Historia

Botín de guerra y de corsarios: publicados miles de documentos de barcos españoles capturados por los británicos en el siglo XVIII

El Archivo Nacional del Reino Unido y la universidad alemana de Oldenburg digitalizan 600.000 documentos incautados por los británicos durante 165 años

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Una conservadora muestra cartas no entregadas, enviadas desde Lima a Cádiz en 1779 en el barco La Perla, que fueron incautadas por los británicos

Londres"Y a usted, madre querida, le dejo con el corazón partido por el dolor, porque no voy a poder servirla más ni volver a verla". Así se acababa una carta que en 1779 envió a su madre Balthasar Moreno, un vecino de las Alpujarras (Granada) que, tras una vida licenciosa en Andalucía, emigró al virreinato de Perú, donde abrazó a Dios. A bordo del barco comercial de bandera española La Perla, junto con la misiva, y dentro del papel que la envolvía, Moreno le enviaba también su manutergio, la pieza de lino con la que se secó las manos después de que el obispo que le ordenó sacerdote se las ungiese con el aceite sagrado empleado para la ceremonia. Pero ni la carta ni el manutergio nunca llegaron a destino.

¿La razón? La guerra que, como aliada de Francia y del Continental Congress (las primeras Trece Colonias estadounidenses que entonces luchaban por la independencia del Reino Unido), la España de Carlos III declaró a los ingleses el 21 de junio de 1779. Aquella guerra entre poderes imperiales hizo de La Perla un objetivo naval de la armada y los corsarios británicos, que capturaron el barco y toda la documentación que transportaba, además de la carga de oro, cacao, plata y quinina, cuando ya vislumbraba las islas Azores.

Tres de los documentos del 'Covadonga'.

Tampoco llegó a destino la carta –una más– que una tal Francisca Muñoz, de Triana (Sevilla), envió a su marido, Miguel Atocha, el 23 de febrero de 1742. No era precisamente una misiva de amor para a ese emigrante en Veracruz. "Quisiera saber cual es el motivo de haberte escrito trece cartas sin estas y de ninguna haber tenido respuesta, quisiera saber si allá no hay papel o plumas o tinta para siquiera haber escrito una…" La carta iba a bordo de La Ninfa, un velero comercial que navegaba desde Cádiz hasta el virreinato de la Nueva España, el actual México.

Por azares de la historia, la noticia que Balthasar Moreno le daba a su madre y la carta de Francisca a Miguel terminaron almacenadas y arrinconadas, primero en la Torre de Londres en tanto que parte de los archivos históricos del almirantazgo británico, y después, desde 1970, en National Archives de Kew, al oeste de la ciudad. Hasta 2015, nadie tocó nada de aquellos legajos ni de ese fondo, en total 4.088 cajas de documentos incautados a barcos enemigos de 1652 a 1815. A lo largo de aquellos 165 años, Inglaterra –Reino Unido con posterioridad a la unión con Escocia (1707)– participó en catorce guerras navales.

Entre la armada inglesa y los corsarios capturaron en ese periodo 35.000 barcos extranjeros, la gran mayoría franceses, pero también españoles, neerlandeses, italianos, portugueses y neutrales. Así es como termina en Londres todo tipo de papeleo comercial, pero también correspondencia personal como la mencionada, cuadernos de bitácora, información militar, partituras musicales, recetas de cocina, listas de soldados y otro tipo de libros de navegación. En genérico se llaman prize papers –papeles capturados–. En total, 600.000 documentos, de los que 160.000 son cartas personales. Aparte, también hay pequeños objetos, como joyas, juegos de cartas y prendas como lazos y el mencionado manutergio.

Una primera cata

Los primeros prize papeles accesibles públicamente aparecieron a través del portal Prize Papers Project en febrero de 2022. Hacían referencia a procesos judiciales vinculados aproximadamente a 1.500 capturas de barcos, entonces hechas solo entre los años 1793 y 1815 y relativas exclusivamente a embarcaciones francesas.

El pasado jueves por la noche, los National Archives añadieron más material a este mundo virtual de vida cotidiana de la primera época de la globalización, publicando en la red copias de los miles de documentos incautados en 130 barcos españoles, en este caso durante la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748) y la Guerra de Sucesión austríaca (1740-1748).

