Retorcer la realidad o directamente inventarse una nueva hecha a medida es el signo de los tiempos que vivimos. Pasa en Estados Unidos con Donald Trump, en Valencia con Carlos Mazón y en el Real Madrid de Florentino Pérez. El discurso mesiánico del presidente este domingo en la Asamblea pasará a la historia -él que tan preocupado está por su legado- pero no precisamente por los motivos que le gustarían, entre los cuales la vergüenza ajena estaría en primer lugar.
Florentino Pérez ha decidido que el mundo mundial está en contra del Real Madrid. Todos son enemigos, todos: LaLiga, la UEFA, la FIFA, los medios de comunicación en general y también France Football -la revista que organiza y entrega un premio, el Balón de Oro- en particular, porque no elige lo que a él le gustaría. “Hay periodistas que no los conoce nadie, de países que no conocemos, y han votado este año. Sin los votos de periodistas de países como Uganda, Namibia, Albania y Finlandia, Vinicius habría ganado el Balón de Oro”, soltó. El clasismo, el elitismo, la soberbia, incluso el racismo que desprenden estas declaraciones produce rubor, sonrojo y retratan a la persona y al personaje en el que se ha transformado.
Es tal el despropósito y tan nula la oposición que se permite afirmar que Rodrygo, Vinicius y Valverde son canteranos o que los ingresos por conciertos que los vecinos del Santiago Bernabéu han conseguido paralizar por el ruido son sólo el 1% del presupuesto anual. Y todavía habrá que darle las gracias por dinamizar la oferta cultural de la ciudad.
Florentino Pérez se ha convertido en un meme, en uno de esos muñecos del guiñol, como Van Gaal, que en lugar de cara y ojos tenía un tocho de ladrillos por cabeza. Eso sí: la crítica no le resbala, la combate porque no la tolera y en sus ansias faraónicas, napoleónicas, por dominar el universo es ya un conductor suicida que está convencido de que él no va en dirección contraria, sino el resto del personal. Lo malo, lo peor quiero decir, es que este tipo de discursos y personajes cuelan ahora más que nunca. La demagogia, el populismo, los bulos, los inventos, tienen su público y en un terreno abonado al fanatismo como es el fútbol dejará poso. Qué pena de Real Madrid se está quedando.