Hay una pulsión muy futbolera y primaria que consiste en increpar a diestro y siniestro cuando los jugadores de tu equipo te decepcionan. No hace falta que repase todo el abanico de ricas posibilidades que nos ofrece el diccionario, pero en esencia iríamos aquí: vagos, vividores e impresentables.
Seguro que estaremos de acuerdo en que es poco edificante caer en los reproches más básicos cuando no salimos de otra manera para explicar lo que la pelota nos niega. Pero hoy, les ruego que me disculpen, es exactamente ahí donde quiero ir, porque hay cosas que no se pueden entender.
Si la memoria no nos falla, el Barça fue campeón de Liga hace unos meses. Lo hizo sin brillo, pero con un compromiso defensivo absolutamente admirable. Y lo hizo con una línea defensiva que si no era la mejor de Europa, se acercaba a ella, con Kounde, Araujo, Christensen y Balde. Ahora nos parece que eso lo soñamos, y uno no puede pensar en una defensa más lamentable que la del Barça. En los últimos diez partidos, hemos encajado 22 goles; en toda la Liga anterior recibimos sólo 20. Rival que cruza el medio campo, rival que lo hace o frota el gol.
El cambio es fatal y nos inhabilita para competir contra los mejores equipos. Y es cierto que en el camino ha habido la lesión de Ter Stegen, pero también con el alemán el ejercicio defensivo estaba siendo un desastre absoluto. Y pregunto: ¿qué ha pasado? ¿Quizás ha pasado que vagos, vividores e impresentables?
Pues es una posibilidad, sí. Sería terrible pensar que un club con unas constantes vitales tan frágiles no haya podido transmitir a sus jugadores que este año también debían dar el 150% de sus posibilidades, porque con la economía como la tenemos nos jugamos mucho más que ganar o perder. Sería terrible pensar que después de ganar sólo una Liga –porque la Supercopa, en fin– los jugadores se han entregado a la dolce vita, lo que explicaría que Kounde parezca ahora Christanval, que Araujo nos recuerde el peor Umtiti, que Christensen y Balde estén tan lejos de su nivel.
Existe otra posibilidad: esta reza que la diferencia abismal entre el Barça 22-23 y el Barça 23-24 es exactamente la diferencia abismal de fútbol que hay entre el último y crepuscular Busquets y el vigoroso y reclenchinado De Jong. Uno, con cuatro pasos en el tran-tran, hacía mucho más que el otro con sus sprints sin sentido. Ay, Frenkie: cada día podemos dedicar un rato a recordar el contrato que le firmó Bartomeu y que le convierte en uno de los jugadores mejor pagados de la Liga. Cobra unos 25 millones de euros esta temporada.
Convendrán conmigo que cuesta mucho contenerse: vagos, vividores e impresentables, pero algunos más que otros.