Teatro

Euforia por el teatro: así son los espectadores que batirán el récord de público

La campaña 'Cap butaca vacía' aspira a llenar 60.457 butacas de 145 teatros catalanes en un solo día

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Albert Arévalo, Guim Oliver, Carme Torres y Teresa Illanes, cuatro espectadores muy aficionados al teatro.

BarcelonaEste sábado puede ser un día histórico para el teatro catalán. Hace unos meses, las salas del país anunciaron un reto insólito: llenar 60.457 butacas durante una sola jornada y batir así el récord mundial de espectadores en un mismo día. Bajo el lema Ninguna butaca vacía, la Asociación de Empresas de Teatro de Cataluña (Adetca), la revista Time Out y la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, con el apoyo de la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento de Barcelona, ​​han movilizado a 145 teatros y ateneos de todo el territorio, que desde la mañana hasta la noche acogerán todo tipo de propuestas escénicas. "Queremos que sea como un Sant Jordi teatral", explica la directora de Adetca, Isabel Vidal. "Somos un país con mucha afición por el teatro y tenemos que reivindicarlo más –añade–. No lo valoramos lo suficiente, pero cada noche hay mucha gente sentada a la vez en butacas de toda Catalunya". La iniciativa, que dará el pistoletazo de salida de la Semana Mundial del Teatro, pretende avivar la presencia mediática de las artes escénicas durante los meses con una actividad más baja. "Después de Navidad, hasta que llega el Festival Grec no se habla mucho de teatro", dice Vidal.

De momento se han vendido 46.297 entradas, pero la cifra definitiva no se sabrá hasta la tarde del sábado. "Algunos teatros no venden entradas anticipadas y queremos respetar todas las formas de trabajar", dice Vidal, que espera "un salto cuantitativo" en el recuento final. En cualquier caso, los datos actuales sitúan ya la iniciativa en un "récord histórico, tanto de empleo como de venta de entradas en un mismo día". Y añade: "Si te vas a Broadway oa Londres, puede que encuentres cifras similares, pero no tenemos constancia de ninguna otra iniciativa que haya hecho un llamamiento institucional a toda la ciudadanía de forma coordinada". Viendo el buen recibimiento de la propuesta, Adetca tiene previsto instaurarla como una tradición más del ecosistema teatral. "De cara al próximo año, esperamos que los teatros ya tengan en cuenta la fecha del Ninguna butaca vacía a la hora de confeccionar las programaciones", dice la directora.

Para celebrar la jornada, el ARA da voz a los espectadores. ¿Por qué les gusta el teatro? ¿Qué esperan? ¿Cuál es la obra que les ha ¿impactado más?¿Qué recuerdo les viene a la cabeza cuando piensan en un escenario?¿Qué les preocupa? Reunidos en el Teatre Lliure de Montjuïc, cuatro aficionados cuentan su historia de amor con el teatro. devota del teatro más clásico"

Cuando no levantaba ni un palmo del suelo, la barcelonesa Carme Torres ya se movía por los camerinos del Teatre Romea con naturalidad. “Mi abuelo era actor y se me llevaba a todos los estrenos –explica–. Había trabajado con La Trinca, Joan Capri, Cassen, Rosa Maria Sardà, Pau Garsaball. Yo era muy pequeña y no entendía mucho, pero recuerdo que me quedaba embobada mirando a los actores”. Han pasado más de cincuenta años, pero ese sentimiento infantil todavía le acompaña: “Cada vez que entro en un teatro, siento una emoción que no puedo explicar”. Después de unos años desconectada más bien de la escena de Barcelona, ​​le volvió a venir “falera para ir al teatro” y decidió apuntarse a la asociación de Amigos de La Perla 29. Desde hace un tiempo, es la vicepresidenta de la junta de la asociación y dedica gran parte del día a dinamizar actividades para los socios.

Aunque está abierta a todo tipo de propuestas teatrales, se declara “devota del teatro más clásico”. “Una de las obras que más me ha impactado es Agosto de Tracy Letts, que se hizo en el Teatre Nacional y salía Anna Lizaran –dice–. Ahora también hay actores muy válidos, pero me he quedado un tanto añorada, será cosa de la edad”. ¿Cómo espectadora, qué considera que podría hacerse mejor? “Los precios de las entradas son una importante limitación. El teatro debe pagarse, porque debe cobrar todo el mundo, desde el director hasta el técnico que coloca la escenografía. Pero es verdad que ahora es demasiado caro, estaría bien que se rebajaran un poco”.

Guim Oliver: "Como espectador, siempre me fijo en qué técnicas utilizan los actores"

El año pasado, el actor gerundense Guim Oliver vio unos setenta espectáculos. Aunque la vocación le llegó tarde, no se imagina lo que haría sin el teatro. "Es mi pasión, pero también mi trabajo", dice el joven, que estudia tercero de teatro físico en el Institut del Teatre y ha trabajado en producciones como La última f**king noche en el Teatre Lliure, Cuando nos hayamos torturado lo suficiente en el Teatre Nacional y la ópera Carmen en el Gran Teatro del Liceo. “Como espectador, voy a verlo absolutamente todo –dice–. A menudo ni siquiera miro de qué va la obra, porque precisamente me gusta descubrir cosas nuevas”. Por deformación profesional, no puede evitar mirarse los espectáculos desde una perspectiva analítica: “Intento relajarme y separar el ocio del trabajo, pero siempre acabo fijándome en qué técnicas utilizan los actores para entender qué m gusta y qué no”.

