El Espanyol abre un pequeño milagro en el Sánchez Pizjuán

BarcelonaEl Espanyol se queda a las puertas de obrar un milagro mayúsculo en el Sánchez Pizjuán. A los blanquiazules se les hizo demasiado largo un partido en el que se adelantaron, pero donde acabaron sacando agua de la barca para acabar manteniendo un empate (1-1) de mucho valor. Un punto y gracias. Por la cantidad y calidad de ocasiones que generó el Sevilla, mereció llevarse un botín mayor. Sin embargo, contra todo pronóstico el Espanyol resistió en un escenario adverso, sin apenas pisar la mitad de campo rival con el balón, con la defensa sacando constantemente agua de la barca y con el portero evitando que Lukébakio firmara un hat-trick en base de estiramientos prodigiosos.

El punto no saca de pobre al Espanyol, pero es un punto de partida interesante, teniendo en cuenta que en toda la primera vuelta sólo había firmado un solo punto a domicilio, nada menos que en el campo del Atlético de Madrid. Los blanquiazules son plenamente conscientes de que la permanencia pasa por mantener o mejorar las cifras en casa, pero sobre todo por poner fin a la fragilidad a domicilio, el principal deber durante este curso.

El plan de partido de Manolo González estaba claro: orden detrás y aprovechar alguno de los ataques aislados que fuera capaz de generar. En la primera mitad se cumplió a la perfección. Al cuarto de hora, Kumbulla abrió la lata tras cazar dentro del área un mal despeje de Gudelj a una falta de Tejero que rebotó en el cuerpo de Saúl. Una carambola tan afortunada como poco habitual en un partido a favor del Espanyol.

Con el 0-1, sin embargo, aún quedaba de antemano lo más difícil: contener el potencial ofensivo del Sevilla, empezando por Lukébakio. Sobre todo teniendo en cuenta que su marcador, Brian Oliván, fue sustituido por lesión en el minuto 18. Entre Romero, su relevo, y Tejero, que hizo de doble lateral, intentaron contener al extremo belga, que en la primera vuelta ya había marcado dos goles en el RCDE Stadium. Y a punto estuvo de repetir, ya que poco después del 0-1 tuvo a tocar el empate en un endemoniado y potente disparo cruzado que Joan Garcia consiguió desviar al larguero con un prodigioso estirón. Un minuto más tarde, Badé envió al palo un remate de cabeza a la salida de un córner.

Juan neutraliza a Lukébakio, pero no a Badé

El conjunto de García Pimienta puso contra las cuerdas a un Espanyol sólido y ordenado detrás, pero muy impreciso y precipitado en ataque. Todas las garantías que los blanquiazules ofrecían cuando defendían en su propio campo las perdían cuando cruzaban la línea divisoria. Los de Manolo González no fueron capaces de cambiar esa inercia, lo que convirtió al resto de partido en un mar de ataques del Sevilla. El guión no cambió en la reanudación. De nuevo Lukábakio tuvo a tocar el 1-1 en un remate picadillo que, quien sino Joan Garcia, volvió a enviar a córner con otro estirón de fotografía.

El Sevilla siguió golpeando piedra hasta que logró romper el muro españolista. Lo logró Badé en dos ocasiones con sólo siete minutos de diferencia. En la primera, el árbitro le anuló el gol, tras ser advertido por el VAR que había empujado a Cabrera, que posteriormente se topó con Joan Garcia. En la segunda, sorprendió al guardameta blanquiazul con un disparo ajustado al palo desde fuera del área que dio un efecto de fuera hacia adentro. Parecía parable, pero Joan Garcia no lo logró. Sí pudo evitar, en cambio, un nuevo disparo de Lukébakio, que se convirtió en una auténtica pesadilla por la defensa espanyolista. Urko, que debutó en el tramo final, ya sabe lo que le espera: resistir y sufrir. Bienvenido sea si el trayecto termina con puntos en el zurrón.