Imane Khelif, de ser lapidada en las redes a ganar el oro con la cabeza alta

Fiesta argelina en la pista central de Roland Garros con el triunfo de la boxeadora acusada de tener hormonas masculinas

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Imane Khelif, campeona olímpica

Enviado especial a ParísUn cuarto de doce de la noche y era difícil reconocer la pista central de Roland Garros. El árbitro Jakov Este levantó el brazo de Imane Khelif y la proclamó campeona olímpica de boxeo de menos de 66 kg. Y miles de gargantas gritaron eufóricas. Por megafonía empezó a sonar Abdel kader, la canción de Khaled que se convirtió en un himno para muchos argelinos emigrados a Francia cuando la cantó conjuntamente con Rachid Taha y Faudel en el Bercy Arena en 1998. La boxeadora argelina, la mujer que más ataques ha recibido estos días en París , finalmente era campeona. Su entrenador la levantó sobre sus hombros y la paseó por el espacio de la pista central donde no hace mucho Novak Djokovic estaba feliz. Khelif también era feliz. Acusada de ser un hombre, criticada por Donald Trump y Giorgia Meloni, supo concentrarse en el combate por ser campeona. Un triunfo personal, éste. Pero quien sale perdiendo es el boxeo, seguramente. Otro combate sigue en los despachos y podría acabar con ese deporte expulsado de la familia olímpica.

Unas horas antes, el sol empezaba a caer en Roland Garros. Por unos días el exclusivo club de tenis, donde mucha gente con dinero acude con sus mejores trajes de gala, se ha convertido en el escenario improvisado para las finales de boxeo. De los raquetazos a los golpes con guantes. Estaba lleno de mexicanos, una de las tierras donde más ama este deporte. Y estaba lleno de argelinos. Todos venían para apoyar a Imane Khelif. Rachid y Youcef llevaban una camiseta con el rostro de la boxeadora y la palabra "She" (ella en inglés). "Es un ataque injusto. Nació mujer, siempre ha competido como mujer. ¿Cómo pueden hacerle esto? Veo racismo. Les han hecho a ella y una china...", decían en referencia de la boxeadora de la China Lin Yu-ting, que ha recibido los mismos ataques.

Khelif durante el final de boxeo.
Imane Khelif en el podio.

Roland Garros estaba lleno de argelinas. Poco velo y mucha bandera. Mucha mirada orgullosa y ojos maquillados. Mujeres con carácter. "¿Cómo quieres que no le admire? En el país de mis padres las cosas no siempre son fáciles para las mujeres. Y ella, nacida en una zona tradicional, escogió ser boxeadora. Cada puñetazo que da... me da. sentir orgullosa", decía Kaouther. Son un grupo de amigas nacidas en Francia. Muy modernas. De esas que admiten sentirse orgullosas de ser argelinas en Francia y de ser francesas cuando van a ver a familiares a Argelia. "Nunca imaginé viendo boxeo. Cuando mirábamos entradas para los Juegos habríamos preferido el tenis. Es mi primera vez en Roland Garros, pero esta mujer lo vale", explicaba Kaouther antes de hacerse una selfie con las amigas frente a la estatua de René Lacoste, el tenista de los años 30.

La final de -66 kg femenina era la última del programa de este viernes. Empezaba casi a las 11 de la noche. Enfrentaba a Imane contra la china Yang Liu, campeona del mundo en el 2023. Casi todo el mundo presente animaba a la argelina, también a la gente de otros países. Un mexicano, sin embargo, más por hurgar que por otra cosa, suelta "Si es un macho" a los argelinos, que tampoco le entienden. La mujer del mexicano le da un golpe en las costillas y le hace callar. Poco lo habría esperado hace dos años Imane que se habría convertido en uno de los nombres más famosos por una polémica que, de hecho, no hace más que tensar la cuerda entre el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Federación Internacional de Boxeo. dirigentes son mala gente", añade.

Unos días antes del inicio del programa de boxeo de los Juegos, las boxeadoras Imane Khelif y Lin Yu-ting fueron acusadas, especialmente por el equipo de boxeo italiano, de "tener cromosomas masculinos". Pese a que ambas han competido toda la vida como mujeres sin problemas, incluidos los anteriores Juegos de Tokio donde no ganaron medalla, durante un Mundial organizado por la Federación Internacional (IBA) en febrero del 2023, fueron sancionadas Nunca se dieron explicaciones de las razones ni se aportaron pruebas, pero el presidente del IBA, el ruso Umar Kremlev, soltó que tenían cromosomas masculinos.

