Barça

"¿Pero vosotros cuánto tardaréis en ganar una Champions?"

El Barça, virtualmente eliminado de la máxima competición, confirma las sospechas de Erling Haaland antes de decidir que ficharía por el Manchester City

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Xavi, con Laporta, al césped del Camp Nou

BarcelonaUn avión privado a Múnich pretendía cambiar la historia del Barça. Lo cogieron en silencio, un día entre semana de principios del mes de marzo pasado, las dos personas con más ascendente (que no con más poder) del área deportiva azulgrana. Por un lado, Xavi Hernández, que hacía apenas cinco meses que entrenaba al primer equipo después de que el presidente, Joan Laporta, aceptara que no tenía más opciones para relevar a Ronald Koeman a media temporada. Y, por el otro, Jordi Cruyff, que en ese momento ostentaba el cargo sui generis de responsable de scouting internacional del club.

El catalán y el neerlandés volaban a Alemania para verse cara a cara con Erling Braut Haaland, al que desde la junta definían como "el Ronaldinho de 2022". Sobre todo los directivos próximos al mandatario —y en especial los que lo habían acompañado en su primera etapa en el palco— veían en el brillante delantero del Borussia Dortmund la fuente principal de ilusión para volver a poner en marcha el "círculo virtuoso". Él era la pieza ideal para dar sentido al eslogan que habían hecho famoso un año antes, en campaña electoral, para conseguir la confianza del socio. "Lo volveremos a hacer", decían en referencia al cambio de paradigma en la forma de gobernar la entidad que pusieron en práctica en 2003 después de cinco lustros de nuñismo. Diecinueve años más tarde querían volver a aplicarlo para reparar la obra de la junta de Josep Maria Bartomeu. Y tenían clarísimo que el noruego, y no Robert Lewandowski, tenía que ser el principal referente en el césped del mismo modo que el genial brasileño lo había sido a principios de siglo.

Haaland recibió a Xavi y Jordi con una sonrisa en la boca, halagado por las alabanzas que dos figuras tan reconocidas en el mundo del fútbol le estaban dedicando de viva voz. El entrenador y el hoy director deportivo apalabraron con lenguaje futbolístico las intenciones que venían desde los despachos nobles, donde la estrategia de las palancas empezaba a coger forma para poder afrontar un fichaje millonario que el propio Laporta ya había empezado a trabajar meses atrás con el padre del jugador y el desafortunado agente Mino Raiola. El ariete noruego tenía claro que abandonaría el Dortmund en virtud de una cláusula de salida con un precio cerrado, y el Manchester City de Pep Guardiola era una opción que le gustaba. Con todo, todavía no se había decidido al 100%. Por eso quiso escuchar el proyecto de Xavi, que pasaba por un buen momento después de las novedades invernales de Aubameyang o Ferran Torres.

A Haaland, que veranea en Marbella e Ibiza, le cuadraba cambiar la gris Renania por el sol del Mediterráneo. También le convencía ponerse a las órdenes de uno de los mejores centrocampistas de la historia, así como ser el principal reclamo de la marca más valorada en el mundo de fútbol. Pero expresó una duda sobrecogedora durante la reunión con los emisarios culés: "¿Pero vosotros cuánto tardaréis en ganar la Champions?" Una sospecha definitiva que Xavi y Jordi intentaron responder sobre la marcha: "Contigo, seguro que la competiremos". Pero el argumento no convenció al noruego, que dos meses después daría luz verde a un acuerdo con el City hasta 2027. El joven delantero veía al Barça post-Messi jugando la Europa League y dudaba sobre el momento en el que el equipo estaría preparado para volver a estar entre los grandes gigantes europeos. La vía de Guardiola le ofrecía muchas más garantías a corto plazo.

14 goles que no sirven para nada

Meses después, Haaland comprueba que su recelo estaba fundado, puesto que el conjunto azulgrana tiene un pie y medio fuera de los octavos de final de la máxima competición a falta de dos jornadas para que finalice la fase de grupos. El empate del miércoles (3-3) contra el Inter de Milán convierte en remotas sus opciones de supervivencia: las hace depender de lo que hagan los lombardos contra la cenicienta del grupo, un Viktoria Plzen que no ha sumado ningún punto en cuatro partidos. En la Liga, el Barça lidera la clasificación gracias a los goles de Lewandowski y el gran estado de forma de Ter Stegen. En Europa, en cambio, el círculo virtuoso se hace esperar hasta el punto de que es más bien tortuoso. Hay que remontarse a 1998 para encontrar dos temporadas consecutivas con eliminación continental en la liguilla. Como nota curiosa, en ese momento todavía no habían nacido ocho de los jugadores que conforman la actual plantilla azulgrana y Xavi acababa de debutar como futbolista profesional.

El hoy entrenador ya asume que tendrá que dirigir al equipo por segunda campaña seguida en la Europa League, un torneo que no casa con las expectativas generadas alrededor de la plantilla después de unos meses en los que el club ha querido vivir muy deprisa, incluso arriesgando su modelo de propiedad, para intentar recuperar la relevancia perdida. Xavi, que de momento mantiene el apoyo de la junta directiva, sale mal parado de esta Champions por culpa del peor sorteo posible, de una derrota de novatos en Múnich, de las lesiones y de un escándalo arbitral en Milán, pero sobre todo por no ser capaz de aplicar en el césped el mensaje que emite en las ruedas de prensa. Lewandowski, autor de la mitad de los goles del equipo, es víctima del diagnóstico gafe de Haaland. El delantero polaco, acostumbrado a pasear su olfato por los grandes estadios de Europa, tendrá que afinar la puntería con el objetivo prioritario de la Liga. El domingo, en el Santiago Bernabéu, tiene una oportunidad de oro para empezar a decidirla a favor del Barça.

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