Este sábado, seguramente irá a ver Peso muerto, de MeriYanes Produccions, en la Sala La Planeta de Girona. “Sobre todo voy a ver teatro de texto, porque de teatro físico se hace relativamente poco –explica–. Sin embargo, me gustan las artes escénicas en general, también la danza y el circo". El primer espectáculo que recuerda es El príncipe feliz en el Teatro Municipal de Girona, y recientemente le ha entusiasmado Historia de un jabalí (o algo de Ricardo) de Gabriel Calderón. ¿Qué podría hacerse para rejuvenecer las plateas? “Es mentira que los jóvenes no van al teatro –dice Oliver–. Lo que sí cuesta es encontrar a jóvenes que acudan al teatro sin estar relacionados profesionalmente con las artes escénicas. Es algo decepcionante, porque al final somos los espectadores del futuro”. Y añade: “Ojalá cada semana se llenaran todas las butacas. Sería maravilloso, ¿no?”.

Carme Torres, Guim Oliver, Albert Arévalo y Teresa Illanes, en el Espai Lliure de Montjuïc.

Teresa Illana: "Me he llegado a pasar semanas enteras pensando en un espectáculo"

La igualadina Teresa Illana acude al teatro al menos dos veces por semana. A veces incluso tres. “Cuando estás un poco desgarbado, el teatro te puede ayudar a reír y llorar –explica–. Al volver de una función, soy incapaz de dormir. Me he llegado a pasar semanas enteras pensando en un espectáculo”. Este sábado tiene entradas para ver Australia de Israel Solà, en el Kursaal de Manresa. “Ya las tenía compradas mucho antes de que anunciaran la iniciativa, pero estoy encantada de participar en Ninguna butaca vacía”, dice. Aunque baja a menudo en Barcelona, ​​también frecuenta el Kursaal de Manresa y el Teatro de la Aurora y el Teatro Municipal Ateneu de Igualada. “Es importante que los espectáculos hagan gira por todas las comarcas. Yo todavía tengo suerte, porque desde Igualada lo tengo todo a un coche, pero para la gente que vive fuera de Barcelona no siempre es fácil llegar”, asegura.

La afición por el teatro le viene de pequeña, sobre todo de los Pastorets. “Yo nunca he actuado, pero siempre esperaba con candelas los días de Navidad”, dice. De mayor, se animó con la zarzuela y los musicales. “Recuerdo mucho Los miserables, Mar y cielo, Flor de noche… De Dagoll Dagom lo he visto prácticamente todo”, explica. Aunque le interesa especialmente “la comedia y el drama”, no tiene reparos a la hora de comprar entradas: “Últimamente, he visto tanto Los Watson en el Teatro Nacional cómo Macbeth en el Teatre Lliure, que nada tienen que ver, pero me han gustado mucho ambas”. Eso sí, si puede, no se pierde los espectáculos de proximidad: "Te sientes más acogido y la historia te llega más adentro".

Albert Arévalo: "Soy un espectador bastante promiscuo"

Albert Arévalo vive y trabaja en Montcada i Reixac, pero siempre que puede baja en Barcelona para no perderse ninguna obra de la cartelera. “Voy entre una y dos veces por semana –dice–. Me gusta especialmente ir entre semana, es una forma de romper la rutina del trabajo”. Aunque su familia no tenía ningún vínculo con las artes escénicas, de joven quedó “deslumbrado” por el teatro musical y ya no hubo vuelta atrás. "Poco a poco se me inoculó el veneno del escenario, hasta que un día me animé a actuar", explica. Actualmente, dirige el grupo de teatro amateur TEA345, de Montcada i Reixac, y se encarga del Baile de las Brujas de Viladrau. También forma parte de la junta de la asociación de Amigos de La Perla 29 y del Consejo de Públicos de La Villarroel.

¿En qué se fija a la hora de comprar entradas? “Soy un espectador bastante promiscuo –explica–. Me gusta el teatro más clásico, pero también las obras que mezclan lenguajes y logran innovar. Disfruté con Voltaire/Rousseau de Josep Maria Flotats, pero también con Acantilado en el Teatre Lliure”. Y añade: “Lo que busco es que el teatro me sacuda, ya sea desde el humor, el drama, el impacto visual o la puesta en escena. Me gusta oler los espacios escénicos, emocionarme con las historias, identificarme con los personajes”. Como espectador, Arévalo valora que los teatros generen "espacios que alargan la experiencia teatral más allá del espectáculo", como los ensayos abiertos y los coloquios postfunción. “El teatro es un transmisor cultural brutal, pero también es un elemento cohesionador –argumenta–. No se trata sólo de ver la obra sino de compartirla y comentarla con otra gente”.

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