Crítica de series

La serie del caso Wanninkhof: cuando la lesbofobia envió a una inocente a la cárcel

El 'true crime' de la HBO cuenta por primera vez con el testimonio de la falsa culpable, Dolores Vázquez

3 min
Dolores Vázquez al documental de HBO sobre el caso Wanninkhof

'Dolores, la verdad sobre el caso Wanninkhof'

Dirigida por Noemí Redondo para HBO Max. En emisión en HBO Max

"No me identifico con Dolores Vázquez", confiesa la protagonista en cuestión en el último episodio del true crime Dolores, la verdad sobre el caso Wanninkhof. El 9 de octubre de 1999, Rocío Wanninkhof, de 19 años, desapareció en Mijas, en la Costa del Sol. Después de semanas de búsqueda infructuosa, el 2 de noviembre apareció su cuerpo con indicios de haber sido brutalmente asesinada. Como es habitual cuando desaparecen chicas jóvenes o menores, el caso hacía días que centraba todos los focos de la atención mediática. El descubrimiento del cadáver crispó todavía más el ambiente. Y una de las sospechosas, Loli Vázquez, ex pareja de Alicia Hornos, la madre de Rocío, no tardó en convertirse en la sospechosa "perfecta" según la familia, la Guardia Civil, la judicatura y los millones de personas que seguían el asunto a través de los medios de comunicación. Vázquez fue declarada culpable por un jurado popular y condenada a prisión, a pesar de que no tenía antecedentes ni había ninguna prueba que confirmara su responsabilidad. El asesinato cuatro años después de otra chica en la zona, Sonia Carabantes, destapó que el autor de este crimen y el de Rocío era otra persona, Tony King. Pero, ¿por qué todo el mundo consideró una asesina a Dolores Vázquez?

Veinte años después, un par de propuestas documentales revisan los hechos para poner en evidencia la lesbofobia generalizada que condujo a una mujer inocente a la prisión. Este junio se estrenó en Netflix el documental El caso Wanninkhof-Carabantes, en el que Tània Balló repasa el asunto desde esta perspectiva feminista. Ahora la HBO emite Dolores, la verdad sobre el caso Wanninkhof, que cuenta con un gancho añadido: por primera vez después de tantos años Vázquez habla ante las cámaras. La docuserie se despliega como un true crime a la hora de recapitular los hechos y poner en evidencia las malas decisiones policiales, judiciales y periodísticas que condenaron a Dolores. Resulta escalofriante comprobar que la equivocación no fue fruto de errores involuntarios, sino de prejuicios misóginos y homófobos: esta gallega establecida en la Costa del Sol fue sentenciada porque se ajustaba en el imaginario popular al tópico de la "lesbiana perversa", la mujer que no se somete a los dictados de la feminidad hegemónica ni en el físico, ni en la orientación sexual, ni en el trato personal. La protagonista sufrió tal lapidación en este sentido que ha tenido que distanciarse de esta Dolores Vázquez embrutecida por los medios, como confiesa a Toñi Moreno, la periodista que ha conseguido la exclusiva y que habla de su relación profesional con todo ello de manera bastante honesta.

Alimentar el morbo

Como pasa tan a menudo con los true crimes, este también cae en algunos de los errores que denuncia. La serie no llega a presentar el reencuentro presencial entre Vázquez y Alicia Hornos, que sigue insistiendo en la culpabilidad de su ex. Pero sí alimenta el morbo de ver confrontados a sus respectivos testimonios y espectaculariza las reacciones lógicamente dramáticas de Dolores cuando contempla imágenes de la época o escucha el testimonio de Alicia. El protagonismo de Vázquez y de su vínculo con Hornos coge tanto peso que descompensa e incluso invisibiliza el recuerdo de las víctimas de Tony King, un ejemplo brutal de violencia machista sistematizada que fue ninguneado como tal por las autoridades. Y, por otro lado, resulta fascinante comprobar cómo esta relación tan poco normativa entre dos mujeres "corrientes" todavía ahora rompe tantos esquemas.

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