Barça

El Barça, CVC y el triunfo del cortoplacismo contable

El fondo británico tiene la clave del fichaje de Haaland, pero sobre todo de evitar un segundo ejercicio con pérdidas

BarcelonaEl Barça vive una temporada de transición. Los hechos de los últimos meses no han parado de ratificarlo. El primer equipo masculino, motor deportivo y económico del club, está jugando la Europa League por primera vez en 18 años y aceptó antes de las fiestas que el objetivo en la Liga no sería ganarla, sino utilizarla como trampolín para recuperar el lugar perdido en la Champions. Después del traumático adiós de Leo Messi, punto culminante de la nefasta gestión del anterior mandato, el Barça tocó fondo en el césped y está usando la actual campaña para regenerarse. "Estamos volviendo", asegura Joan Laporta, optimista por naturaleza, siempre que tiene la oportunidad. Este gerundio constituye la manera más constructiva de admitir que, en contra de lo que dice la centenaria historia del club, ahora no es el momento de priorizar los títulos importantes, sino el camino –la transición– para poderlos volver a disputar.

En este contexto se enmarcan el fichaje de Xavi Hernández como entrenador de proyecto y las llegadas de cuatro jugadores al mercado de invierno gracias a la visión privilegiada y los equilibrios con el fair play de Mateu Alemany. El trabajo se continúa haciendo en clave de futuro a la hora de enfocar renovaciones estratégicas –Gavi y Araujo–, fichajes a coste cero –Christensen y Azpilicueta– y operaciones ilusionantes como la de Haaland. Este último objetivo, reforzado con uno viaje relámpago de Xavi y Jordi Cruyff a Alemania para explicar al jugador los planes que tienen con él, ya de por sí es complicado porque hay más clubes europeos interesados, pero directamente se vuelve imposible sin nuevos ingresos económicos.

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En esta carrera para llenar la caja con dinero que no compute como deuda, Laporta ha hablado los últimos días de "tres palancas". Son el acuerdo con el fondo de inversión CVC y las ventas del 49% de Barça Studios y BLM (Barça Licensing & Merchandising). De estas tres vías, la más avanzada es CVC. Las otras dos están en fase embrionaria, todavía lejos de las expectativas de la entidad. Con CVC, como ya explicó el ARA, el trato para percibir entre 270 y 300 millones parte de la base de que el dinero entre como capital, como pasa con los clubes que son sociedad anónima (SAD), y que ya han ingresado el líquido en el marco del proyecto LaLiga Impulso.

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Pero el Barça, ya se sabe, es una asociación sin ánimo de lucro y necesita encontrar fórmulas alternativas al préstamo participativo. Así que, como no puede asumir más deuda, lo que hará es vender un porcentaje de sus derechos televisivos durante unos cuantos años para poder acogerse a la inyección del fondo británico que proporciona la Liga. Es decir, a grandes rasgos, lo que criticaba cuando justificó la salida a regañadientes de Messi y uno de los motivos que lo ha llevado a ir del brazo con Florentino Pérez contra Javier Tebas, el presidente de la patronal. Ahora, el entente cordiale con el mandatario madridista tambalea.

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El 'fair play' importa, pero no tanto

¿Y cómo lo hará el Barça para capitalizarse sin ser una SAD? ¿Cómo se formaliza este ingreso imprescindible tanto para poder competir por Haaland como para empezar a recuperar los 487 millones de pérdidas presentados en el cierre del último ejercicio? La vía que explora el club con auditores y expertos fiscalistas es traspasar los derechos de televisión a una sociedad mercantil para que CVC pueda entrar como inversor a cambio de los 270-300 millones. Podría usar Barça Studios –del mismo sector– o BLM para esta tarea, pero por ahora prefiere constituir una nueva.

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El otro punto clave del entendimiento consiste en los años que la institución tendría que compartir los derechos audiovisuales con el fondo de inversión. La idea original era que fueran 50, pero desde el Camp Nou admiten que quieren acortar el plazo hasta los 25 o 20. Si esto pasa, el porcentaje de derechos comprometidos a la fuerza sería más alto que un 10%. Eso sí, sea con 50 o con 25, el club tendría siempre una opción de recompra de los derechos (remota, puesto que normalmente se invierte en jugadores, no en televisión).

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Las conversaciones están en fase decisiva y Goldman Sachs, principal acreedor del Barça, se ha puesto a ello bien. El banco de inversión norteamericano es el tercer actor implicado en este acuerdo, puesto que aceptaría vender una parte de los derechos audiovisuales que el club puso como garantía en la operación de crédito aprobada antes del verano pasado por valor de 595 millones de euros.

Proyecto deportivo aparte, toda esta ingeniería tiene como objetivo cerrar el presente ejercicio con un beneficio que podría superar los 200 millones, puesto que la entrada de capital se reflejaría de golpe en las cuentas. Con el patrocinio de Spotify imputable a partir del curso 22/23, ahora no hay alternativa más avanzada que la de CVC, sin la que el presupuesto no se cumpliría y la junta correría el riesgo de presentar números negativos por segunda temporada seguida. Este motor es menos vistoso que la ilusión de ver a Haaland de azulgrana, pero es más importante para la gobernabilidad del club a corto plazo que no el atacante noruego. De hecho, a efectos del famoso fair play, que tanto ha afectado a la planificación deportiva últimamente, en los despachos de Sant Joan Despí tienen la información de que son 50 millones –y no los 70 publicados– los que aportará de extra CVC en caso de que se firme el acuerdo. Además, claro, de ahorros salariales o posibles ventas.