión y la publicidad.

El hombre que odia los guiones

Wong Kar Wai empezó su carrera como guionista de telenovelas y series pero tiene alergia a los guiones. La mayoría de sus películas las empieza a rodar cuando el guion todavía no está acabado y las construye en la sala de edición. “Yo era guionista antes de hacer mis propias películas y odio escribir. Hacer un guion y después rodarlo es realmente aburrido, porque te tienes que imaginar todos los detalles en la cabeza y después escribirlos, lo odio”, ha confesado en más de una ocasión el director, siempre protegido por sus características gafas de sol oscuras, un complemento que él considera su “ropa de trabajo”. Según su opinión, las historias se construyen escena a escena de manera orgánica, es decir, una lleva a la otra y muchas veces no tiene sentido ir con ideas preconcebidas. Es, además, un devorador de referencias culturales que de alguna manera u otra siempre acaban formando parte de sus complejos microcosmos: desde la literatura de artes marciales, pasando por el boom literario latinoamericano y Manuel Puig, hasta la música de Nat King Cole que escuchaba su madre cuando él era pequeño o canciones pop como Take my breath away, de Berlin, o Dreams, de The Cranberries.

'Happy together'

Su sistema de trabajo errático puede volver loco a cualquiera. Sus actores, algunos de los cuales son inseparables de su filmografía, como Tony Leung o Maggie Cheung, protagonistas de Deseando amar

“Si tienen el guion, que sería lo normal, los actores se pueden preparar, pero esto no significa que sea bueno para algunos de ellos. En determinados momentos, llegar sin ningún tipo de preparación puede tener resultados maravillosos. Todos ellos son buenos actores y actrices y, a veces, una pequeña sorpresa puede ser buena para ellos”, argumenta. Según explica Enric Galcerán, responsable de CineAsia, entidad dedicada a la difusión de la cinematografía asiática que se ha encargado de las actividades relacionadas con el reestreno de la filmografía de Wonk Kar Wai, el director trabaja con “tratamientos de veinte páginas o todavía menos”. “Cuando es el día del rodaje, llega al set horas antes y empieza a cambiar cosas y les da las páginas a los actores. Muchas veces saben los diálogos pero no cómo evolucionan sus personajes”, explica Galcerán, que asegura que en la cabeza del director una única película tiene infinitas posibilidades y que muchas veces han sido los festivales, como por ejemplo el de Canes, los que lo han obligado a acabar una película. “Podría haber estado rodando Deseando amar toda la vida, por eso necesitaba la fecha límite de Canes”, confesaba en la presentación de la película el director. Wong Kar Wai dedicó 15 meses a filmar escenas de la película y defiende la teoría de construir las historias en el momento, aunque esto implique acabar con los nervios de sus técnicos o que los actores se sientan totalmente desorientados. Maggie Cheung ha explicado en más de una ocasión que los primeros seis meses de rodaje de Deseando amar fueron una auténtica tortura porque la mayoría de veces no sabía qué estaba haciendo ni qué le pasaba a su personaje.

'Chungking express'

Esta manera de trabajar, un poco etérea y que él compara con viajar en un tren, se refleja en sus películas, que difícilmente siguen una linealidad, y en la evolución de la idea inicial hasta el resultado final. Deseando amar es el resultado de un proyecto anterior titulado Summer in Beijing que tenía que explicar la historia de dos enamorados y expatriados de Hong Kong que se encontraban en la plaza de Tiananmén. Con buena parte del trabajo de localización ya hecha y algunos pósteres comerciales ya imprimidos, las autoridades chinas denegaron el permiso de rodaje a Wong Kar Wai precisamente porque la película no contaba con un guion (y también porque implicaba rodar en uno de los símbolos de China). El director tuvo que repensar su idea inicial y empezó a gestar Three stories about food, una película que quería mostrar tres periodos históricos diferentes de Hong Kong y cómo los papeles de hombres y mujeres habían cambiado a través de la comida. Deseando amar es, de hecho, la única de las tres historias de ese proyecto que sobrevivió y pasó de ser un segmento de 30 minutos a convertirse en un largometraje. No es la primera vez que Wong Kar Wai ha reutilizado ideas: la historia de My blueberry nights, su primera y única incursión norteamericana, protagonizada por Jude Law y Norah Jones, surge de una trama descartada de la película protagonizada por Maggie Cheung y Tony Leung, mientras que 2046 la rodó en paralelo a Deseando amar (una experiencia totalmente desequilibrante, según ha confesado). La filmografía de Kar Wai es un juego de matrioshkas en el que las películas “hablan entre ellas”.

