Un oro olímpico soñado y forjado en las piscinas catalanas

España derrota a Australia con un partidazo de Martina Terré y los goles de Bea Ortiz, Maica García y Anni Espar (11-9)

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La selección española de waterpolo, durante la final

Enviado especial a ParísAntes de salir a la piscina para jugar la final olímpica, las jugadoras de la selección vieron un vídeo en el que diferentes compañeras del pasado les enviaban un mensaje para animarlas. “Qué harto de llorar antes de empezar” admitía Anni Espar entre risas. Pero una vez que empezó el partido, la selección española no dejó pasar esta oportunidad de tocar el cielo, controlando siempre el partido contra Australia (11-9). "Por un momento he olvidado que era la final, estaba centrada en el partido, contenta porque estaba ayudando con mis paros" decía la joven portera Martina Terré. "Hasta que no nos hemos escapado de cuatro goles no me he dado cuenta de que ganaríamos" añadía Bea Ortiz.

Era el partido de sus vidas. Un equipo formado por las mejores representantes de diferentes generaciones de jugadoras catalanas, logró finalmente el oro olímpico. El último premio que se resistía, el Sant Grial. Después de 15 años ganando mundiales júniores y absolutos, Champions y Europeos, el equipo entrenado por Miki Oca no se dejó llevar por los nervios. Todos los caminos llevaban a París. Las jugadoras lo tenían claro desde hacía meses. Caminos hasta el oro que habían empezado en escenarios como la vieja piscina Pedro Serrat de Sabadell o la nueva de Can Llong de la ciudad vallesana. Otros caminos habían comenzado en el CN ​​Catalunya, el CN ​​Terrassa, el Mediterráneo o en la piscina del CN ​​Rubí. De las 13 jugadoras, 11 son catalanas. Y ambas madrileñas juegan en Catalunya, donde el waterpolo femenino no ha dejado de crecer en los últimos 15 años. Las jugadoras han pasado de recibir miradas de sorpresa para practicar este deporte a recibir miradas de admiración a medida que han ido cayendo medallas, como ese mundial junior del 2011 en Trieste, el mismo año que, por primera vez, el CN ​​Sabadell ganaba la Champions.

Anni Espar celebrando un gol durante la final olímpica.

El waterpolo femenino vive un momento dulce, con el Sabadell, el Sant Andreu y el Mataró ganando títulos, haciendo que la liga sea más competitiva después de años de claro dominio sabadellense. "La competencia todo el año nos ayuda" decía Martina Terré antes de la final. Y ganar crea referentes. Algunas jugadoras llegaron al waterpolo porque nadar les parecía poco divertido, otras porque querían marcar goles. Algunas porque familiares practicaban. Y las más jóvenes, porque querían ser como aquellas mujeres que habían visto llegar a una final olímpica en el 2012. Martina Terré, brillante en la portería, o Elena Ruiz, letal en ataque, admiten que no hace tanto pedían autógrafos a jugadoras como Laura Ester, Anni Espar, Maica García o Pili Peña, las últimas supervivientes de esa primera selección finalista olímpica en el 2012. En la Défense jugaron juntas, en la tercera final en cuatro Juegos de la selección. Pero, a diferencia de 2012 y 2020, el rival no fue Estados Unidos. Fue Australia.

Tras el susto en semifinales ante los Países Bajos, el equipo entrenado por Miki Oca entendió que la final sería complicada, contra un rival muy físico. El primer cuarto fue un buen intercambio de golpes, en el que ambos equipos intentaban tomar el control emocional del encuentro. Alice Williams hizo el primer australiano de penalti, pero la terrassense Paula Leitón giró el brazo demostrando cómo jugar una boya. Y el joven prodigio Elena Ruiz hacía el 2-1 poco después de penalti. Qué Juegos de la rubinense.

El segundo cuarto se convirtió en un magnífico duelo entre las dos porteras. Gabriella Palm, que lleva el deporte en la sangre al ser hija de un jugador internacional de rugby, lo detenía todo. Pero Martina Terré aún más. La portera de Gràcia alargaba las manos, usando su intuición, sin recibir un solo gol en este cuarto. Y para empezar el tercer cuarto, Bea Ortiz decidió cambiar de marcha. La vallesana encadenó tres goles en cinco minutos. Anni Espar y Maica Garcia, dos de la vieja guardia, se encargarían de mantener a las australianas lejos en el marcador. Ellas, que habían perdido dos finales, no estaban dispuestas a perder una tercera. Y Martina Terré, competitiva como es, no quería perder la primera. Dos paros suyos acabaron de romper el corazón de las Ausias, que sólo lograron maquillar el resultado al final, cuando en el banquillo estatal ya se hacía fiesta grande. “Después de tantos años, de tantas finales... Es un sueño. Sabíamos que si manteníamos el ritmo y salíamos con fuerza en cada cuarto, conseguiríamos separarnos poco a poco en el marcador. Creo que todas las compañeras han sido excelentes y hemos sacado el partido adelante” decía emocionada Anni Espar. “Lo dedicamos a todas las compañeras que jugaron con nosotros. También es su éxito” añadiría. Todas tenían amigos, amigas y familiares en la grada. El día de gloria había llegado finalmente.

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