Juegos Olímpicos

Elaine Thompson, la niña que iba a comprar corriendo descalza, revalida la corona de los 100 metros femeninos

Por cuartos Juegos Olímpicos consecutivos, una jamaicana gana la prueba estrella de velocidad

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Elaine Thompson, ganando la final de los 100 metros femeninos

A las velocistas jamaicanas solo les queda un reto: superar el récord mundial de los 100 metros libres de Florence Griffith Joyner de 1988. El resto ya los han conseguido. En la primera gran final del atletismo femenino en Tokio, tres caribeñas han subido al podio de los 100 metros libres. Y Elaine Thompson se ha colgado el oro con la segunda marca más rápida de todos los tiempos (10.61), por delante de la veterana Shelly-Ann Fraser-Pryce (10.74 segundos) y Shericka Jackson (10.76).

Tal es el dominio de las jamaicanas que las finales se han convertido en luchas entre ellas, mientras el resto del mundo las ve volar. Fraser-Pryce, campeona en 2008 y en 2012, estaba a punto para un regreso triunfal a los 34 años, después de ser madre. Quería ser la primera mujer en ganar tres veces el oro de los 100 metros y, de hecho, era suya la mejor marca de la temporada. Pero, igual que pasó en Río de Janeiro, Thompson fue más rápida y se colgó su segundo oro consecutivo. ¿Las norteamericanas? Lejos del podio. Queda lejos aquella época en que las mujeres más rápidas del mundo hacían subir la bandera de barras y estrellas arriba del podio. En Japón, la única que plantó cara fue Mariee-Josée Ta Lou, de Costa de Marfil.

Las discípulas de la legendaria Merlene Ottey, la velocista que ganó 9 medallas olímpicas pero ninguna de oro de 1984 a 2000, han conseguido que las finales de los 100 metros no sean muy diferentes de los campeonatos nacionales jamaicanos. Como hizo Merlene Ottey, Thomson y Shelly-Ann Fraser-Pryce empezaron a correr sin zapatillas, descalzas. Y, cuando las descubrieron, acabaron con contratos millonarios entrenándose en Estados Unidos pero volviendo siempre a casa para batir récords ante estadios llenos de miles de personas que convierten cada cursa en una gran fiesta. Mientras que Fraser-Pryce se escapó de las chabolas de Kingston donde la violencia se ha hecho fuerte, Thomson proviene de una zona rural, de una familia tradicional con un padre que no la quería dejar competir. No quería que fuera atleta. Y ahora, claro, saca pecho de su hija, que siempre bromea diciendo que su primera entrenadora fue su abuela, que la enviaba a comprar sin darle ninguna lista. "Memorizaba todos los productos e iba a comprar corriendo muy rápido por dos razones: para no olvidarme y para volver a casa a mirar la tele" dice.

La final, sin espectadores pero con un gran espectáculo de luces de presentación, fue preciosa. Fraser-Pryce salió mejor que sus rivales, pero rápidamente la zancada de Thompson la hizo imparable. Como siempre, con flores en la cabeza. Fraser-Pryce, con uno de sus peinados de colores que tanto le gustan y que le hacen ganar dinero con su cadena de peluquerías. Gestos rituales, para reforzar la confianza, para sentirse mejor antes de jugarse el esfuerzo de cuatro años, en este caso cinco, en poco más de 10 segundos. Como suele pasar con los atletas caribeños, las risas durante la presentación llevan a caras de pocos amigos. La rivalidad entre Thomson y Fraser-Pryce es evidente, de hecho. Y quien sale ganando es el deporte jamaicano. Con 29 años, Thomson tiene cuatro medallas olímpicas, tres de oro. Fraser-Pryce tiene siete, dos de oro.

A la espera de saber quién será el hombre capaz de heredar la corona de Usain Bolt en categoría masculina, en categoría femenina las jamaicanas continúan dominando sin rival. Cuando se trata de ser rápidas, no hay nadie como ellas. En las últimas cuatro finales de los 100 metros olímpicos, han ganado 10 de las 12 medallas repartidas. También han ganado tres de las últimas finales de los 200 metros. Y no tienen suficiente.

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