Amor, comida y… relojes

Deseando amar es recordada como la historia de amor no consumada de dos vecinos unidos por la infidelidad de sus respectivos cónyuges, pero su punto de partida era más terrenal. La película era, en su inicio, una declaración de amor a la comida y los enseres que se utilizaban en las cocinas de Hong Kong cuando el director era pequeño. “Quería explicar algo sobre el hervidor de arroz. Algunas invenciones de los años 60 cambiaron nuestra manera de vivir y el hervidor de arroz es una de ellas. En la película, la mujer del héroe era una escritora muy talentosa y quería trabajar, pero en esa época tenías que estar en casa, cuidar a la familia y cocinar, cosa que consume mucho tiempo. Al principio de todo, él descubre que el vecino es un comerciante que vende hervidores de arroz, así que intenta conseguir uno para su mujer y ella empieza a trabajar”, recordaba el director en una charla en el MoMA de Nueva York sobre el planteamiento inicial de la película. En Deseando amar la sensualidad empapa todas las acciones de los protagonistas, aunque sean tan triviales como ir a comprar fideos instantáneos, que fueron el segundo elemento en el cual pensó Wonk Kar Wai cuando empezó a dar forma a la historia. Es un vals -el ritmo que marca su pieza musical principal, el tema de Yumeji- que se baila con las continuas idas y venidas de la protagonista a comprar fideos, un paseo durante el cual se encuentra con su vecino y que es una imagen que ya forma parte de la historia del cine, tal como señala Ivan Pintor, profesor de comunicación de la Universitat Pompeu Fabra.

'Deseando amar'

Los años que muestra Deseando amar son los que corresponden a la infancia de Wong Kar Wai en Hong Kong después de su llegada desde Shanghái, en 1963. La niñez del director transcurrió estrechamente relacionada con la comunidad de Shanghái existente en la colonia, gente que vivía muy agrupada con la intención de mantener sus señas de identidad en una tierra donde hablaban una lengua diferente (en Shanghái se habla mandarín, mientras que en Hong Kong se habla cantonés). Los miembros de esta comunidad de clase media se acostumbraron a llevar una convivencia muy estrecha, con varias familias viviendo bajo un mismo techo, en habitaciones muy pequeñas y con multitud de vecinos chismorreando los unos sobre los otros. Un ambiente en el que la apariencia es fundamental para poder sobrevivir a la atenta mirada de los vecinos y donde la relación con los habitantes de Hong Kong no era habitual. “Es una película sobre rumores”, ha explicado el director.

“Es una película que entronca con los melodramas clásicos de Douglas Sirk y Leo McCarey y que tiene elementos realmente bellos y sensoriales, como la comida, los gestos que hacen, la lucha constante de no tocarse o no encontrarse”, explica Ivan Pintor. “En toda la filmografía de Wong Kar Wai hay una conyugalidad extraña en la que las relaciones de pareja nunca se acaban de realizar”, explica el profesor, que señala que, en esencia, es la historia de un triángulo amoroso en el que se ha dejado a uno de los vértices -las respectivas parejas- fuera de campo.

El título original de la película, Fa yeung nin wa, significa “el tiempo de las flores” y alude a un momento muy determinado del año. El tiempo, que fija los recuerdos, es otro de los leitmotivs de la filmografía de Wong Kar Wai. Los relojes, un símbolo gráfico del paso del tiempo, se multiplican en sus películas -hacen acto de presencia en Deseando amar, pero también en Chungking Express o Days of being wild - y en muchos casos son el mismo de una cinta a la otra: el director de arte William Chang, que trabaja con el realizador desde el principio, los guarda todos y los hace reaparecer en los momentos más insospechados.

