"Si Lamine Yamal hubiera aparecido en el 2012, quizá no hubiera jugado en el Barça"
Albert Blaya, autor del libro 'Universo Lamine Yamal', conversa con el ARA sobre el talento generacional del Barça
BarcelonaEl fútbol siempre se empeña en recordarnos que es mucho más que simples resultados. También cuenta historias, crea ídolos y establece relación con sus mitos. En el Barça, pocas figuras han emergido con tanta fuerza como Lamine Yamal, un joven adolescente que ha irrumpido con la naturalidad de un veterano y que ha obligado a todo el mundo a reordenar su mapa mental. Sobre este fenómeno escribe el analista y divulgador Albert Blaya (Manresa, 1997) en el libro Universo Lamine Yamal (Ara Llibres), que quiere ser una radiografía futbolística y emocional de lo que ya es una de las figuras del presente y futuro azulgrana.
"Cuando la editora me propuso dedicar un libro a Lamine, vi la oportunidad de explicar no sólo quién es él, sino qué es el Barça, qué es la Masía y qué representa formar a un futbolista hoy", explica Blaya, que habla con determinación después de haber pasado meses supuestamente unas no sumergidas en testigos, datos y cono dónde llegará. "Seguramente ni él lo sabe", dice. "Y esto forma parte de la magia", remata.
Albert tiene claro cuál es el principal rasgo diferencial del joven delantero azulgrana: su sorprendente madurez. "Una de las cosas que más me interesa es cómo simplifica el fútbol. Esa frase antes de la semifinal de la Champions –«si me cierran por la izquierda, saldré por la derecha»– dice más de lo que parece», afirma. En un contexto en el que muchos jugadores jóvenes tienen dificultades para expresarse, Lamine Yamal habla con una naturalidad que descoloca por su edad: "Tiene un mensaje propio, una idea muy clara de cómo piensa el juego. Esto le desmarca mucho respecto a su generación". Si algún día pudiera conversar cara a cara con él, Blaya lo tendría claro: hablarían de fútbol, no de ruido. "Me gustaría entender de dónde le sale esa forma tan cruyffista de entender el juego. No sé si es consciente del mensaje que transmite, pero es tremendamente genuino", explica.
Uno de los hilos conductores del libro es la necesidad de desvincular a Lamine Yamal del recuerdo de Leo Messi, que, según cómo, puede ser una losa. "Compararlos no solo es injusto, sino que puede ser contraproducente", manifiesta Blaya, que ve al argentino como "un milagro irrepetible" y mantiene que el mataronense se asemeja más a Neymar. "Él mismo ha dicho que Neymar es su ídolo, y eso se ve mucho. Tiene un punto de creatividad, de juego lúdico, de improvisación… que si fuera zurdo, sería prácticamente un espejo". De todas formas, el comunicador manresano remarca que "si insistimos en que Lamine Yamal sea algo que no es, perderemos todos. No será Messi ni Neymar, sino Lamine Yamal".
El día que Lamine Yamal dejó de ser una promesa
Blaya elige qué momento define la escala deportiva de Lamine Yamal: la primera noche europea contra el Inter de Milán. "Es allí donde pasa de ser una gran esperanza en ser uno de los mejores del mundo. El equipo perdía 0-2, desorientado, y él se inventa una jugada de gol brutal. Un minuto después envía un balón al palo que podría haber sido historia de la Champions". Esa actuación, dice, cambió la percepción de todos: "A partir de ese día, los rivales le tratan como lo que es: una estrella".
Pese a su irrupción meteórica, Albert Blaya identifica en Lamine Yamal un campo de mejora: el gol. No la definición, sino la frecuencia. "La mayoría de goles de Lamine son muy difíciles: jugadas individuales, disparos lejanos. Para marcar 30 o 40 goles por temporada tendrá que pisar más el área, rematar goles feos, no ser siempre él quien los genere". Con todo, confía plenamente en su progreso: "Tiene 18 años. Es absurdo pensar que ya hemos visto su mejor versión". No debe olvidarse, en este sentido, que el joven de Rocafonda se recupera este año de una pubalgia.
Blaya también dedica un capítulo a explicar qué hace de Hansi Flick un técnico idóneo para el crecimiento del jugador: "Flick tiene una virtud que parece muy invisible, pero que es fundamental: no limita a los futbolistas. No les estropea". Y defiende una idea clara: el alemán es cruyffista. Pero lo es en un sentido amplio –filosófico, no dogmático–. "Cruyff desvictimizó al Barça. Lo colocó en el centro de su propio discurso. Flick llega después de unos años durísimos y vuelve a convencer a jugadores y afición de que todo es posible. En esto es profundamente cruyffista". Asimismo, aunque el autor reconoce la fuerza estructural de la Masía porque "da entorno, metodología y estabilidad", cree que el talento descomunal de Lamine Yamal no le inventa nadie: "Aparece una vez cada 50 años". Su irrupción, dice, es una combinación de talento, contexto y oportunidad. "¿Qué pasa si ese mismo jugador aparece en el 2012, con Messi de 25 años? Quizás tardemos años en verle. Quizás no jugaría en el Barça. El momento también importa".
Hacer el libro ha sido, para Blaya, un viaje personal. "He aprendido que los procesos formativos son mucho menos lineales de lo que pensamos. Que detrás de cada jugador hay una enorme cantidad de azar, de decisiones, de casualidades y de resistencia". También ha aprendido a mirar el fútbol con más profundidad: "No son setas que aparecen. Hay muchísimo trabajo invisible. Pero también hay excepciones que rompen todas las normas. Lamine es una". El futuro del joven extremo es una hoja en blanco, pero Blaya tiene claro que no debe escribirse con la tinta de nadie más. "Lo importante es que Lamine pueda hacer su camino. Sin presiones absurdas, sin comparaciones que no tocan. Tenemos la suerte de vivir un momento histórico. Hay que disfrutarlo".