El andaluz más oportuno permite al Espanyol dar otro paso de gigante

BarcelonaEl Espanyol vuelve a dar un paso de gigante para continuar en Primera. Tras asaltar Vallecas, los blanquiazules reafirmaron en Balaídos su mejora a domicilio (0-2) con un triunfo de gran valor que les aleja a seis puntos del descenso. En Vigo, los de Manolo González volvieron a demostrar que han perdido el miedo a jugar fuera de casa, demostrando solvencia defensiva –segunda portería a cero consecutiva– y el olfato en ataque. Roberto Fernández y Joan Garcia mandaron a las áreas y dieron aún más esperanzas a un equipo que llega crecido en el tramo final de curso y que jugará lejos del RCDE Stadium cuatro de los cinco partidos de este mes. Hacía siete años, desde el 2018, que el Espanyol no enlazaba dos victorias a domicilio en Primera.

Esta vez supo neutralizar a un Celta muy paciente con el balón e intenso sin él. Los vigueses gestionaron posesiones muy largas, pero también bastante estériles. En el primer tiempo, de hecho, Joan Garcia sólo tuvo que intervenir para bloquear un disparo de Alfon. Más trabajo tuvo en la reanudación, cuando frustró un disparo de Durán y, sobre todo, un peligroso remate de Aspas. El de Sallent sigue demostrando que merece cada euro que vale su cláusula, con intervenciones cada vez más valiosas.

Ordenado detrás, el Espanyol supo neutralizar la movilidad de los atacantes locales a base de orden y solidaridad, dos condiciones innegociables con Manolo González. Con balón, los blanquiazules mostraron menos prisas de las que exhibían meses atrás, jugando con mayor pausa y menos precipitación. Si era necesario frenar el juego, mejor un pase de seguridad hacia atrás que una pérdida en una zona comprometida. Un recurso valioso, especialmente en una tarde en la que ni Lozano ni sobre todo Urko estuvieron especialmente precisos a la hora de distribuir juego hacia delante.

La fe de Roberto Fernández

El buen posicionamiento del Celta dificultó que los visitantes progresaran más allá del centro del campo. Los espanyolistas lo lograron pocas veces, pero fueron mortíferos. En una transición vertical, Romero le devolvió de acicate una pared con Puado, que leyó a la perfección un desmarque de Roberto Fernández para servirle un certero pase al espacio que no desaprovechó. De primeras, lanzándose sobre el césped, adelantó al Espanyol en el primer remate entre los tres palos.

El Celta intensificó el dominio y la presión y rodeó aún más al Espanyol en su campo en la reanudación, pero el Espanyol no concedió rendijas y encontró en la fe de Roberto Fernández un premio de gran valor. El andaluz, que nunca da un balón por perdido, le manchó la cartera a Carlos Domínguez, el último defensa, y firmó su particular doblete. Quinto gol en tres meses y medio de un delantero que está dando la razón a Fran Garagarza. La peor noticia, la amarilla que vio a Puado en el tramo final, y que le impedirá jugar ante el Getafe el próximo viernes.