Bailar en un Sónar casi como los de antes
Space Afrika y Tirzah ponen muy alto el nivel del festival CCCB
BarcelonaUna vez pasada la jornada dedicada a la inteligencia artificial, el Sónar de otoño este viernes ya se parecía al Sónar de Día de toda la vida; eso sí, a escala reducida, con rebequita (y paraguas), mascarilla, entrada a 33 euros, acceso con certificado covid y DNI, y el público de pie. Los tres escenarios distribuidos en el CCCB reproducían la lógica que ha acompañado el festival desde 1994: diferentes dosis de intimismo, hedonismo, ritmo y experimentación en el Hall y en el Teatre del CCCB, y una sucesión de DJs en el Village instalado en el Pati de les Dones, donde se podía bailar y charlar pero no beber ni fumar, actividades autorizadas solo en la gran terraza que ocupa una parte de la plaza Joan Coromines. Por cierto, una terraza sin música, lo que permitía cazar muchas conversaciones en inglés y francés.
El Sónar de Día siempre se despierta poco a poco, pero a las cuatro y media de la tarde en el teatro ya había ganas de bailar entre el público del dúo Palica, conectado al sello barcelonés Modern Obscure Music. Algunos espectadores se abrazaron a las progresiones rítmicas con el ansia de los sedientos de las historias bíblicas. Mucha necesidad de baile acumulada durante la pandemia. Y también de fiesta, porque no eran pocos los que se congregaron en el concierto de la granadina Rakky Ripper. El productor Eurosanto (con cuello de cura) la recibió con la marcha nupcial y ella apareció entre el público vestida de novia steam-punk para a continuación poner en marcha un show de hyperpop muy adecuado para la fiesta de una boda informal.
En el village era La Niña Jacarandá la encargada de incitar al baile combinando pasajes de reggaeton con varias declinaciones de la música de club. El eco de su sesión acompañaba a los que se adentraron en la penumbra del Hall para descubrir el interesante puntillismo electrónico con el que Ana Arsuaga, alias Verde Prato, remueve el folclore vasco hasta transformarlo en pop.
La oscuridad británica
En aquella misma oscuridad del Hall actuaron después Space Afrika. El dúo de Manchester, que en agosto pasó por el Festival Eufònic de las Terres de l'Ebre, empezó poniendo a hervir un techno-dub ambiental de aquellos que hacen pensar en las inclemencias sociales y meteorológicas del norte de Inglaterra. Después llegaron el bombo, los claros del disco Honest labour y el baile sobre todo interior. La expectación contribuyó a llenar también el concierto de la cantante de Essex Tirzah, secundada como es habitual por Mica Levi, una de las arquitectas sonoras más estimulantes de la electrónica británica. En el CCCB eligieron la parte de lirismo ambient del disco Colourgrade y el misterio de una puesta en escena a contraluz para atrapar al público en una telaraña fascinante, tan detallista como hipnótica. Eso sí, el aforo del CCCB dejó fuera a mucha gente, una situación que seguramente se repetirá este sábado en el concierto de Koreless, uno de los más esperados de este Sónar de otoño.