El Girona se abraza al amor eterno de Portu por no ceder a la presión del Madrid

GIRONA"Para mí lo que estamos viviendo es increíble. Desde el momento que me fui, en el 2019, cuando tuve que decir adiós porque era bueno para todas las partes, un pedazo de mi corazón se quedó en Montilivi. Me siento un aficionado del Girona. Es como si me hubiera formado en su plantel. Tengo un sentimiento de pertenencia muy grande y cuando me toque dejar el fútbol seré de este club a muerte". Esta declaración de amor, de hace tan sólo una semana, está firmada por Portu, un futbolista estrechamente ligado a la entidad gerundense, con la que subió a Primera División en el 2017, vivió la dureza del descenso a Segunda División dos años más tarde y ahora disfruta de un momento insólito: el liderazgo en la máxima categoría del fútbol estatal.

El delantero murciano, en su día, fue la venta más alta de los de Montilivi. Dejó diez millones por vestir los colores de la Real Sociedad, donde ganó una Copa del Rey, siendo protagonista en la final, y los dos últimos cursos los ha pasado en el Getafe, donde cada vez había jugado menos. Por eso cuando en verano Quique Cárcel le llamó para recuperarlo se le iluminó la mirada. Portu incluso puso dinero de su bolsillo para regresar al Girona. La gente hace lo que haga falta para volver allá donde fue feliz.

Ya en su estreno, en un duelo ante Las Palmas, marcó el gol de la victoria, casi al límite del tiempo. De él se esperaba lo que ya se conocía: sacrificio, compromiso y desequilibrio en la zona de tres cuartos. También se sabía que no se quejaría, que sería un buen suplente. Lo que ha sorprendido es su incidencia a escala ofensiva, donde se está mostrando tan determinante que Míchel se ha visto obligado a situarle como titular. Relevante en la Copa, donde asistió en los dos goles a Elche y participó en los tres goles ante el Rayo –haciendo uno, provocando un penalti y regalando el otro–, en Balaídos ha marcado el gol del triunfo contra el Celta (0-1).

Portu recuerda a aquel delantero del 2017, el acompañante de Stuani que hacía ir de cabeza a las defensas rivales. Mantiene la misma alegría, a no ser que la haya aumentado, y eso le basta para sentirse fresco como una rosa. Hoy ha estado rodeado de nombres propios que causan furor entre los adolescentes, ávidos de caras nuevas: los Savinho, Tsygankov y Dovbyk. Pero ha sido él –el jugador que tiene un campo de fútbol con su nombre en Beniel, el lugar en el que nació, un pueblo de poco más de 11.000 habitantes– quien ha sido la figura del duelo.

El Barça, en casi cuatro partidos

El Girona, dolido todavía por la eliminación en los cuartos de final de la Copa del Rey en manos del Mallorca, fue fiel a su filosofía y no cede en la presión que le pone el Madrid en la Liga. Continúa en la primera posición, a dos semanas que ambos equipos se enfrenten al Santiago Bernabéu. Con los tres puntos en el bolsillo, el Barça, tercero, ya está a once.

Si Portu ha marcado, Gazzaniga ha detenido, resolviendo así la fragilidad que en algunos momentos ha mostrado la pareja Arnau-Blind. El guardameta argentino ha desviado al larguero un remate de Larsen y ha tenido en Douvikas un amigo, porque ha fallado un gol cantado. Los gerundenses también pudieron tener más tranquilidad, pero les ha condicionado la falta de puntería. Dovbyk ha tenido dos aún con el marcador por abrir y Tsygankov ha perdonado la sentencia. El Girona no ha sufrido como otros días para garantizar que, una semana más, seguirá mandando en Primera División. Al menos hasta el jueves, cuando el Madrid, que está a un punto, recupere su partido pendiente contra el Getafe.