Barça

El increíble viaje de los viejos asientos del Camp Nou hasta un pueblo perdido de Soria

Langa de Duero, de 700 habitantes, tiene un paisaje urbano dominado por filas de sillones azules del estadio barcelonista

Asientos del viejo Camp Nou en el campo de fútbol de Langa de Duero.
Arnau Segura
08/05/2025
4 min

TorellóDe ser testigos de lujo de los éxitos del Dream Team, de la cola de vaca de Romário de Souza en Rafa Alkorta en ese inolvidable 5-0 en el Madrid y de tantos otros grandes días y tantos otros grandes nombres de la historia del Barça, a acoger acaloradas tertulias de jubilados, reconvertidos en bancos. Es la historia de los 1.700 antiguos asientos del Camp Nou que hace casi tres décadas llegaron a Langa de Duero, un pequeño pueblo de Soria que como tantos otros municipios de la España rural sigue desangrándose por la despoblación.

"No podía imaginar que 27 años después habría todo este boom", reconoce Aurelio Zayas (Langa de Duero, 1953), ya jubilado y algo harto del interés que ha despertado la historia en los últimos meses. Es el personaje clave del caso.

En 1969 se trasladó a Aranda de Duero, a media horita, y poco después ya emigró a Barcelona, ​​como tantos otros hijos del pueblo, buscando un futuro. "Emigramos muchísima gente. En el campo ya sobraba mucha gente porque se iba mecanizando y aquí te ibas quedando solo porque todo el mundo se marchaba. Era la única opción que teníamos", afirma Zayas. A su lado está Constantino de Pablo, ex alcalde, e Iván Aparicio, alcalde actual. Aparicio rescata un censo del año 1942: los cinco núcleos que forman Langa sumaban 3.399 habitantes. Ahora son 700. De Pablo enseña con nostalgia el programa de la fiesta mayor del año 1955, con anuncios de más de cuarenta negocios. Cinco carnicerías y seis víveres.

Aurelio Zayas sentado en una de las filas de asientos del viejo Camp Nou.

Cuentan que el "auge" del pueblo fue alrededor de 1896, gracias a una gran fábrica de harina y la llegada del tren. Ya hace años que no pasa el tren porque se desvió la línea. El rótulo que indica el camino por carretera hacia Soria apenas se lee porque está medio borrado. La población de toda la provincia de Soria, 90.000 personas, cabría en el Camp Nou. Lamentan que Langa, a 175 kilómetros de Madrid, está muy lejos. Hablan de casas vacías, abandonadas o directamente en ruinas, y del dolor de ver tantos carteles de venta. "Se alquila poco, pero hay casas por 300 euros", dice De Pablo.

Zayas aparca la nostalgia y reanuda el relato. Trabajó tres décadas como camarero en el Marcelino, en Montjuïc, muy cerca del Museu Miró. Un día del año 1998 Jaume Langa, histórico fisioterapeuta del Barça, entró en el bar porque le había llamado la atención un cartel que estaba en la puerta, con una imagen del campo del Langa. "Vi su nombre y entró para pedir dónde estaba ese campo", continúa. Luego él le dijo, medio en broma, a otro cliente que sería muy bonito hacer un Camp Nou en pequeño en Langa y ese hombre le contó que los antiguos asientos del Camp Nou estaban guardados justo frente al bar, en la piscina que había acogido las pruebas de salto de los Juegos Olímpicos. Los asientos provenían de la remodelación del Camp Nou del año 1994. La última gran reforma antes de la actual.

Asientos del viejo Camp Nou en el paisaje urbano de Langa de Duero.
Asientos del viejo Camp Nou en el paisaje urbano de Langa de Duero.

Lo que nació como conversación de bar pronto se convirtió en una oportunidad real, única. Los asientos se habían dado en el Museu Miró para realizar una exposición que no se llegó a concretar y habían quedado en standby. Los trabajadores y directivos del museo eran "como de la familia" porque iban a comer casi todos los días al Marcelino. La Fundació Miró aceptó la propuesta y cedió los asientos de forma gratuita. Serían para el campo de fútbol y para las calles del pueblo, porque en Langa no había bancos. La única condición era que debían recogerse en un máximo de 24 horas.

"Quitamos 15.400 tornillos entre cuatro personas"

Zayas se puso en contacto con De Pablo y se alquiló un camión para realizar el traslado a Langa, a 550 kilómetros del Camp Nou. Costó unas 100.000 pesetas, unos 600 euros. También se compraron dos destornilladores eléctricos para desmontar los asientos.

"Quitamos 15.400 tornillos entre cuatro personas", dice. También cargaron un centenar de butacas rojas de un teatro catalán. El camión llegó el día 10 de mayo de 1998. Las butacas se instalaron en la sala de plenos y en el consultorio médico. Ya han desaparecido pero los asientos azules siguen formando parte del mobiliario urbano y el paisaje del municipio. Durante un tiempo se pensó que venían del estadio de Sarrià, antiguo hogar del Espanyol, pero no. Algunos están medio rotos pero siguen formando parte del día a día del pueblo, convertido en un particular museo del Barça al aire libre. Langa de Duero está lleno de asientos del Camp Nou. Están por todas partes. Incluso en las fachadas de las casas. Incluso en el cementerio. "Por si salen los muertos, para que tomen el sol", dice Zayas sonriendo.

Cuando acaba de contar la historia se levanta de uno de sus asientos, Zayas sonríe y se confiesa. Él es del Madrid.

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