Entre los barcos capturados en la primera contienda, disputada mayormente en aguas del Caribe, estaba el galeón La Nuestra Señora de Covadonga, que transportaba plata por valor de más de 60 millones de libras esterlinas y hacía la ruta Acapulco-Manila. Fue capturado en el Pacífico por el comodoro británico George Anson. El papeleo incluye documentos oficiales que detallan la vida a bordo y el funcionamiento de la flota de galeones de Manila, así como cartas personales y oficiales para ser entregadas en Filipinas. Otro barco capturado es La Ninfa, de comercio transatlántico, que transportaba, entre más de un centenar de cartas, la de Francisca Muñoz para Miguel Atocha. La nave fue capturada por el escuadrón de corsarios británicos de la familia real.

El trabajo de investigación lo ha llevado a cabo un equipo de investigadores internacionales dirigido por la historiadora alemana Dagmar Freist, de la Universidad de Oldenburg, primera institución financiadora de la digitalización de todos los prize papeles con fondos tanto del land de la Baja Sajonia como del gobierno federal alemán. La profesora Freist explica al ARA que el análisis de la documentación puede servir para revisar ideas preconcebidas "sobre el primer período de la globalización" y para conocer de "primera mano aspectos de la botánica, la medicina, técnicas navales, rutas marítimas, la diplomacia, misiones comerciales, el tráfico de esclavos, las relaciones familiares y las migraciones". "Con lo que tenemos en nuestras manos –sigue– podemos valorar mejor la participación de los individuos en la expansión colonial de Europa, entender mejor qué significaba emigrar en aquella época o la visión de fenómenos como la esclavitud y la religión. Todo junto, añade complejidad al relato histórico".

La lengua de los sefardíes

Entre los 2.000 documentos que los británicos se incautaron de La Perla –aún no disponibles– hay cartas en castellano, pero también algunas escritas en catalán, también con palabras en euskera, en portugués, inglés, francés e italiano. Son noticias de los emigrantes a los familiares de Europa, cartas de amor o, sencillamente, asuntos comerciales. Hasta ahora, los especialistas han detectado materiales en una veintena de lenguas. También en ladino, el idioma de los judíos sefardíes de la Península Ibérica. En este caso se trata de un conjunto de setenta cartas enviadas por miembros de la comunidad de la diáspora establecida en Ámsterdam que las enviaba, a través del barco neerlandés Goede Hoop, en Marruecos. El Goede Hoop fue capturado por los británicos en la batalla naval de la bahía de Vigo, o de Rande, como se conoce en España, en 1702, durante la Guerra de Sucesión. Los familiares de Marruecos nunca supieron de las penurias que pasaban los sefardíes de Ámsterdam, ciudad entonces bajo sitio.

Carta de Bathasar Moreno a su madre y el 'manutergium' que en 1779 le envió a bordo de 'La Perla'.
Otra de las cartas que los británicos se incautaron del barco 'La Perla'.
Una de las siete cajas de correspondencia que había en el barco 'La Perla', que zarpó de Lima en 1779.

La implicación de la universidad alemana de Oldenburg se produce casi por casualidad. Uno de sus estudiantes de historia, un joven neerlandés, se trasladó a Londres en el 2015 para buscar pistas sobre uno de sus antepasados, marino de la armada de su país, fallecido en una de las batallas navales de principios del siglo XVIII. Le mostraron dónde tenían las más de 4.088 cajas que nadie había abierto en más de doscientos años y comprobó, con desesperación, que nada había clasificado, solo una ligera descripción del posible contenido, pero no una identificación documental como sería lo lógico en una sistematización archivística. A primera vista ya se dio cuenta de la riqueza del fondo, global por la multiplicidad del origen de los documentos. Comunicó el hallazgo a la profesora Freist y empezó entonces la tarea de buscar financiación.

Una tarea que continúa, de hecho: con el lanzamiento online de una pequeña parte de la parte española del fondo, lo que se busca es la implicación de universidades e instituciones académicas e incluso militares del Estado, además de posibles patrocinadores privados.

Quizás lo más sorprendente de la colección de los Prize Papers no son las historias personales que se pueden desprender, algunas muy dramáticas y otras jocosas, sino la propia existencia de la colección. De toda la documentación que incautaban los barcos, la que tenía importancia para el almirantazgo era la de tipo oficial, que determinaba la nacionalidad de las naves capturadas, los propietarios de la carga, etcétera. Un barco cautivo podía ser vendido o subastado (hasta el último de los muebles) si pertenecía a una potencia con la que se estaba en guerra. En caso contrario, debía volver al dueño o exponerse a algún tipo de litigio. El resto de papeles nunca se abrieron. Por qué terminaron en la Torre de Londres y nunca se destruyeron es el gran misterio. Y, de rebote, miles de mensajes espontáneos y cotidianos nos llegan ahora de los siglos XVI, XVII y XVIII.

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