Análisis

Recuperar el vestuario del Barça, recuperar a Araujo

Caras largas en el entrenamiento después de la eliminación en la Champions, pero con la motivación de ganar en el Bernabéu

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Araujo en el momento de ser expulsado por el árbitro Kovacs.

BarcelonaLa eliminación contra el PSG supuso pinchar un globo que, por méritos propios, el Barça se había ganado. La derrota es dolorosa. "Hoy todo el mundo estaba tocado. Mañana será otro día y estaremos mejor. Duele", explican en el ARA desde el vestuario. Pero, a diferencia de los batacazos de los últimos años, esta vez, la sensación es distinta. La última vez que el Barça alcanzó unas semifinales de la Champions abandonó la competición tras ser humillado por un duro correctivo en Anfield (4-0). Entonces, la sensación era de ciclo terminado. Había que hacer fuego nuevo. Por el contrario, pese a la goleada ante el PSG, la sensación es que el equipo, al menos, ha recuperado el pulso competitivo en Europa. No es que el Barça esté preparado para dominar a los grandes equipos del continente, ni mucho menos, pero con el triunfo en París demostró claros síntomas de recuperación después de más de un lustro de derrotas en la competición.

"Debemos seguir construyendo. Hay los cimientos para volver a competir de la mejor manera. El PSG ha hecho una inversión millonaria desde hace años y nunca ha ganado la Champions. [Con Pep Guardiola como entrenador], el City ha tardado siete años en ganarla. En el Barça hay una base muy buena de presente y futuro", valoró Xavi después del partido. Respecto al duelo con el PSG, el diagnóstico del técnico, que volvió a insistir en que no seguirá en el banquillo (su intención es cumplir un año sabático y Rafa Márquez y Hansi Flick son los mejor posicionados para relevarlo), fue cargar contra la decisión arbitral de expulsar a Araujo en el minuto 29.

La prioridad en el entrenamiento de recuperación en la Ciudad Deportiva ha sido reparar el estado anímico del equipo. "No se han cambiado rutinas ni se ha hecho nada diferente. Los jugadores están tocados, pero cada uno lo vive a su manera. Algunos necesitan que se hable más con ellos, otros menos... Cada situación es distinta" , dicen desde Sant Joan Despí. En todo caso, la conjura es de volver a cerrar filas y, en este sentido, desde el vestuario quieren utilizar el enfrentamiento del domingo en el Bernabéu como un elemento motivador. Tanto Xavi como la plantilla estarán también muy pendientes del desenlace de la eliminatoria entre el City y el Real Madrid.

También se ha apoyado en Araujo. Visiblemente afectado, aunque los que conocen bien destacan su “mentalidad top para seguir mejorando, como siempre ha hecho para llegar a donde está”: “Se rehará deprisa. Tiene un gran compromiso”. El uruguayo ha compartido un mensaje en las redes en las que pide disculpas y añade "lo seguiremos intentando", unas palabras que muestran su deseo de continuar de azulgrana pese al interés del Bayern por ficharle.

De hecho, recuperar la unión del vestuario –y más, en una temporada con muchos altibajos– es uno de los grandes legados que dejará al entrenador de Terrassa en la corta experiencia en el banquillo azulgrana. Todo el vestuario entero acabó deshecho después de la eliminación, pero varios futbolistas, como Raphinha y Kounde, han publicado mensajes de apoyo a la plantilla en sus redes. Es complicado gestionar la derrota (y cómo se desató) tras las expectativas generadas en París, pese a que el cuerpo técnico se había encargado de insistir mucho a los jugadores que había que rematar el trabajo en Montjuïc, definiéndolo como "una segunda" batalla".

Sin embargo, como se sucedieron los hechos en el partido de vuelta, castigó la autoestima del equipo. La expulsión de Araujo y el empate del PSG justo antes del descanso desorientaron a los jugadores. El Barça acabó pagando muy caras sus propios errores. Empezando por la expulsión, que nace de una pérdida en el pase del propio central uruguayo, a quien los jugadores del PSG no presionaban con la intención de que se encargara él de la salida de balón (y no Cubarsí), y continuando por el error de marcado de Cancelo en el gol de Dembélé, la poca presión en Vitinha en el segundo y, de nuevo, un error del lateral portugués que supuso el penalti que ya clasificaba a los franceses. "La expulsión fue una putada", fue uno de los mantras más repetidos en el vestuario.

El diagnóstico de Ilkay Gündogan

Gündogan, capitán sin brazalete, se encargó de realizar el diagnóstico más realista y hiriente tras el duelo. "Esto es la Champions. No importa el rival, es imposible remontar si uno de tus jugadores es expulsado. Estamos muy decepcionados. Sentíamos que teníamos el control del partido antes de la tarjeta roja. Si es falta, es tarjeta roja", dijo. en declaraciones postpartido. El alemán también lamentó la expulsión. "Es difícil de decir, pero en estos momentos cruciales tienes que estar seguro de que puedes recuperar el balón. Si no consigues el balón, y no sé si lo toca o no, debes soltarlo. Prefiero conceder el gol o dejar al delantero con un uno contra uno. Quedarte con un hombre menos por la roja tan pronto te mata”.

Gündogan, que considera que le hicieron penalti, también calificó de error propio el gol de Vitinha: "Teníamos que salir y no dejarle chutar. Estaba solo. No es algo que no hayamos entrenado. El jugador más cercano al balón debe salir. Éramos tres contra tres en el córner y Vitinha era el cuarto hombre y alguien tenía que salir". La decepción se adueñó de todo el vestuario, pero, sin pelos en la lengua, el centrocampista más experimentado del equipo sintetizó el sentimiento colectivo de buena parte del barcelonismo: "Estoy muy decepcionado. Estábamos en una buena posición. No sólo por el partido de ida, también por haber hecho el primer gol. Todo estaba en nuestras manos, pero lo dejamos escapar de la manera más fácil. Próxima parada, el Bernabéu.

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