Ambas boxeadoras parecen víctimas en el fuego cruzado entre el COI y una IBA que está provisionalmente suspendida por el Comité Olímpico Internacional por irregularidades financieras, administrativas y deportivas. Por eso, los procesos de clasificación en Tokio 2020 y París 2024 fueron organizados por el propio COI, que sin embargo ha asegurado que no repetirá este esquema en Los Ángeles 2028 y que el boxeo será excluido del programa si no hay otra federación que se haga cargo. "Lo triste es que el boxeo es un deporte muy importante para nosotros. Tiene un valioso aspecto social como deporte que funciona en áreas desfavorecidas. Nosotros no somos una federación. Esperamos que las federaciones nacionales se organicen para que en Los Ángeles nos encantaría ver el boxeo en el programa", dice Thomas Bach, presidente del COI. De hecho, en la familia olímpica creen que el IBA ha utilizado de cabeza de turco a estas dos boxeadoras, para atacar los Juegos y crear problemas en el COI. También creen que detrás podría estar el gobierno ruso, para vengarse porque llevan años expulsados ​​de la familia olímpica, tanto por los casos de dopaje como por la guerra de Ucrania. El presidente del IBA es ruso y el principal patrocinador es Gazprom, el gigante de la energía ruso.

El COI se ha hartado de recordar que las dos boxeadoras llevan años compitiendo sin problemas. "Seamos muy claros: estamos hablando de boxeo femenino, son dos boxeadores que nacieron mujeres, que crecieron como mujeres, que tienen pasaporte como mujeres y que han competido muchos años como mujeres", dijo Bach. Pero cuando Khelif debutó en primera ronda contra la italiana Angela Carini y ésta abandonó el combate a los pocos segundos, quejándose del mal que sufría por culpa de los golpes de la rival, la extrema derecha italiana lo aprovechó hacer campaña. Y las redes se llenaron de ataques contra Khelif acusándola de ser un hombre o de ser "trans". Umar Kremlev aún aprovecha el caso para hacer ruido y defensa que los análisis de sangre realizados en Khelif y Lin en los campeonatos mundiales del pasado año revelaron que tenían los cromosomas X e Y, el patrón masculino. De pruebas aportadas, ninguna. Esta semana, en una rueda de prensa organizada en París donde Kremlev intervino a distancia bajo unos iconos religiosos, volvió a la carga. La rueda de prensa acabó con empujones en la sala entre detractores y defensores de Khelif.

Aficionados argelinos celebrando el triunfo de Khelif.

Khelif y Lin, con el apoyo de su gobierno, se han visto obligadas a mostrar sus pasaportes, los certificados de nacimiento o documentación que demuestra que fueron a escuelas siendo niñas. La magrebí ha hablado poco estos días, y ha pedido a la gente "que no sea cruel y no practique el abuso en las redes". No era la mejor forma de irse concentrando para los combates, pero no ha fallado en el ring. Si en las redes ha recibido odio, en Roland Garros recibió amor. Había logrado unir a los argelinos, un pequeño milagro tratándose de un pueblo aficionado al debate, dividido entre los modernos y los tradicionales, los religiosos y los que no lo son, los que emigraron y los que no. Los que siguen el boxeo normalmente sabían que Khelif dominaba pero sufriendo, puesto que la china sabía golpear, y tomaba el control del centro del ring en algunos momentos. Los que nunca habían visto un combate en directo daban por hecho que Khelif iba ganando, viendo cómo reaccionaba el resto de la gente. Y así era. Supo golpear mejor y esconderse en los últimos segundos del último round. Al final del combate, ya se sabía campeona. Así sería. La china y su equipo, elegantes en la derrota, le felicitaron. Un gesto muy diferente al teatro de Carini, convertida en una triste figura en esta historia compleja. Khelif levantó el puño de Yang Liu, una boxeadora dura como una roca y de dulce carcajada en la derrota. La argelina primero quiso ser deportiva, pero después llegó el grito liberador. Empezó a dar puñetazos al viento, eufórica, como si por dentro fuera pensando en todos aquellos que le han hecho daño. Ahora Meloni, ahora Trump, ahora Kremlev..."Soy una mujer, nacida mujer, he vivido siempre como mujer...he ganado como mujer" diría la boxeadora de 25 años, quien acabó abrazada entre risas con las demás boxeadores en el podio. Todas la cuidaron, levantándole el puño y haciéndola reír.

En la grada, antes del himno, miles de mujeres argelinas dieron los típicos gritos con la lengua comunes entre los árabes, el ululeo. Y una chica decía a sus amigos que eso de admirar a una mujer libre que hace lo que quiere... pues podrían hacerlo todo el año. En Argelia, el combate se siguió en miles de pantallas gigantes. La gente celebró su triunfo por las calles hasta entrada la noche. En Tiaret, la villa natal de la boxeadora, no han dejado de recibir peticiones de niñas que quieren hacer boxeo. Quieren ser como Imane. Como aquella mujer que fue feliz en Roland Garros, respondiendo con su mejor boxeo a todos aquellos que le han juzgado sin saber nada de ella.

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