El milagro de la Virgen de las Asignaciones

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Aficionados del Barça en Montjuïc durante el partido contra el Oporto

A quienes niegan que el fútbol sea una religión, este artículo les ayudará a recuperar la fe. Han sido semanas de oraciones en forma de correos electrónicos y llamadas a la Oficina de Atención al Barcelonista. Jornadas de penitencia en asientos de infausto confort en Montjuïc. Al final la insistencia ha surtido efecto y la Virgen de las Asignaciones ha hecho caso a los feligreses que encendieron tantos cirios como tacos soltaban viendo partidos del Barça. Contra el Nápoles, pese a las entradas VIP y los asientos reservados para los italianos, esos cientos de abonados que siempre protestaban por la silla que les tocaba, verán el fútbol con localidades de buena visibilidad.

Ha sido una obra divina, que nadie dude. Porque desde el palco y desde los despachos niegan que se haya pulsado ningún botón mágico para complacer a aquellos aficionados descontentos que se quejaban en los medios de comunicación y en las redes por el trato que recibían. ¿Aunque sea por casualidad? "¡Aunque sea por casualidad!" Y ha llegado justo en una jornada clave, cuando el Barça se la juega. En el césped, en la caja fuerte y en la junta directiva.

Porque la Virgen de las Asignaciones es sabia. Sabe que en un partido tan importante no se puede vacilar. El fútbol ya es suficientemente caprichoso para dejar de lado a la afición. Y nada peor que una parroquia cabreada, la tuya, la más fiel, subiendo al Estadio Olímpico Lluís Companys con la mosca en la nariz. Este martes lo hará pensando sólo en la pelota. Y, si es posible, ilusionada por creer en la palabra de Xavi y tener la esperanza de que su decisión de dar la vuelta en verano catapultará al equipo en Europa.

Pensamiento positivo. Sin sentirse un monedero con patas. Sin coger los buses lanzadera preguntándose qué se hacen allí si parece que no los quieran del todo. La pelota, sólo la pelota. Nada de discutir si los que mandan lo hacen mejor o peor, o si el exilio en Montjuïc debe alargarse mucho más, como aseguran algunas malas lenguas desde los despachos donde se toman las decisiones en Can Barça. Que los jugadores se sientan apoyados y que nadie mire en el palco antes de tiempo si al Nápoles se le ocurre adelantarse en el marcador.

Eso sí, habrá que seguir orando. La Virgen de las Asignaciones no es como una aspirina que te la tomas cuando te duele la cabeza. Harán falta más velas, más peregrinación. Más insistencia y perseverancia. De lo contrario, puede tener la tentación de pensar que los feligreses han perdido la fe y dejarlos tirados de nuevo. La religión no admite conformistas. Mientras tanto, alegrémonos. ¡Aunque sea por una vez, se ha obrado el milagro!

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