Barça

Flick también nota el desgaste del banquillo del Barça

El técnico alemán hace esfuerzos por no perder la sonrisa en la sala de prensa pese a la presión del cargo en un club en ebullición

Hansi Flick, durante la rueda de prensa del Barça
25/09/2025
4 min

BarcelonaCuando el jefe de comunicación del Barça decía que quedaban tres turnos de preguntas en la rueda de prensa, Hansi Flick giró la cabeza extrañada para leer el papel y comprobarlo. El gesto inicial derivó en una mueca divertida y una broma posterior. Podría ser una simple anécdota, pero lo que ocurría ayer en la Ciudad Deportiva se suma al tono de la anterior comparecencia, en el pospartido ante el Getafe. El entrenador alemán del Barça admitió que se le hacía pesado. "Después de un partido, para los entrenadores tampoco es fácil. Jugamos cada tres o cuatro días. Ha sido un partido duro y yo también necesito relajarme", apuntaba el domingo a Johan Cruyff. Ese duelo contra el Getafe fue tenso, con acciones al límite de los madrileños y cierta polémica arbitral por la gestión de las faltas y las tarjetas. Al terminar la comparecencia de prensa, consciente de que el tono no había sido tan positivo como de costumbre, se despidió con una broma hacia los periodistas. "Eh, que hemos ganado por 3 a 0, ¿eh?!" Todo el mundo sonrió a la ocurrencia.

Desde el club sacan hierro a la situación y lo consideran una simple anécdota. Sostienen que el entrenador está "bien" y explican que no se ha detectado ningún cambio ni nada que invite al pesimismo. Pero las fuentes consultadas, cercanas a la junta, admiten que el inicio de curso no fue fácil para Flick. Desde la pretemporada ha estado rodeado de incertidumbres, empezando por los fichajes, siguiendo con la gira, continuando con las inscripciones y terminando con la reapertura frustrada del Camp Nou. En medio, la gestión de los egos del vestuario, que intenta llevar a raya pese a las dificultades de reactivar a un equipo que la pasada temporada lo ganó casi todo. Este curso ya ha castigado a dos jugadores, Rashford y Raphinha, por haber llegado tarde.

Desde que llegó al Barça, en mayo del 2024, tanto desde la directiva como desde el equipo de comunicación intentaron protegerle. Estuvo dos meses antes de dar la primera rueda de prensa, tiempos que aprovecharon para explicarle qué era el Barça a todos los niveles: deportivo, social y mediático. Flick, aseguran, ha sido muy receptivo desde el primer momento y se ha involucrado en muchos actos que organizaba la entidad, también los de la Fundació, donde ha realizado acto de presencia acompañado de un intérprete. Eso sí, no hacía declaraciones, ya que sus palabras se reservaban para las numerosas ruedas de prensa –lleva alrededor de 120– y flash entrevista de los partidos.

"No es un recién llegado. Habla mejor el castellano, entiende a los periodistas aunque utilice la traducción, sabe perfectamente cómo es el entorno y que muchas veces le preguntarán cosas que él no debería contestar porque corresponden a la directiva", explica una voz autorizada del club, donde admiten que le recomendaron que continuara hablando de ello. se expresaba bien. Desde el primer día, Flick ha intentado ser respetuoso en el tono y en las formas, incluso cuando había preguntas que no le gustaban nada. Nunca se ha salido del guión, por mucho que le hurgaran en el partido ante el Getafe, donde transmitió cansancio y pocas ganas de comparecer en público, aunque sin sortear ninguna respuesta y procurando ser el máximo de comprensivo con todo el mundo.

La responsabilidad y la exigencia de Flick en su segundo año en el banquillo del Barça

La llegada de Flick fue una bendición para un Barça que encontró en el técnico alemán a alguien capaz de parchear el vestuario y liderar un proyecto deportivo que muchos pensaban que estaría condenado al fracaso. Tras ganarlo casi todo y quedarse a tres minutos de jugar la final de la Champions, muchos esperan que vuelva a repetir la misma temporada. Una responsabilidad que nota y que acentúa su desgaste en el banquillo.

En público, Flick se ha mostrado siempre como un hombre de club, aunque internamente levanta la voz cuando lo considera necesario. Por ejemplo en la gira de Corea y Japón, que estuvo a punto de saltar por los aires, donde protestó por la logística del viaje y las dificultades para entrenar en condiciones. También ha fruncido la nariz con algunas actitudes de estrellas como Lamine Yamal fuera de la Ciudad Deportiva, aunque de momento –aseguran en el Barça– el joven futbolista no cruzó ninguna línea roja. En cuanto a los fichajes, el técnico ya sabía desde el principio que había problemas con el fair play, pero no se esperaba el serial de Nico Williams ni que, por segundo verano consecutivo, empezara la temporada sin tener toda la plantilla inscrita.

En el núcleo duro de la directiva se impone la tesis de que Flick, como buen profesional, tiene capacidad para adaptarse a todos estos tropiezos, como el hecho de ir cambiando de estadio a la espera de que el Camp Nou haya podido reabrir sus puertas. Pero en el vestuario empatizan con el técnico y sostienen que su tarea, ya de por sí complicada, sería algo más fácil si solo tuviera algo en la cabeza: entrenar.

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