Un fan llamado Quentin Tarantino

Si Deseando amar encuadra el Hong Kong de su infancia, Chungking Express (1994) muestra su pulsión durante los años 90 con dos historias que son la cara nocturna y diurna de la ciudad. Wong Kar Wai concibió y rodó la película durante un periodo de pausa de su anterior proyecto, la épica Ashes of time, una cinta que buceaba en el género clásico de las artes marciales a la cual dedicó dos años y que lo tenía agotado. Chungking Express, con una primera parte de thriller y una más cercana a la comedia romántica, es el rodaje más corto de la carrera de Wong Kar Wai: seis semanas y dos localizaciones. El resultado es uno cuento pop.

La vivacidad y la espontaneidad de Chungking Express la coloca a las antípodas de Deseando amar, donde todo parece calculado al milímetro. Las dos, sin embargo, comparten el orgullo de ser las dos cintas que han conseguido que más gente se interesara por el cine de Wong Kar Wai. Si Chungking Express ha logrado el estatus de película de culto es, en parte, gracias a Quentin Tarantino, admirador confeso del director de Hong Kong y uno de los responsables de que la cinta se estrenara en los Estados Unidos. “Me encantan las películas románticas y esta tiene un gusto de comedia romántica que se combina con un Hong Kong loco y frenético”, explicaba en una sesión dedicada a Wong Kar Wai el director de Pulp fiction. Tarantino confesaba que la primera vez que vio la película empezó a llorar: “Solo por la felicidad de que una película me pudiera gustar tanto”.

'Days of being wild'

El director de Malditos bastardos no es el único que lleva años rendido a los pies de Wong Kar Wai. Sofia Coppola lo incluyó en sus agradecimientos cuando recogió Oscar al mejor guion por Lost in translation -también mencionó a Michelangelo Antonioni, a la vez uno de los referentes de Wong Kar Wai- y Ang Lee ha reconocido sentir una envidia sana de él. “Quiero hacer estas cosas tan guays que hace él. ¿Por qué no las puedo hacer yo? Rodar con grandes estrellas y sin un guion, o rodar durante semanas, meses y años y decidir que no quiero utilizar nada y volver a empezar”, decía en tono de broma Lee en una presentación en el Museum of the Moving Image de Nueva York. El director de Taiwán descubrió a Wong Kar Wai con Days of being wild, otra historia de amores desgraciados que define como una experiencia casi opiácea. “Creo que nos atrapa porque nos hace entrar en un estado místico y romántico que estimula nuestros sentimientos y nuestra imaginación”, explicaba.

Las sensaciones que experimentó Ang Lee cuando vio por primera vez una película de Wong Kar Wai las están sintiendo ahora muchos de los espectadores que están aprovechando la retrospectiva para descubrir al director. “Una cosa que nos está sorprendiendo es la edad media del espectador, que está siendo bastante joven teniendo en cuenta la edad de los espectadores que iban a los cines antes de la pandemia. Con este universo de Wong Kar Wai se está rejuveneciendo el público”, asegura Enrique Costa, responsable de Avalon, que marca que los espectadores que se han animado a recuperar las películas tienen alrededor de 30 años. Una nueva generación de fans que estarán preparados para recibir con los brazos abiertos al director, que desde 2013, cuando estrenó The Grandmaster, está retirado de la primera línea. La cita será con Blossoms Shanghai, su primera serie, de la cual ya tenemos póster oficial, a pesar de que con Wong Kar Wai nunca se sabe.

Christopher Doyle, los ojos de Wong Kar Wai

Uno de los elementos más destacados de la filmografía de Wong Kar Wai son las atmósferas que consigue crear mediante la imagen, un mérito en el que ha jugado un papel Christopher Doyle, el director de fotografía de siete de sus películas. Nacido en Australia pero residente en Hong Kong desde hace años, Doyle ha explicado en más de una ocasión que elige los proyectos en los que trabaja según la gente que está implicada en ellos. "Para bien o para mal, las personas con las que trabajo son, en primer lugar, amigos. La prioridad para Wong Kar Wai y para mí siempre es «¿Podemos hacerlo mejor?»", explica. "Mi introducción a Wong Kar Wai no fue a través del guion, fue siempre a través de la imagen. La primera persona que contactó conmigo fue el director de producción, William Chang, siempre está observando, creando imágenes, vestuario y texturas", dice Doyle. "Creo que nuestras películas no son conceptos, espero que sean orgánicas y por eso perdurarán".

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