Análisis

¿En qué homenajea al Barça de Flick a Guardiola y Cruyff?

Las discusiones bizantinas sobre el modelo, el estilo o el ADN Barça vuelven al orden del día después de sólo cuatro buenos partidos de Liga

Marc Mayola
4 min
Hansi Flick mirando su reloj durante el partido del sábado ante el Valladolid.

BarcelonaEl Barça ha comenzado la liga con cuatro victorias y jugando bien. Hasta aquí todos de acuerdo. Sin embargo, este jugar bien difiere en función de quien lo explique. Algunos dicen que ahora el equipo es físico, directo y vertical. Otros, en cambio, remarcan que la propuesta de Hansi Flick contiene elementos de la etapa más gloriosa del conjunto blaugrana.

Vamos a palmos. Un equipo físico, directo o vertical lo era el Sestao de los años 90 o el Bufalà de Tercera Catalana de principios de la pasada década. Ningún equipo puede sostenerse únicamente sobre estos cimientos, por más firmes que sean. Aparte, convendremos que el Barça no es un equipo especialmente físico. Jugadores como Pau Cubarsí, Marc Bernal, Casadó, Pedri, Dani Olmo o Lamine Yamal destacan más por su velocidad cognitiva o inteligencia futbolística que por sus carreras supersónicas o por el volumen de sus bíceps. No es que el equipo sea más físico, es que está mejor colocado y, por tanto, los esfuerzos tienen un impacto más brillante.

La mirada vertical también es cruyffismo

Este Barça tampoco es un equipo que apueste por el juego directo. Si lo fuera, su principal recurso serían los balones abombados del portero o de los centrales hacia los delanteros y, a partir de ahí, trabajar la segunda jugada. Ser un equipo directo es jugar de esa manera. ¿Y vertical? Tenemos esa sensación porque ahora el Barça genera un volumen de ocasiones que no veíamos desde hace un montón de años, pero la mirada vertical no está reñida con lo que se llama modelo, estilo o ADN Barça. De hecho, Johan Cruyff siempre decía que primero había que mirar al alejado. Esto significa, básicamente, que si tú eres defiende y dispones de la pelota, busques, en primera instancia, la referencia del nuevo. Si la encuentras, éste puede descargarse de cara y provocar situaciones de tercer hombre que te ayuden a progresar hacia campo contrario. Esto también lo hacía Cruyff con Bakero, de quien a menudo se decía que sólo sabía jugar hacia atrás. Era así para buscar al tercer hombre, simplemente que en ese momento todavía no lo decíamos así.

La mirada vertical, por tanto, es propia del estilo Barça (¿o Koeman no hacía cambios de orientación para buscar el extremo opuesto?) y también de la idea futbolística de Hansi Flick. La verticalidad forma parte de otro aspecto interesante del juego de posición (algunos lo llaman de ubicación), la propuesta estilística sublimada por Pep Guardiola, y es que esta forma de jugar incluye la alternancia de pases: ahora tocamos en corto y repetimos por atraer, ahora somos verticales y jugamos en largo para sorprender el lado débil aprovechando el desmarque de los delanteros.

El Barça ha recuperado el juego interior

Todo esto descansa sobre otra cuestión esencial: el juego interior. Casi inexistente con Xavi, muy presente ahora en estos primeros partidos con Flick. La concepción vertical del juego no podría aplicarse con el mismo éxito si antes no te has ordenado con pelota. Básicamente porque entonces ser vertical sería sinónimo de equipo descosido. Este orden lo encuentras con la posición y la posesión, pero una posesión desgarradora. Cada pase debe tener un sentido. Pasarse el balón sin sentido, sólo por tenerlo, es jugar al tiqui-mancha. El Barça de Guardiola no jugaba en el tiqui-mancha. Parece mentira que más de una década después todavía sea necesario remarcar la diferencia entre el tiqui-mancha y el juego de posición.

El juego de posición es ocupar de forma racional los espacios. Se trabaja en los entrenamientos simulando situaciones y, al final, las soluciones durante el partido terminan saliendo de la misma comprensión e interpretación de los futbolistas. La posesión es una herramienta, no una finalidad, y la presión alta o después de perder la pelota (en alemán gegenpressing) se puede ejecutar con contundencia porque la secuencia previa con pelota te ha llevado a organizarte bien. La presión feroz no aparece por arte de magia, es una cuestión táctica y de posicionamiento. Funcionan como un reloj a los equipos que cuidan las distancias de relación y que mueven las líneas con armonía, como un acordeón. Era frecuente, en un Barça no tan lejano, ver a jugadores que defendían hacia adelante mientras otros retrocedían. Esto regala la escapatoria al rival y hace estéril la presión.

Otro día hablaremos de la obsesión con los sistemas porque todavía leemos que el Barça de Flick juega con un 4-2-3-1 cuando en realidad el alemán establece tres pisos en zonas interiores, y en ningún caso un doble pívot, para fomentar la aparición de líneas de paso y la riqueza a la hora de combinar en estos espacios normalmente más apretados de rivales.

Sea como fuere, repetir ahora el Barça de Guardiola o el Bayern de Flick será imposible. Son momentos históricos diferentes, contextos que nada tienen que ver y actores que también han cambiado. Pero ganar y pasárselo bien, que de eso se trataría, es perfectamente viable. Sólo se han jugado cuatro partidos de Liga, pero da la sensación de que el aficionado del Barça llevaba años sin disfrutar tanto viendo jugar al equipo.

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